LIBROS DE AYER Y HOY.- Bonito nombre el de alondra, es el de una ave cantora que eleva su canto al amanecer y que por desgracia es una especie amenazada.
Pero, en cambio, de lo que es un gran drama en el país –el robo y desaparición de niños– se ha logrado una de los pocos finales felices. Alondra Díaz García volverá con su madre después de haber sido plagiada por su propio padre.
Y aunque se prevén reacomodamientos por ambas partes, hay voluntad de la madre Dorotea García Acevedo, de recuperar totalmente a su hija por la que luchó teniendo de por medio la frontera de dos países.
En México la cifra de infantes desaparecidos cambia según la fuente. Organizaciones no gubernamentales hablan de cerca de 400 mil; organismos que se ocupan permanentemente del problema, mencionan entre 45 y 50 mil.
Las cifras oficiales y del PRI son las más bajas, aunque el gobierno creó en mayo del 2012 la “Alerta Ámbar” para rastrear las desapariciones.
La finalidad de los robos es más o menos coincidente: trata y tráfico de órganos del crimen organizado, abuso sexual, venganza de familiares, extravío, fuga de los mismos infantes, etcétera. El tema es tan sensible socialmente que es utilizado con fines políticos para causar pánico.
El caso de Alondra Díaz dio un pequeño respiro a una sociedad agraviada, pese al zipizape que se dio antes con la otra Alondra (Luna), detenida y llevada a Estados Unidos sin tener las pruebas suficientes de que ella fuera la verdadera hija. Ambas muchachas han sufrido sobresaltos, pero la situación pisa tierra por fortuna.
Se ha perdido una niña (Editorial Progreso, Moscú 1982) fue escrito por la rusa Galina Demikina en 1977 y es una profunda recreación de la forma como una niña, Zoya, se extravía en un mundo fantástico, sin que su madre se entere.
Yo traje el libro de Cuba a principios de los ochenta, cuando la colorida fantasía de Zoya daba la vuelta al mundo. Es una edición hermosa, con imágenes que plasman la idea del libro: una niña enfrentada a su propia obra pictórica, con personajes salidos de su pincel, los purzis, que la acosan felizmente.
Evadida de sus personajes multicolores, con los que vive muchas aventuras como la que pinta de un tono especial cada día, Zoya regresa a su hogar para reencontrarse con su madre.
“Recuérdalo bien –le dice ella–, el pintor siempre vive en sus cuadros”. Un poema que destaca la autora, bien puede ser enviado en este caso a Alondra Díaz García, quien también se reencuentra con su madre:
¡Ya empieza, ya empieza!
Lo que no existe ha de llegar
Y lo imposible se hace verdad,
¡A ser valiente, a ser osada!
¡Ojalá se cumpla hasta el final!
¡No tengas miedo
De lo que pueda
Aquí pasar!
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