CRÓNICAS DE LA ÍNSULA
Los más probable es que si la delincuencia organizada —como dice el intachable y valiente Donovan Rito García, presidente municipal de Tehuantepec— hubiera propiciado la reciente violencia en la Colonia Benito Juárez, de la tierra de la Sandunga, no abría abierto la boca para denunciarla.
Quién no sabe que los ediles de muchas partes viven sometido a la verdadera delincuencia organizada. Ni pío habría dicho, como no lo dice y menos se enfrenta y aclara las ejecuciones en ese municipio.
Es sintomático de la índole xenófoba de algunos pueblos istmeños la reacción desconsiderada y violenta de ese ayuntamiento contra dicha colonia, asentamiento de gente que llegó de fuera, sobre todo de las sierras de Oaxaca —a las que por su pelo muy lacio llaman erróneamente vallistos— y de otros pueblos étnicos, chontales, mixes.
Sin duda, de haber sucedido esto en el Barrio Bixana, Santa María, San Sebastián o Reoloteca no habría Rito García desplegado tanta violencia física y verbal.
Primero envió a su modesto cuerpo de seguridad local y raudo pidió apoyo de la policía estatal, de los efectivos de la Secretaría de Marina. Toda la fuerza contra colonos, desarmados y desorganizados.
Después, el muy cuestionado presidente Donovan —a quien le exigen obras y servicios y aclare el uso de los millonarios recursos municipales— soltó una andanada de improperios contra esos istmeños con más de 50 años asentados ahí, en tierras de su también estado de Oaxaca. Hizo increíble alarde de valentía ante los medios:
“Hacemos un llamado a la ciudadanía para que no participen en esto. Hay detrás de esto grupos que quieren desestabilizar y no vamos a permitir que la delincuencia organizada, usando este tipo de estrategias quiera dañar como ya lo hizo…No vamos a dejar que utilicen a la sociedad…yo les digo muy claro: no vamos a permitir que se apoderen de la PLAZA”.
Lo que sugiere el descendiente de tan preclara familia de políticos de prestigiado abolengo, Donovan Rito, es que esa plaza está ocupada por alguna mafia y que hay otra que la disputa; bueno sería que dijera —con similar valentía— quiénes son, y no ensañarse con esa gente a quienes quiere estigmatizar más aún de lo que su condición de migrantes los ha tenido en décadas ahí. Hay también en estos disturbios una explosión catártica en ese sentido.
¿Pero quién empezó este problema? No fueron esos vecinos, fue la autoridad municipal a través de una de sus patrullas de policía que arrolló a un mototaxi con todo y pasaje el martes de esta semana que concluye. César Aldair López Jiménez, mototaxista de la unidad número 21 de la línea “Demasiado tarde”, de 18 años de edad, falleció la madrugada del día siguiente.
Familiares y vecinos de la colonia salieron con furia, eso sí, a protestar y querer hacer justicia por propia mano, como está sucediendo en muchos pueblos ante el nulo Estado de derecho, sin que alguien aventure que detrás de ellos está la delincuencia organizada.
Nunca se les vio una USI o Kalashnikov AK-47. Ni siquiera una pistola calibre 24. Detuvieron a 24 colonos, y el problema se hizo más grande.
Ciertamente, incendiaron patrullas y realizaron daños materiales, pero el Edil priista en vez de atender a los dolientes, privilegió el monto de esos daños a sus patrullas y los llamó no sólo delincuentes, sino mafiosos. Ni todas sus viejas patrullas juntas valen la vida de ese joven; sensibilidad y prudencia hizo falta a raudales, sobró desplante y prepotencia.
Como sea, por la policía municipal murió un muchacho. El Presidente debe responder como servidor público que es, no cual capataz de un rancho de Juana Cata en tiempos de Porfirio Díaz. Alguien de este Gobierno del Estado debe asumir la solución del problema, con menos “valentía” y más cordura.
Es urgente ofrecer una adecuada reparación del daño, y separar del cargo a quien resulte responsable. Es lo menos que se debe hacer. La colonia Benito Juárez exige juicio político a Donovan Rito.
Hay que inscribir el problema en su real dimensión. Se trata de un conflicto social, con los antecedentes históricos mencionados, no de algún tipo de vendetta.
Esto último sólo hace reír a los istmeños.