LIBROS DE AYER Y HOY.- Rodrigo Aridjis, el pintor michoacano, acaba de presentar su novena exposición en la sala de exhibiciones de la Lotería Nacional.
La creación siempre se sobrepone a la adversidad. Y lo vemos en infinidad de jóvenes que siguen adelante en su arte creativo pese a vivir o ser originarios de los estados más violentos del país.
El año anterior hubo un llamado insistente de intelectuales para exaltar la poesía y el arte en general como una forma de ir desbrozando el camino de la violencia.
Aridjis es de una familia de artistas. Su tío abuelo es el famoso poeta Homero Aridjis y su madre, Ivonne, es una paisajista michoacana, reconocida en su medio.
Él se mueve en esas comunidades de las que deberíamos de tener más conocimientos, la helénica y la rusa, por su inserción en el arte y su aporte con las culturas de sus países a la gran diversidad mexicana.
La pintura de Aridjis es de un gran colorido, llama la atención el toque arlequinado de todos sus cuadros, pero para nosotros los profanos, la cosa no es tan sencilla.
Hay una complejidad en cada trabajo que se inicia en esas figuras cuyas cabezas flotan, alejadas de los cuerpos. Es como si estuvieran inspiradas en las antiguas filosofías que separaban el cuerpo de la mente.
Acaba de desmantelar una exposición en la Lagunilla y recientemente estuvo en el espacio arqueológico de Cuicuilco. En la de la Lotería Nacional, que se llama La ciudad y sus personajes, aparecen globeros, bailarinas, gritones, gatos, niños jugando y en una asimilación a esas personalidades, el metro, los edificios, los carros…
En un intercambio de correos, el pintor me envió recientemente, quizá como una alegoría a su oficio, el poema de Andrés Eloy Blanco, Angelitos negros y al cumplirse este año sesenta de la muerte del gran poeta y escritor venezolano, lo subsumimos a la tarea de Rodrigo Aridjis, para recordar al que hizo de su poesía un himno contra la discriminación.
Eloy Blanco nació en 1897 y murió, al parecer en México, atropellado por un carro, en 1955. Además de literato fue humorista y político y colaboró cerca de Rómulo Gallegos, el presidente venezolano autor de Doña Bárbara.
Hombre de vanguardia, activista, estuvo varias veces en la cárcel por oponerse a los gobiernos tiranos de Venezuela. Quizá por esa trayectoria opositora se le ha tratado de marginar, pero algunos de sus críticos dicen que su nombre no será recordado, pero todo mundo cantó en su momento la plegaria por los angelitos negros.
Aquí, en México, donde Eloy Blanco vivió muchos años, al poema le quitaron párrafos para convertirlo en canción, Píntame angelitos negros, misma que hizo famosa Pedro Infante.
Queriendo reivindicar su obra y sus luchas políticas, se publicó en el centenario de su nacimiento, Coloquio bajo la palma, uno de sus poemas más famosos, así como el poema pastoral: Canto a la espiga y el arado.
Vale recordar a este gran luchador en momentos dramáticos para Venezuela y pedirle a Rodrigo Aridjis que, por una vez, deje el color y nos pinte angelitos negros.
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