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Divinos impuestos

LIBROS DE AYER Y HOY

El Servicio de Administración Tributaria (SAT) afiló sus garras y a unos días de la visita papal anuncia investigaciones en los bienes de las iglesias mexicanas.

satPero a diferencia de lo que hace el gobierno con la iglesia católica, religión tácita de Estado, en este caso todos hijos todos entenados.

Pese a ello, se percibe el mensajito a los jerarcas –agarrados del chongo en torno a Michoacán–, para que el Papa se mueva en los niveles que le han impuesto. Propuesta que no puede rehusar.

El mencionado servicio aclara que no se trata de cuestión recaudatoria (¿entonces para qué investigar?), sino de un simple visiteo para ver que es lo que tienen.

De las casi ocho mil asociaciones religiosas que ejercen el oficio de la fe, hay muchas que son pequeñas, con un círculo reducido de fieles, pero las hay grandotas como la católica que según letras del padre Pedro Herrasti (La verdad católica órgano de la curia del Arzobispado 1993), tiene universidades, escuelas, dispensarios, hospitales, orfanatorios, asilos, academias, etcétera.

Y en México quizá no operan aquellas que tanto escándalo causaron en la Europa de fines de los noventa, las fábricas eclesiales de anticonceptivos en pastillas y condones.

Una ley de amortización de bienes tendría que ser más específica en estos tiempos. Salvados limosnas y diezmos por una exención –pese a que algunos donativos son millonarios de ricos que compran el cielo–, pero que no alcanza a otros sectores sociales, la investigación del SAT se centrará en los ingresos ajenos a la fe.

Y las preguntas son, ¿pueden las iglesias creadas precisamente para la fe, realizar actividades económicas ajenas a esa fe, como cualquier empresario? ¿El gobierno no se dio cuenta antes? ¿O se usan mecanismos formales, aprobados por la ley, lo que en todo caso impediría una investigación que las vincule a la fe?

El SAT ha señalado que serán 4 mil las iglesias y congregaciones investigadas o sea, de las que se sospecha que tienen ingresos propios. Esa situación viene de décadas atrás.

¿Por qué Hacienda no hizo antes esta investigación? Elemental estimado lector. Desde que Emilio Portes Gil negoció la Cristiada y matizó las Leyes de Reforma para calmar a la Iglesia católica, los bienes empezaron a aparecer poco a poco, “tercamente”, como dice Herrasti.

Y muchos de ellos tienen en realidad un fin de apoyo social –hospitales, clínicas, comedores y otros similares–, pero el gran asunto, en el que realmente se cuela la fe, son las escuelas, las academias y las universidades que sirven para difundir una fe religiosa prohibida por la Constitución que propugna una educación laica.

Respecto a lo cual, por cierto, no suele decir nada el señor Nuño de la SEP, tan encrespado con los maestros disidentes.

El dinero de la iglesia, se llama el largo escrito publicado por Herrasti y lo mencionamos de nuevo, porque la propia curia lo reproduce para seguir insistiendo en lo dicho por el prelado.

Es un escrito que no tiene pierde, en el que el sacerdote, por pequeños capítulos va desglosando la función eclesial a la que compara con el estado en la prestación de servicios, (por eso Juárez entró al quite en 1859), la necesidad del modernismo en su acontecer –buenos carros y ahora buena tecnología para dar informes al SAT, me imagino– y la censura a la ignorancia de los que creen que esa iglesia es rica y sus miembros viven en el dispendio.

Hay algunas verdades cuando se refiere a los párrocos de pueblo, a los curas que realmente cumplen su función, pero hace mutis de una jerarquía apegada al poder, cómplice de sus vicisitudes y ahora aliada de sus intenciones papales- electorales, aunque los pleitos internos y sus protagonismos, la hagan que meta la pata.

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

 

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