LIBROS DE AYER Y HOY
Ha sido claro que lo más evidente para calificar a un sistema, son sus pobres, sus deudas, su contaminación y la ineficiencia en sus estructuras. Son tapabocas muy claras para esos que a punta de alharaca cuestionan hasta el zumbido de una mosca.
Todos los días hay algo que señalar, pero existen cuestiones que rebasan ese señalamiento porque implican la desaparición de vidas, el peligro inminente de riesgo social y de catástrofe. Eso en lo que respecta a cuestiones naturales.
Está el otro aspecto en permanente flujo, lo social, relacionado con el crimen organizado que ha actuado por décadas en el país, los malos sistemas de salud que se evidencian ahora, con decesos de personas que por mal estado también en décadas, no han resistido el Covid-19 y la deficiente estructura en grandes proyectos o en habitación particular, cuando la hay, que han creado permanentes riesgos ante su precaria resistencia.
Esto último, mas en zonas de cuencas y aguas peligrosas, como lo estamos viendo en Tabasco, Chiapas, Veracruz y otros estados.
Miles viven en chozas, en chinames, en casas de cartón y todavía algunos tienen la desfachatez de levantar la voz, ¡Qué vergüenza!
“NUESTRAS VIDAS SON LOS RÍOS QUE VAN A DAR A LA MAR”, DECÍA JORGE MANRIQUE
Si parodiamos al gran poeta de las coplas podríamos decir sin metáforas, que los ríos son buena parte de nuestras vidas.
Y la primera pregunta que nos surge ante el anuncio de desbordamientos es si sus estructuras están vigiladas en forma permanente y si se aplican los protocolos no estructurales para cuidar a poblaciones que están en constante riesgo, con advertencias, medidas y esa vigilancia.
Se ha criticado la desaparición del Fondo para la atención de Emergencias (Fonden), pero el gobierno ha informado de apoyos directos en zonas de riesgo y lo está haciendo en estos momentos trágicos, de inundaciones.
Los expertos hablan de 42 ríos principales en México, pero los hay innumerables con menos caudal y longitud en muchos estados.
En la zona del Pacífico, por ejemplo, hay 100 ríos que alimentan la parte de occidente, en la misma medida que hay 46 en la parte oriental sin contar los que corren por vías internas del país.
Están además los que compartimos con Estados Unidos, el Bravo, el Colorado y el Tijuana con las vicisitudes que hemos visto recientemente con la toma de la presa de La Boquilla.
Los dos primeros son ríos que desahogan principalmente en Estados Unidos y el primero sirve como línea fronteriza al recorrer 2 mil 053 kilómetros de los 3 mil 169 kilómetros de frontera con seis estados mexicanos y 4 estadounidenses.
Están por el lado sur los ríos que se comparten con Guatemala, seis, entre ellos el famoso Grijalva hoy en riesgo y dos con Guatemala y Belice al mismo tiempo, el Usumacinta y el Hondo.
Los ríos que inician su caudal en el país del norte, son muy largos, solo el Colorado mide 2 mil 730 kilómetros, en tanto que el más largo en nuestro país, el Lerma, que nace en el Nevado de Toluca, tiene solo 960 kilómetros, lo que ya es decir.
EL RIO COMO FUENTE DE VIDA, DE POESÍA Y DE MUERTE
Cantaban Los Chalchaleros a Atahualpa Yupanki:
Soné que el río me hablaba
con voz de nieve cumbreña
y dulce me recordaba
las cosas de mi querencia
Y García Lorca exhibía a La casada infiel
Y yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela
pero tenía marido
Y el poeta juchiteco Macario Matus, que se crió cerca del río de Los Perros que bordea Juchitán, le contaba al rio lo que tanto había sufrido su pueblo. De su capitulo Pueblo y muerte del libro Palabra desnuda (Casa de la cultura del Istmo 1977)
Río
Mi río herido hasta el fondo
Tu que has visto tanta muerte,
tantos caídos por tu labio izquierdo.
Río,
herido río de los perros ahogados,
de caballos muerto en la arena,
bueyes atascados, peces, galápagos,
almejas y bogavantes que paren
bajo el agua ensangrentada.
Cuanto han llorado tus ojos tiernos
desde aquella negra tarde de noviembre.