A un año de la elecciones internas del Partido de la Revolución Democrática, realizadas el 7 de septiembre de 2014; a unos meses de las federales intermedias del pasado 7 de junio y a casi un año de ocurrida la desaparición de estudiantes normalistas en Iguala, Guerrero (municipio gobernado por este partido político) y en vísperas de realizar su Congreso Nacional, se ha profundizado la crisis en que vive dicho instituto político.
En el estado de Oaxaca las disputas más intensas se libran en los comités Ejecutivo Estatal y municipales. La lucha por la gubernatura y las candidaturas a diputados y presidentes, y en la coordinación de la bancada perredista en el Congreso del Estado, van tres coordinadores en lo que va de esta Legislatura.
Las luchas internas del PRD son como el Leviatán de Thomas Hobbes, una guerra de naturaleza, o lo que el cineasta Mel Gibson trata de describir sobre las civilizaciones mesoamericanas con su película Apocalypto, que “una gran civilización no es conquistada desde fuera, hasta que se destruye ella misma desde dentro”.
Nadie podrá negar que el PRD se encuentra en un proceso de disecación o adelgazamiento. Muchos levantaron la voz para cambiar el destino de este joven partido político y seguramente en su Congreso Nacional muchos que quedan aún lo harán: por convicción algunos, por interés otros.
Sin embargo, al no encontrar eco les quedan dos opciones: la salida (como muchos ya lo hicieron) o mantener la lealtad, que implica ajustarse al funcionalismo y a la tendencia inercial o natural, aunque también es cierto que hay de dentro y de fuera quienes se benefician y en estos momentos no es visible una voz que cambie verdaderamente de rumbo.
Pero, ¿de dónde viene la descomposición?
De manera general podemos sostener que empezó a perderse el PRD cuando a sus representantes los encegueció el dinero, cuando se dedicaron varios de ellos a hacer negocios al amparo de su puesto público, que al ostentar un cargo echaron mano de cuánto dinero público pudieron, cuando abandonaron sus principios, su ideología y se perdieron en las cuotas de poder que la configuración misma del PRD propició con la existencia y desarrollo de corrientes políticas.
Así, gruesamente, se podría argumentar que el dinero y el reparto de puestos y posiciones, la tipología de políticos que surgieron o llegaron, “los moderados” y “los radicales”, “los negociadores” o “los de perfil bajo”, las corrientes se fueron quedando lejos de las demandas sociales que dieron origen al PRD y a la falta de autocrítica, son algunos de los elementos que han sumido al partido del Sol Azteca.
Las corrientes internas al presentarse como lemas y sub-lemas se fueron adueñando de poblaciones, territorios y autoridades o estructuras de izquierda; en su elección interna agudizaron la división y permearon donde no la había en el ámbito municipal, digamos que su ejercicio “democrático” para abrir la participación de sus militantes para la elección de consejeros municipales, estatales y nacionales, así como congresistas tuvo efectos colaterales y sirvió para que líderes o representantes de las corrientes mantuvieran su poder en las estructuras partidarias que en muchos casos se integraron por familias y grupos definidos. Esto tuvo como resultante que tanto a nivel federal, como en Oaxaca, se dieran desplazamientos, agandalles, reemplazos ilegales de consejeros y de rupturas sin retorno. Mientras a nivel nacional dominó Nueva Izquierda, en Oaxaca lo hace Unión Campesina Democrática (UCD) aliado con otros grupos como FDD, CIVICOS, NI COSTA e IDN.
Después de su elección interna, el objetivo del bloque de corrientes fue desplazar y marginar o por lo menos minimizar en la estructura partidaria a Nueva Izquierda, del senador Benjamín Robles, Jesús Romero y ahora con tres diputados federales que la semana pasada lanzaron su organización Unir Oaxaca, no se sabe si para estirar la cuerda para que sea candidato o plataforma para lanzarse como independiente.
En una línea similar se asestó el golpe a “Los Chendos” del Istmo, también de NI, la estructura partidaria hizo lo que consideró para que no le dieran la candidatura a la diputación federal al diputado local Félix Serrano, estos apoyaron a otro partido y ahora se fueron a Morena, partido que surgió recientemente en buena medida por la lucha de intereses.
Pero la estructura partidaria sigue echando leña a la hoguera pues en un recorrido reciente llevaron al diputado federal José Estefan Garfias a los distritos electorales, a pesar de ser uno de los actores de la discordia con los dos grupos anteriores.
Si no hay disciplina, reglas claras y se pondera a las corrientes en detrimento del partido, entonces es una autodestrucción, a pesar del llamado de unidad, están lejos de las demandas ciudadanas y no se ha comprendido que la gente cada vez está más informada.
Las negociaciones de funcionarios, líderes de bancada, líderes del partido que lo hacen para sí mismos o para su grupo, fragmentan acuerdos generales internos, y esto en buena medida también ha dañado mucho.
No hay un cierre de filas, mucho menos respeto mínimo a sus representados, porque importan mucho el dinero y el poder por el poder, el ejemplo generalizado, el pacto firmado con el PAN y el PRI.
Tampoco se ha capitalizado al máximo los logros alcanzados en 2006 y en 2012 de sumar resistencia con movilización o negociación como en algún momento sugirió Rosa Albina Garavito, pero que esto fuera transparente y democrático dijo la investigadora y crítica del PRD, podría ser una ruta con muestras claras ante la sociedad.
Hace falta un examen autocrítico, borrar aquello de “o estás conmigo o contra mi”, respetar lo que piensa y decide el otro. Tener en consideración que la inteligencia de un ser humano depende de la aceptación de su realidad, abonar para que nuestra capacidad crítica sea lo que nos interese y nos haga libres. Pero sobretodo, examinar la trayectoria, los vaivenes y un diagnóstico serio e inteligente si se quiere reconstruir su hábitat político y si no, pues están los mecanismos sociales que descubrió el brillante economista indú, Albert O. Hirschman: Salida, voz o lealtad.
