Oaxaca ha sido siempre un estado colapsado en los 85 años que lo ha gobernado el PRI.
La denuncia al respecto de Alejandro Murat Hinojosa no es ninguna novedad, pero podría haberse paliado un poco si en lugar del enorme gasto en publicidad por su toma de posesión, el señor hubiera invertido ese dinero en su Estado.
En este momento a Oaxaca se le considera el número tres entre las entidades más pobres del país.
Ese lugar fluctúa y en determinado momento compitió con Chiapas por el primero y segundo lugares.
En el censo del 2010, cuando dejaba el poder Ulises Ruiz, sus 570 municipios tenían 67. 4 de pobreza y 29.8 de pobreza extrema.
Todo señalado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Por su parte, el Consejo Nacional de Población (Conapo) ya lo consideraba en el Censo del 2000 en el segundo lugar por su pobreza y marginación, sólo superado por Chiapas.
Fue en la etapa que gobernaba José Murat Casab –1998-2004–, padre del nuevo gobernador.
En todas esas décadas de gobierno priista –y que también roza el único gobierno de oposición, el de Gabino Cué Monteagudo–, Oaxaca ha sido uno de los principales expulsores de mano migrante.
De 458 municipios de alto grado de marginación, 182 son considerados de alta intensidad migratoria.
Todo debido a la pobreza en un Estado que concentra más del 20 por ciento de la población indígena con 16 grupos étnicos, en el que la educación está muy por debajo de los niveles nacionales.
Integrado por 30 distritos y 8 regiones, tiene una población de casi cuatro millones (INEGI 2015), y una orografía compleja, lo que dificulta su gobierno.
Los ataques de Murat a Cué, justificados en cierta medida, pero sin que haya retrotraído la autocrítica a los 85 años de gobierno priista, se inserta en la actitud muy generalizada del priismo que considera al país como cosa propia.
La presencia de un opositor en Oaxaca interrumpía como en muchas entidades el ejercicio de un derecho que el PRI se ha adjudicado.
Pero Murat no se acordó de lo que estamos viendo en un Chihuahua totalmente devastado después del robo del priista César Duarte, y lo que pasa en Veracruz con el saqueo de Javier Duarte, para mencionar sólo unos casos.
El señor Murat se yergue como el acusador y extiende el dedo flamígero, mientras menciona el nuevo monto de la deuda y no la miseria que ha dejado el PRI en Oaxaca en casi nueve décadas. Y de paso se muerde la lengua. Ya lo veremos dentro de seis años.
Oaxaca tiene mala suerte con sus gobernantes, un Estado que se atrevió a dar a uno de los más ilustres y grandes próceres mexicanos, Benito Juárez.
Estado creativo, plagado de artistas, poetas y artesanos, uno de los más visitados por turistas, algunos de los cuales todavía se atreven impúdicamente a regatear las bellas artesanías y, otros, que aparte se roban la creatividad (crónica Robar el alma 26 de noviembre de 2015).
Yo recorrí parte del Estado por motivos periodísticos durante una época y colaboré con la película que ganó el Ariel: Juchitán, lugar de las flores.
Siempre, como cualquier visitante, quedé prendada de su gente y acepté entre pobreza y miseria la generosidad de sus modestos aportes.
Conocí y entrevisté entre muchos a Víctor de la Cruz, Macario Matus y Javier Meneses de Gives, poetas y escritor reconocidos.
Andrés Henestrosa, a quien también entrevisté, recorrió Los caminos de Juárez (Fondo de Cultura Económica 2006), pero el del título fascinante Los Hombres que Dispersó la Danza (Porrúa 2009), le sirve para glorificar la vida zapoteca a través de sus dichos y leyendas y de paso para fijar su propio idioma que en su origen fue el zapoteco y que lo convirtió en bilingüe al aprender el español.
Y ahora, en las nuevas generaciones, brilla con luz propia la hija del gran pintor Francisco Toledo, Natalia Toledo Paz, de quien volvemos a rescatar el Alcaraván, siempre presente en la poesía juchiteca:
Como un Alcaraván que agoniza
mis recuerdos de niña
cantan en mi cabeza
El zapoteco, siempre fue el único hombre de la casa.
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx
