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Comunicar o distorsionar…

CENTINELA

+ ¡Sólo la verdad nos hará libres!

Rafael García Zavaleta*

Por problemas de salud en la vista tuve que dejar de escribir dos años -ayer los cumplí-. Estoy de vuelta en varios medios, gracias al Ser Superior que me lo permite.

A propósito de los hechos de 2006 en México y de los resultados electorales de 2020 en Estados Unidos de Norteamérica, sobre lo que sostienen los que se dicen periodistas, comunicadores o analistas, tanto mexicanos como norteamericanos, y sobre lo que debe decirse sobre la verdad, al respecto, cabe mencionar un texto de Fernández Buey, en “la política como ética de lo colectivo”, respecto a Gramsci:

“Ya de joven Gramsci había escrito, con mucho fervor moral, que la verdad debe ser respetada siempre, independientemente de las consecuencias que tal respeto pueda traer, La búsqueda de la verdad y la aspiración a la veracidad en el quehacer político son congruentes con la explicitación de las propias convicciones y éstas deben hallar en su propia lógica la justificación de los actos que el hombre con convicciones cree necesario llevar a cabo. La mentira y la falsificación – declaraba este Gramsci joven – sólo producen, en cambio, castillos en el aire que otras mentiras y otras falsificaciones harán decaer.

“Más tarde Gramsci hizo suya la máxima de Romain Rolland, según la cual la verdad es siempre revolucionaria. ‘Decir la verdad y llegar juntos a la verdad’ fue para él la sustancia moral del programa comunista en la época de L´Ordine Nuovo.

“En los cuadernos y en las cartas escritos desde la cárcel reiterará que decir la verdad es consustancial a la política auténtica, la táctica de toda política revolucionaria. La exaltación de la veracidad, ya no sólo frente a la mentira o el engaño explícitos, sino incluso frente a la falsa piedad y la compasión mal entendida, es el hilo rojo a través del cual, en su epistolario, trata de fundir una relación afectiva sana y la vida buena en la esfera pública. Se podría decir que es la veracidad de Gramsci, esta pasión suya por buscar y decir la verdad, lo que más conmueve en las Cartas de la cárcel, probablemente porque el lector atento capta enseguida que ahí, en esta pasión vivida en condiciones tan penosas, está una de las causas de su tragedia…”.

Así deberían comportarse tanto los comunicadores mexicanos y norteamericanos involucrados en los temas políticos, fieles a la verdad, pero desafortunadamente se mueven al “son que les toquen” los dueños de los recursos económicos que controlan a los comunicadores a través del dinero. Esos dueños del dinero que también son los que detentan mucho poder político.

El comportamiento y desarrollo de las elecciones en Estados Unidos de Norteamérica está siendo cuestionado por parte del equipo de Trump, y el propio candidato afirma que ha habido fraude y los que están con los intereses del partido demócrata-Biden, se apresuran a decir que están mintiendo, tan así, que suspenden la transmisión de la vocera oficial de la casa blanca pretextando que está transmitiendo mentiras “fake-news”.

Ahora dicen que Trump y su equipo están destruyendo las instituciones electorales y la credibilidad en el sistema democrático de Estados Unidos de Norteamérica, que había sido considerado como la mejor democracia del mundo.

Así es como lo relacionan con el fraude electoral de 2006 en México, donde las circunstancias no son semejantes porque aquí habían hechos previos como el desafuero o la campaña negra de que Andrés Manuel representaba “un peligro para México”.

Mientras que en EU, Trump es el presidente de la nación norteamericana. Es en el propio comportamiento de la prensa y televisión norteamericana, donde ahora los analistas responsables, comprometidos con la verdad, se empiezan a preguntar si la cancelación de la transmisión de la conferencia de prensa de la vocera de la Casa Blanca, fue un acto de “responsabilidad” para no transmitir mentiras,  o un acto atentatorio en contra de la libertad de expresión y lo que es peor, un acto perverso a favor de los que pretenden imponer el fraude y no quieren que este aberrante acto de corrupción se conozca.

