HUAJUAPAN DE LEÓN, Oaxaca, julio 6.- El presidente del Centro de Derechos Humanos y Asesoría a Pueblos Indígenas (CEDHAPI), Maurilio Santiago Reyes lamentó que en pleno siglo XXI, en comunidades marginadas de esta región de la Mixteca, sigan suscitándose prácticas que violentan los derechos humanos de las mujeres, como es la venta de niñas.
En ese sentido, mencionó que la venta de niñas es un tema que debe ser revisado, de tal manera que pueda ser combatido, aunque reconoció que es un tema complicado, porque como factor principal, requiere de fomentar la educación, que les permitirá cambiar la idiosincrasia que poseen y que favorecen este tipo de prácticas generalmente avaladas por los Usos y Costumbres de las comunidades.
“Es un tema que tiene que revisarse, hay usos y costumbres que es bueno que se den, son una riqueza cultural y comunitaria que nos distinguen socialmente y nos enriquecen también, pero hay practicas obviamente reprobables, que no debemos tolerar, donde la protección de los derechos humanos debe estar por encima de cualquier definición de practica comunitaria en razón de usos y costumbres, y eso hay que revisarlo pero todo tiene que ser en un proceso educativo”, manifestó.
Santiago Reyes refirió que existen diversas localidades mixtecas donde aún persiste esa práctica como son Coicoyán de las Flores, San Antonino Monteverde, entre otras.
Detalló que los jefes de familia refieren que por tradición que les fue heredada de sus antepasados, es común que los jefes de familia reciban un presente en especie o dinero en efectivo, por conceder la mano de sus hijas, pero a pesar de ello, Santiago Reyes consideró que se violentan los derechos de las mujeres que son prácticamente vendidas, aunque se efectúe bajo un contexto cultural.
En ese sentido, refirió que el índice de la venta de niñas se ha reducido al menos en un 30 por ciento, por la consciencia que han comenzado a generar algunos padres de familia, sin embargo, reconoció que aún faltan más acciones enfocadas a la erradicación de dicha práctica, que denigra principalmente la integridad de las mujeres.
Lamentablemente la venta de niñas que se da en las comunidades marginadas favorece las condiciones para que personas provenientes de otros estados arriben a los municipios mixtecos y “enamoren” a las adolescentes para después pagar por hacerlas sus esposas y finalmente, llevárselas a vivir con ellos a ciudades grandes.
Acción a la que los padres de familia y por lo general los habitantes de las comunidades, en su mayoría indígenas, aceptan sin objetar nada, permiten que sus hijas se vayan pues tienen que acompañar y obedecer a sus esposos, sin embargo, desconocen que muchas veces éstos solo arriban a los pueblos a realizar el trámite para poder llevárselas consigo y posteriormente recluirlas en lugares clandestinos, donde las prostituyen.