ISONOMÍA
En la sociedad actual, la de las comunicaciones, la complejidad y la diferenciación, no hay forma de mantener consensos absolutos; no hay cómo ponerse de acuerdo de forma total. Es el reino de las interpretaciones en un entorno de alto volumen comunicacional.
Luego pues, los individuos construyen sus posturas y sus discursos en función de su posición en el entramado social y de su exposición a las comunicaciones de distinto nivel.
Los contras, de la oposición, resentidos, excluidos y despistados, pensaron que el viaje del presidente Andrés Manuel López Obrador a Estados Unidos iba a ser un desastre: resultó todo lo contrario.
Había que destacar, de entre muchos, dos poderosos mensajes de la gira.
1.- Que la imagen del Presidente es el núcleo duro, icónico, del proyecto de transformación del país, cuyo capital simbólico es el más resistente y, por tanto, el más difícil de cuestionar. Esto indica que los contras no entienden bien que no hay futuro en atacar la parte más sólida del proyecto de transformación.
2.- Que la gran empatía y capacidad de convocatoria del Presidente no está basada en artificiales construcciones propagandísticas, sino en la congruencia política, gran inteligencia estratégica que interpela con gran efectividad a la población en la cotidianidad del diálogo social directo. Esto lo hace desde hace muchos años.
De ahí que todas las acciones que haga el Presidente, incluso los posibles errores, serán vistos de manera indulgente por la colectividad porque desde hace mucho que ya se gestó la representación colectiva del Presidente como símbolo de honestidad, inteligencia y congruencia.
Al final del mensaje de AMLO, en la declaración conjunta, el Presidente norteamericano exclamo: Fantástico! Y no lo hizo sólo por el protocolo diplomático, al cual ha demostrado poco aprecio, sino por el reconocimiento de que estaba frente a un Jefe de Estado hábil y prestigiado al que había que reconocer para abonar a la causa propia.
La tienen difícil los contras. Está difícil matarle el gallo. ¿O no?