MUJERES Y POLÍTICA
Año nuevo vida nueva. Así dice el popular refrán que no tendrá cabida en 2017 para la nación mexicana. Irónicamente, tendremos que darle las gracias a los diputados y senadores que dijeron sí a la Reforma Energética.
Gracias a las televisoras que apuntalaron con todo el desastre que don pueblo advertía. Gracias, señor secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell por ser tan inepto y sólo velar por los intereses de particulares, pero nunca por el interés de la gente. Gracias a Enrique Peña Nieto, por cierto, calificado como el peor de los presidentes que este país ha tenido en los últimos años y que merece un juicio político.
Aquí está ya el 2017 y todo lo que ha de significar, por eso este año los buenos deseos están cargados de temor, recelo y desconfianza en contra del partido del presidente Peña que desde el anuncio funesto y ya preanuncio de la liberación del precio de las gasolinas no dio la cara, tomó un avión y junto con sus hijos y los hijos de su pareja salieron de vacaciones, faltaba más, si para eso está el pueblo pagando.
Para que vacacionen a gusto y a placer ¿Podrían vivir con un sueldo de 2 mil 401 pesos mensuales que recibe la gente por una jornada de ocho horas? No, ya vimos que no. Este es un país de desiguales.
Para nadie es ajeno que este será un año difícil y mi optimismo se une al sentir de la gente que está preocupada realmente, desde sus entrañas porque no podrán tener año nuevo y vida nueva.
En este país donde el salario mínimo es mínimo (80.04 pesos), donde el poder adquisitivo disminuyó 11.11 por ciento en los últimos cuatro años (de acuerdo con un análisis de la UNAM) y donde hay 55.3 millones de personas viviendo en pobreza como lo ha dicho el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que nos revela, además, que los últimos seis años esa pobreza creció 1.9 por ciento. Gracias, sí, a las políticas públicas mexicanas.
Y a más pobreza más violencia contra las mujeres de todas las edades, menos posibilidades de adquirir lo necesario, ninguna alternativa para salir adelante, excepto claro está que usted forme parte de la más privilegiada de todas clases de este país: la política.
¿Pero qué sabe la clase política de lo que significa vivir en pobreza? Nada. Por eso no entienden, por eso creen que se trata de repartir comida y cobertores, por eso creen que los pobres no tendrán problema con el aumento de las gasolinas, total si ni carro tienen, es más no tienen ni para un camión.
Qué saben de vivir en pobreza si jamás han tenido hambre. Jamás han pasado ni medio día sin masticar algo. En este país hay personas que no tienen ni para un kilo de tortillas y menos aspirar a que sus hijas e hijos acudan a la universidad, aunque sea pública.
Ya lo dijeron quienes saben y no necesitamos ser expertos para entender lo que va a ocurrir. Para nada. Nos dice que el primer efecto será el incremento de la canasta básica con aumento en productos como la leche, la carne, los huevos.
Si industriales y productores prevén incrementos de hasta 30 por ciento en productos de consumo diario eso nos llevará a pensar que podríamos amanecer cada día con menos consumo, menos que comer en las mesas de las familias, menos oportunidades para adquirir ropa, zapatos, además de los ya esperados incrementos en el transporte público pese a ser tan deficiente, tan malo y tan inseguro (especialmente para las mujeres).
En México, el 91 por ciento de los jefes de familia tienen vivienda propia, sólo 42 por ciento de las jefas de familia (casi 4 millones de mujeres) son dueñas de sus viviendas (Conapo) ¿Con la crisis económica cómo se resuelve esa aspiración? Si como ya lo dijo INEGI las mujeres ganan 30 por ciento menos, es decir, en los hogares jefaturados por mujeres el ingreso es menor. No me digan que ahora tendremos viviendas rosas.
De acuerdo con un artículo de Monitor Económico de Baja California (goo.gl/AEJIFr) el Centro de Análisis Multidisciplinario de la máxima casa de estudios refiere que la “pérdida para los trabajadores asalariados a lo largo del tiempo se estima en 15 billones, 612 mil 859 millones de pesos, desde el año 1983 a 2013, debido a que sus ingresos van disminuyendo con respecto a lo que genera la economía nacional, es decir, el Producto Interno Bruto (PIB).
“De 1970 a 1982 el promedio de participación de las remuneraciones a los asalariados con respecto al PIB fue de 37.1 por ciento, mientras que de 1983 a 2015, la participación promedio fue de 29.4 por ciento.
“La UNAM detalla que el tamaño de esta pérdida es exorbitante, pues equivale a 219 veces el presupuesto en Defensa Nacional para 2015; mil 238 veces el presupuesto de Comunicaciones y Transportes y 51.1 veces el presupuesto de Educación: “El tamaño del despojo es tanto como para pagar por más de un siglo (124 años) todo el presupuesto destinado a deuda pública”, asestó”.
Ahí lo tienen. El 2017 será un año difícil y tendremos que exigir cuentas a quienes nos gobiernan, sólo de esa manera sabremos si el pueblo mexicano tiene sangre o atole en las venas, como decía mi maestro de Sociología.
Será un año lleno de dificultades, en especial para las mujeres que son las que finalmente, por construcción de género, por asignación de roles, por mandato, siguen lidiando dentro de casa, aun cuando trabajen fuera de ella, aun cuando aportan la mitad o a veces más de los recursos que se requieren para mantener a una familia.
La cotización de las gasolinas, sin duda alguna, reforzará el rostro femenino de la pobreza. Pobreza con la que, en año político, rumbo a las elecciones 2018, serán parte del juego permanente al que esta nación ha sido sometida elección tras elección. Veremos si desde este 1 de enero el PRI empieza a cavar su tumba o los mexicanos seguimos como hasta ahora: sobreviviendo y masticando las sobras.
@jarquinedgar