Al periodista Javier Valdez lo mataron el Día del Maestro; el lunes 15 de mayo. Lo sacaron de su automóvil afuera de la redacción de RíoDoce e, hincado, le dispararon doce tiros… La crueldad fue el signo de este asesinato, pero también la humillación.
Era una forma de vengarse doblemente de alguien que había descubierto una de las partes más enfermas del cuerpo social mexicano y lo había publicado con base en su derecho constitucional a la libertad de expresión.
El origen en México de la libertad de imprenta proviene de la Constitución de Cádiz de 1812 y lenta pero en su espíritu liberal se trasladó a nuestras constituciones, primero a la de Apatzingán y de ahí en adelante a las leyes de Reforma y a la Constitución de 1917.
Siempre con el espíritu de defensa de la libertad para expresarse y para imprimir. El presidente Miguel Alemán estableció desde 1951 el 7 de junio como el día de la Libertad de Expresión en México.
¿En verdad podemos decir que en México hay libertad de expresión?
Habría que recordar que este derecho constitucional no es privativo de quienes ejercen el periodismo y de quienes editan las diferentes formas de divulgación de ideas y expresiones, ya impresos como periódicos o libros o revistas y más, o digitales o electrónicos: es una atribución de cada uno de quienes vivimos en México y somos mexicanos.
Pero ¿hoy en México hay una libertad de expresión? Podríamos decir que no. Tan sólo en el caso del periodismo nacional hay una crisis severa tanto de expresión como de derecho a la información y transparencia informativa desde el gobierno.
Pero esto va a más: Es por impunidad, por corrupción, por intereses criminales, económicos o políticos, en lo que intervienen el crimen organizado, narcotraficantes y muy particularmente gente de gobierno de diferentes niveles.
Lo han recriminado al gobierno mexicano instituciones nacionales e internacionales; le han exigido que tanto el gobierno federal como los gobiernos estatales y municipales atiendan con seriedad el tema y den protección a los periodistas, como también transparencia y claridad para investigar los casos de asesinato y persecución al periodismo.
Apenas el 3 de mayo el Comité para la Protección de los Periodistas (CPP, cuya sede está en Nueva York, EUA) presentó su informe anual.
Ahí estableció que “Sin excusa: México debe quebrar el ciclo de impunidad en asesinatos a periodistas” y advirtió que “México es uno de los países más peligrosos en el mundo para la prensa, con impunidad endémica que permite a grupos criminales, funcionarios corruptos y cárteles de la droga, silenciar a sus críticos”.
Carlos Lauría, coordinador para América del CPP detalla que “…el problema va más allá de la libertad de prensa, rebasa una situación gremial que afecta derechos humanos de un país, los derechos a la libertad de expresión y el acceso a la información (lo que) impide a los mexicanos tener un debate abierto, agresivo sobre los temas que más afectan a la población, lo que está dañando la salud de la democracia”.
Y sí, hay instituciones que se suponen responsables en la materia como es la Fiscalía Especializada en la Atención a Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, las comisiones estatales de la misma materia y más: todo con cargas onerosas para el contribuyente mexicano, y sin resultados ni eficientes ni creíbles aun.
“… Desde el gobernador pasando por altos funcionarios acusan a periodistas de estar vinculados al crimen sin ningún tipo de evidencia, lo que genera más temor e intimidación”.
Al presentar su informe en Veracruz, el coordinador de CPP dijo que espera que los gobernadores Miguel Ángel Yunes (Veracruz) y Alejandro Murat (Oaxaca) “puedan redimir el contexto de los gobiernos anteriores que han consagrado la impunidad a partir de la falta total del cumplimiento de las obligaciones de impartir justicia”.
¿Podemos decir entonces que en México hay libertad de expresión?
No. Si bien existen los medios impresos, digitales o electrónicos que transmiten información y opiniones que contextualizan ésta, lo cierto también es que en muchos casos hay presión para no decir-para callar, por autocensura o bajo amenaza o el cumplimiento de las amenazas, ya desde funcionarios y empleados de gobierno como desde el crimen organizado.
En estas circunstancias podemos decir que no la hay. Y no la hay porque mientras uno sólo de los periodistas, que son intermediarios entre la sociedad y los actores de gobierno, empresa, sociales públicos o privados, para dar a conocer hechos que atañen a esa sociedad, mientras uno sólo muere o es amenazado o dañado en su físico como en su patrimonio o censurado, entonces no hay libertad de expresión…
Hoy más que nunca esto se percibe en el ambiente periodístico; pero también en el social, cuando esa misma sociedad no se atreve a denunciar o a expresar su pensamiento, no sólo mediante la voz, como mediante el hecho político que es su voto…
Así que en esas estamos. ¿Día de celebración de la libertad de expresión? ¿Sí? ¿Hasta qué punto? Muchos podemos expresarnos. ¿Pero cuántos en México no? ¿Cuántos han muerto por esta libertad? Esa es una gesta que hay que reconocer, pero también salvar. ¿Quién se encarga?
Artículo tomado de la Agencia Quadratín en la siguiente dirección: https://mexico.quadratin.com.mx/mas-menosjoel-hernandez-santiago-38/