LIBROS DE AYER Y HOY
Los diamantes son eternos, decía Marilyn Monroe, como eternos son los mitos. Quizá esa eternidad buscan vender las empresas que hallaron una fuente de consuelo –y de ganancia–, en la transformación de las cenizas humanas en diamantes.
No es un invento, porque de hecho las cenizas que se logran después una cremación contienen carbono y bario y a lo mejor se acercan un poco a las cenizas volcánicas que tienen partículas de roca y mineral.
Los diamantes, no hay que olvidarlo, surgieron tras un largo proceso, de átomos puros de carbono a través de erupciones volcánicas.
El caso es que una empresa Suiza descubrió que el proceso de crear un diamante se puede agilizar con métodos modernos y proporcionar a los familiares del muerto la alegría de convivir con él permanentemente en lugar de tener las cenizas en una urna.
Los expertos dicen que las piedras preciosas en realidad son cuatro, el diamante, el rubí, el zafiro y la esmeralda.
Las demás piedras llamadas semipreciosas, son de plantas, de resinas como el ámbar o de animales, como el coral y la perla. La única piedra preciosa que puede surgir de las cenizas es el diamante.
Imagínense el valor que tiene para familiares que quieren recordar a sus seres queridos. La empresa suiza es práctica, dice que de unas cenizas producto de una cremación –alrededor de tres kilogramos–, se pueden obtener cuatro diamantes.Y ni tardos ni perezosos, empresarios funerarios de México tomaron la iniciativa en sus manos y ya ofrecen- en sociedad con los suizos-, ese servicio.
El precio es mejor averiguarlo porque se eleva al valor de ¡un diamante¡ Ese valor tenía el Diamante Hindú que configura la trama de La piedra Lunar (Ediciones Orbis S.A. 1986) la obra clásica de Wilkie Collins, que Jorge Luis Borges escogió como una de sus favoritas en la edición que dirigió como parte de su biblioteca personal.
Muy buena la selección, lo único que no me gusta es que en todas las obras aparezca la foto de Borges en lugar de la del autor.
Es una trama compleja, hermosa -que ya hemos mencionado junto con otros clásicos del autor inglés, La dama de blanco y El hombre de negro-, que se apoya en un recurso que usaba mucho Collins: la intervención por escrito de varios personajes para contar la historia.
Promotor como Poe de la novela de suspenso, el autor recrea la sustracción de un famoso diamante hindú, lo que provoca la persecución permanente de religiosos hindúes que buscan a todo trance recuperar la joya.
En la vieja casona donde se desarrollan en buena parte los hechos –recinto cerrado de la novela policial clásica inglesa–, Collins presenta personajes inolvidables, que el propio Borges considera clásicos, como el de la jorobadita Rosanna, que se inmola para proteger a su amo o el del mayordomo Betteredge, que solo ha leído un libro en su vida, que es como su biblia, El Róbinson Crusoe de Defoe.
Collins juega con toda la temática del clasicismo policial, pero a diferencia de otros autores victorianos, centra parte del enigma en algo que ahora ha aparecido en México, el opio.
Obras inolvidables las suyas, que se nos antojan tan eternas como los diamantes que tanto ambicionaba la hermosa Marilyn.
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx