LA SUAVE PATRIA
Luis Alberto García * / Valladolid, Yucatán
* Esta magnética población se encuentra a dos horas de Mérida.
* Rodeado de impresionantes cenotes, cautiva por su amabilidad.
* Con su gente y mansiones del pasado, tiene relevancia histórica.
* Escenario de los levantamientos indígenas y el legado colonial.
* Está a medio camino de la capital estatal y de Cancún
La mejor forma de conocer la península de Yucatán es por carretera, para descubrir haciendas henequeneras que permanecieron abandonadas –hoy restauradas y convertidas en hoteles-, sitios arqueológicos y una ciudad colonial como Valladolid, a medio camino entre Mérida y Cancún, y la segunda más importante del estado.
En esta capital histórica de los mayas tuvieron lugar diversos levantamientos de resistencia indígena durante la Conquista, y que la influencia española se observa en los templos religiosos de San Servacio y el convento de San Bernardino de Siena, en un encuentro de riqueza cultural maya y colonial que se debe estudiar.
El nombre de Valladolid se debe al homenaje que los españoles quisieron hacer a la ciudad española del mismo nombre; fundada en el siglo XVI y construida sobre el templo maya de Zací -gavilán blanco”-, en donde vivían los cupules, habitantes originarios de ese antiguo asentamiento maya.
Por su cercanía a tres importantes zonas arqueológicas mayas —Chichén Itzá, Cobá y Ek Balam—, a Valladolid se le conoce como la capital del Oriente Maya, cuyas calles están bordeadas por casonas coloniales que recuerdan postales donde muestran tranquilidad.
La plaza y el parque Francisco Cantón Rosado son los principales puntos de reunión de la ciudad, y dese ahí los viajeros pueden admirar la fuente de La Mestiza, que rinde honor a la mujer yucateca, mientras degustan un raspado refrescante.
Hay que fijar la vista en el Palacio Municipal, cuya estructura —se dice— es una copia de la Casa Real de Santo Domingo, en la República Dominicana, la isla de La Española descubierta por Cristóbal Colón compartida con Haití.
La historia más llamativa de las que se cuentan alrededor de la iglesia de San Servacio es la que refiere al asesinato de los señores Fernando Hipólito de Osorno y Gabriel de Covarrubias, episodio que se conoce como el “crimen de los alcaldes”, ocurrido en 1703.
La iglesia fue derribada posteriormente y reconstruida con el reacomodo del altar y la entrada del templo que cambió de lugar, del oeste hacia el norte, y afuera se exhibe un par de cañones que se usaron contra el levantamiento indígena que algunos historiadores han llamado la Guerra de Castas, que se prolongó de 1847 a 1901.
El conflicto se originó por la opresión a que fueron sometidos los mayas desde tiempos de la conquista, que corrió por cuenta de Francisco de Montejo, seguida de una colonización que hizo de los indios su mano de obra esclava, vendidos a los terratenientes y plantadores de caña de Cuba en una acción inhumana que desembocó en una rebelión.
Francisco Paoli Bolio, escritor y catedrático yucateco, tiene una obra que documenta la situación de hambre y miseria en que los grandes hacendados mantenían a los indios mayas en el siglo XIX, como lo haría el profesor Fernando Benítez en su libro-reportaje Ki, el drama de un pueblo y de una planta, editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) en 1956.
Escenario de una batalla en 1855, fue en el convento de San Bernardino de Siena fue uno de los primeros claustros franciscanos de la ciudad; pero además hay que visitar el museo de San Roque, recinto que relata el origen maya de Valladolid, que tiene murales de Fernando Castro Pacheco, similares a los que hay en el Palacio de Gobierno de Mérida.
Para acercarse a las artesanías populares lo mejor es ir Casa de los Venados, que resguarda más de mil piezas de arte, o al Centro Regional de Artesanías Zací, donde se pueden encontrar valiosos objetos hechos a mano.
En síntesis, hay que destacar que aquí conviven la idiosincrasia maya, la arquitectura colonial y las especialidades gastronómicas, también cargadas de leyendas, como todo lo que ofrece Yucatán con sus historias, como aquella que dice que es lugar de nacimiento de la cochinita pibil.
Otros manjares originarios Valladolid son los que preparaban los mayas con carne de venado, jabalí o faisán en sus hornos pib como ofrenda durante el Hanal Pixan, que también tiene su mito y su leyenda.
*Premio Nacional de Periodismo / 2011, 2015, 2019 / Categoría Crónica.