+ Secretaría de Economía debe fijar específicamente su objetivo sobre el mezcal
Dentro de las muchas interrogantes que pesan sobre las fiestas de julio en Oaxaca, se encuentra la interrogante de por qué siguen organizando la Feria Internacional del Mezcal (FIM). Su finalidad inicial, fue la de incentivar la posibilidad de que la incipiente industria del mezcal se diera a conocer en el mercado local, y comenzara a ser un producto apreciado entre la población, que hace dos décadas veía al mezcal como una bebida alcohólica de baja categoría y calidad. De entonces a la fecha, el mezcal oaxaqueño ha sufrido una enorme transformación en la percepción social. Pero lejos de evolucionar, parece que la Feria es un evento extraviado que carece de finalidades y utilidad tanto para la industria como para los consumidores.
En efecto, hoy la Secretaría de Economía del Gobierno del Estado presentará la vigésima edición de la Feria del Mezcal, que estuvo a punto de cancelarse y que internamente pasa por una crisis generada por las desavenencias entre el gobierno y el Patronato Nacional de la Industria del Mezcal, que hoy están enfrentados tanto por la organización de la feria como por sus dividendos derivados de la taquilla y la venta de espacios para los expositores. Se han centrado en eso, como si ello fuera lo importante, y han desatendido toda posibilidad de darle a la Feria del Mezcal la utilidad que podría tener tanto para quienes intentan colocar sus destilados, como para los que quieren conocer más acerca del producto, o quienes quieren tener acercamientos con mezcaleros para efectos comerciales.
Nada de eso está presente en la Feria del Mezcal, y eso es muy grave. Prácticamente desde que se creó, la FIM ha sido cuestionada por lo que algunos califican como “una gran cantina a cielo abierto”. No se equivocan, aunque en realidad esa debiera ser sólo la primera de las críticas que, luego de veinte años de organización, ya tendría que estar superada por alguna otra —o un conjunto— de sus demás finalidades posibles. El problema es que la FIM sigue anidando los vicios de la vieja promoción al consumo sin establecer mecanismos más atractivos para la comercialización, la culturización o la promoción de inversiones para estimular el crecimiento de la industria.
De hecho, si a la FIM la cuestionaban por el dispendio descontrolado de alcohol entre sus asistentes, eso ya tendría que haber sido erradicado a partir de argumentos muy concretos: las famosas “pruebitas” deberían haber desaparecido para darle paso a procesos más elaborados de culturización sobre las propiedades químicas y sensoriales del producto, que en alguna medida son las que han colocado al mezcal dentro de los mercados más selectos de la gastronomía, la coctelería y las bebidas embriagantes en México y el mundo.
Eso es justamente lo que hacen otros eventos, en otras entidades federativas, que también promueven a la industria del mezcal, pero que lo hacen a partir de que las personas paguen el alto costo del producto derivado del reconocimiento a sus propiedades sensoriales, químicas y demás. Eventos como el Festival Dardo y las Ferias del Mezcal de otros estados del país están dedicados a esas finalidades, mientras la Feria del Mezcal de Oaxaca sigue atrapada en el engaño de la “pruebita” de mezcal como gancho para que sólo algunos de los miles de asistentes compren alguna botella, casi siempre de bajo precio.
NO HAY DERROTEROS
En esa lógica, la Feria del Mezcal tampoco sirve para la promoción del producto entre quienes están interesados en los llamados mercados gourmet, orgánico y hasta el hipster. Eso, en algunos momentos, lo ha hecho el gobierno pero como parte de otros programas sin estimular la posibilidad de que exista una culturización más masiva —entre los oaxaqueños— del mezcal como parte de la gastronomía, la cultura y las bebidas tradicionales de los pueblos de Oaxaca. Es verdaderamente trágico que la gran mayoría de los oaxaqueños que beben mezcal, sepan prácticamente nada de dicha bebida. El problema es que el gobierno y los organizadores de la Feria del Mezcal no se preocupan por ese rubro, aunque después consumidores y promotores se quejan de quienes más saben del mezcal oaxaqueño… no son oaxaqueños.
Junto a eso, la Feria Internacional del Mezcal tampoco tiene derroteros definidos respecto a la comercialización. La Feria no está acompañada de programas más agresivos de atracción de comercializadores, exportadores y brokers que utilicen a la Feria como un escaparate para conocer la enorme diversidad de marcas y productos oaxaqueños, y para entrar en contacto con productores, comercializadores y distribuidores que permitan la expansión de los alcances del mezcal, que aún siguen siendo muy cortos para el potencial que aún tiene como producto de primera calidad.
Evidentemente, si ello no ocurre mucho menos existe la posibilidad de que la Feria sirva para promover las inversiones en la industria mezcalera. Este, que tampoco es un rubro nuevo ni desconocido, es el que por la indolencia y la abulia gubernamental, ha provocado que el proceso de inversión sea según las reglas del mercado, en las que casi siempre quien termina perdiendo es el productor de mezcal, que es el menos aventajado y el que acaba malbaratando su producto a quienes tienen cierto capital para invertir, y que como es casi natural buscan la mayor ventaja para maximizar las utilidades del dinero que le mete a la industria. Por eso, sí hay inversiones pero éstas casi nunca tienen como origen la Feria del Mezcal.
Incluso, la Feria Internacional del Mezcal tampoco sirve como escaparate para conocer los mezcales de otras regiones del país. No puede ser internacional, porque nunca ha habido la reciprocidad con otro país, para que exhiba alguna bebida alcohólica endémica de su región y reconocida con alguna denominación de origen, y eso le de el sentido internacional a la Feria. Y ni siquiera podría ser una Feria Nacional del Mezcal, porque en los últimos años el gobierno ha fracasado en los intentos de que vengan mezcaleros de otros estados de la República —aparte de Oaxaca, otros ocho estados cuentan con la protección de la denominación de origen mezcal—, y para el presente año tampoco se tiene proyectada la presencia más que de algunas marcas aisladas de mezcales de alguna otra región, sin que ello signifique una presencia importante de otros mezcales, variedades, o regiones del país.
En el fondo, la situación de la FIM es trágica porque mientras en otros estados la forma de concebir las ferias y los festivales de bebidas alcohólicas se han transformado y han evolucionado de manera notable con fines comerciales, de culturización o de promoción específicos, en Oaxaca la Secretaría de Economía insiste en que se siga organizando la misma Feria Internacional del Mezcal de hace diez o quince años, que la atención se siga centrando en la captación de recursos por concepto de taquilla, y se siga estimulando el trato diferenciado —y desigual— entre productores grandes y pequeños para tener presencia en la feria. A los pequeños se les cobra y se les limita, y a las tres o cuatro marcas más grandes les dan cancha libre para que hagan lo que quieran con los espacios y las actividades dentro de la Feria del Mezcal.
SE, EXTRAVIADA
La Secretaría de Economía dice querer promover la Feria del Mezcal, pero no sólo no estimula, sino que claramente desalienta la presencia de los medios informativos en general, y mucho más a los poquísimos medios especializados en ese mercado. Quizá por eso, sus ingenuos funcionarios siguen pensando que habrá quien haga fila y ruegue por una acreditación para la FIM, para lo cual piden requisitos francamente burocráticos y hasta ofensivos. ¿A quiénes querrán invitar entonces? ¿Al Tv notas? ¿A las artistas de Televisa? ¿A Pati Chapoy? ¿De veras caerán en tal frivolidad? ¿O de nuevo tendrán una Feria que no sirve más que para demostrar su ramplona visión sobre la única industria local que, a pesar de ellos y sus extravíos, genera empleos y economía en Oaxaca?