LIBROS DE AYER Y HOY
Es posible que algunas de las patitas tantas veces mencionadas de Gregorio Samsa, anden por ahí en un transgénico. Ni Franz Kafka lo creería. Los más de cien científicos -premios Nobel- de la Academia Nacional de la Ciencia de Estados Unidos, que avalaron en un documento los alimentos transgénicos el pasado mes de julio, ¿comerán en sus cenas navideñas ensaladas fusionadas con alacrán y tarántula o harán lo que muchos políticos, alardear públicamente, para en su vida privada dar rienda suelta a sus placeres tradicionales?
Esos científicos y los demás que inmersos en la ciencia saben de esta inquietud de las personas comunes, se sonríen con sorna y quizá tildan de ignorantes a los que ven el asunto transgénico como algo elemental; pero aunque se burlen, la cruda realidad es esa: se están alterando organismos a partir de la fusión, cuyos efectos no están comprobados todavía.
La otra parte, la de los científicos que conocen el problema y están en contra, así lo sostienen. Greenpeace, uno de los organismos opositores, advirtió al término de la 13 Conferencia de las Partes (COP 13) que el avance de los transgénicos en México se realiza pese a las resoluciones de la Suprema Corte y que los verdaderos vigilantes de los cultivos tradicionales, los indígenas, no son escuchados y se les desplaza de la toma de decisiones.
En una crónica de meses atrás, hablamos de la miel de abeja, riqueza ancestral de algunas comunidades mayas, que está siendo rechazada en los principales centros importadores, Alemania sobre todo, porque ya está contaminada con soya transgénica. Sorpresivamente Cuba anuncia que el año entrante cultivará a nivel masivo maíz y soya transgénicos.
Eso parece ser un golpe para las ONG y grupos comunitarios que se oponen en México al cultivo transgénico del maíz y de cierta manera cambia el concepto de algunos cubanos acerca de nuestro alimento ancestral, insertos ellos en el arroz chino y español.
Un ex director de Prensa Latina en México, invitado a mi casa a comer pozole, opinó que “el maíz es un cereal de engorda”. Pero conociendo la perspicacia de los científicos cubanos, su gran capacidad y la búsqueda real de mejorar la alimentación del pueblo, hay en el anuncio una esperanza que puede tranquilizar a los opuestos.
¿Se podrán cultivar especies insufladas, sin que causen sospechas o repulsión y que realmente resuelvan el grave problema de la crisis alimentaria? Hay que estar atentos. La metamorfosis (Alianza Editorial 2011, otras editoriales) es una novela corta que escribió Kafka en 1912 y que ha tenido todo tipo de interpretaciones.
Gregorio Samsa despierta transformado en un monstruoso insecto y aunque sorprendido del cambio en el que no cree de inmediato, lo que realmente siente desde el punto de vista físico, es la dificultad para moverse. Sus reflexiones vuelan a la urgencia de regresar al trabajo para seguir manteniendo a una familia que al parecer está muy satisfecha de que alguien asuma su manuntención.
El stress y la presión en la que se mueve un pobre viadante sujeto a la vigilancia y la explotación, es lo que lo hace sentir un insecto, se ha dicho. Es la metáfora de un hombre desolado que está condenado a la incomprensión. La reacción de la familia es, no obstante controvertida.
A su sorpresa, horror y miedo del principio, aparece una resignación un tanto abusiva de lidiar con un insecto y la propia y querida hermana expresa su deseo de que desaparezca, que muera para que no siga estorbando; es una de las ideas de Kafka sobre la familia expresada en otras de sus obras.
Los deseos de la hermana se cumplen sin que haya un verdadero auxilio para el pobre Gregorio y el relato se desliza hacia la esperanza, ya que una vez desaparecido el insecto -¿lo habrá utilizado Monsanto?-, las intenciones se centran en casar bien a la bella muchacha y desde luego, vivir de un yerno rico.
En la lógica del escritor checo, -fallecido a los 40 años en 1924, después de haber dado a la luz pública obras como El proceso– acerca de un comportamiento común y corriente y muy propio de la miseria humana, la verdad es que hay poco de kafkiano.
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