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Alberto

Morena: la depuración del partido

ISONOMÍA

Con la elección del nuevo presidente provisional, Morena se definirá en la disyuntiva de abonar al tendencial autodestructivo o aprovechar las oportunidades para su consolidación en clave democrática. La militancia espera nuevas dirigencia apegadas a nuevas reglas que permitan superar la indefinición, el inmovilismo y la incertidumbre perniciosa del partido en el poder nacional y local.

El nuevo liderazgo de Ramírez Cuéllar que se formó en las batallas surgidas desde el ámbito de la sociedad civil, comprende los procesos autorreferenciales de los partidos en México y en el mundo.

Esos procesos indican la brecha creciente que acosa a todos los partidos: el distanciamiento entre los objetivos, eternamente electorales, de los partidos con respecto a las necesidades, demanda y expectativa social.

Ahí el truco es recordar que el partido necesita una estrategia visible y clara de ponerse al lado del bien público y en apoyo a la defensa proactiva del proyecto de la Cuarta Transformación en el nivel nacional pero también en los estatales.

Esa estrategia debe definirse claramente a favor de la gente y no al servicio de los políticos conservadores de todos los partidos e incluso de Morena que no entienden la esencia popular del proyecto de transformación.

El partido necesita también encargarse de las tareas ideológicas y doctrinarias que se enfoquen a la lucha por las mentalidades en seno de las matrices comunicacionales y de socialización.

Ahí es donde hay que desarticular el modelo cultural de la ideología conservadora y sustituirlas por el modelo ético e incluyente que proclama la 4T que debe desbloquear la parálisis del Instituto de Formación Política e impulsar un nuevo y potente modelo de comunicación política.

Los procesos electorales son tarea importante, no única, de un partido político aún en crecimiento como es el caso de Morena, donde hay la oportunidad de regresar el poder de decisión a las bases vía métodos de consulta popular y no solo de las dirigencias.

Se tiene que comprender que llegó a su fin la política de alianzas amplias y que la coyuntura exige el avance ético y doctrinal por encima de criterios de permanencia a grupos y la utilización del dinero.

Si todo esto es así, lo primero es tomar posición sobre los procedimientos para elegir presidente del Comité Directivo Nacional y de los estatales que no puede ser otro que la encuesta abierta.

A sabiendas que cualquier método tiene sus fortalezas y debilidades, no hay duda que un paso importante en la depuración del Partido Morena será la utilización de procedimientos similares para elección de Comités Directivos en los estados. ¿O usted cómo la ve?

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