Haciendo uso de mi libertad de expresión y creyendo en la verdad de lo que manifiesto, considero que, en dos años del nuevo sistema de gobierno, aún con la contingencia de la pandemia que nadie se la esperaba, vamos avanzando en todos los aspectos que impone la necesidad urgente de cambio; en todas sus vertientes: social, político, económico y cultural.

Pero también considero que esa necesidad de cambio de nuestra realidad social, económica y política, exige hoy de toda la sociedad, entender la necesidad de tener conciencia que además de la mala economía, la violencia y la pobreza, estamos urgidos de valores éticos.

No basta una gran estrategia económica-política; de sofisticadas políticas públicas de atención a la pobreza o para la recuperación y difusión de la cultura; de nuevos y sofisticados programas educativos, para la enseñanza de las matemáticas, o de la enseñanza del inglés; de una estrategia para contrarrestar la violencia y el crimen organizado, sino, se trata de dirigir gran parte de nuestra atención para reconstruir la concienciación de la sociedad de que necesitamos retomar la ética, desde los valores que se vieron totalmente degradados en los tres últimos sexenios de gobierno.

Millones de mexicanos estamos convencidos que actualmente se persigue un ideal ético-político, junto con la nueva etapa en la vida política, económica y social de la nación, en la que tenemos un dirigente político que tuvo desde hace muchos años la insistencia de perseguir un ideal, a la manera del revolucionario Antonio Gramsci, en la que la praxis nunca la separó de un ideario intelectual, así es la similitud de nuestro presidente, si analizamos que plantea una y otra vez, al igual que el revolucionario, una reestructura moral en la política y retomar la ética, así como la formación política de cuadros que defiendan con sustento el ideal de lo que significa la cuarta transformación de la república.

Esas dos palabras, cuarta transformación, que ha cautivado a millones y millones de mexicanas y mexicanos, así como de millones en el mundo, lo que Fouillée denominó una idea de fuerza o idea social que se va haciendo realidad por la acción.

Desde luego, no todos los que dicen pertenecer o procurar por la cuarta transformación, vienen con la misma intención de hacer bien las cosas o lo mejor posible. Es cierto, invadieron muchos ambiciosos, farsantes y perversos, con intereses oscuros y personales, los vemos en los ayuntamientos de los municipios, en las diputaciones locales y federales, así como en el senado y en gubernaturas también, pero de nosotros depende que esto se evite en la gran elección del año próximo.

Que no nos pase lo que sucedió con Fox, o lo que sucedió en Oaxaca con Gabino Cué, donde, por cierto, varios de los que fueron malos funcionarios, hoy juegan en la cancha de los representantes populares de Morena en el Congreso actual, ah, y quieren gobernar Oaxaca.

No lo permitamos oaxaqueñas y oaxaqueños, necesitamos involucrarnos de inmediato en un verdadero movimiento de transformación, para cerrarle el paso a estos impostores y construir un proyecto de transformación real para Oaxaca.

Tiene que configurarse la creencia colectiva de que necesitamos una ética colectiva restructurada, basada en la fraternidad sincera y solidaria.

Que no sólo necesitamos de las matemáticas u otras materias de las ciencias exactas, sino que también necesitamos de la ética, de esos valores éticos que transforman y generan una sociedad equilibrada, que respeta a los derechos humanos, con conciencia de que debes hacerle a otro lo que quieras que se te haga a ti mismo.

Se requiere un México diferente, con perspectiva de género, con una convicción de que el respeto a la igualdad entre hombres, mujeres y personas de preferencias diversas es esencial para generar respeto y condiciones para una sociedad en paz.

Propiciar una sociedad en la que todos tengan oportunidades de dedicarse a una actividad o trabajo que les genere no solo lo necesario, sino lo suficiente para desarrollarse y realizar sus sueños personales y familiares. Pero que esa sociedad esté consciente que cuenta con un gobierno, no paternalista, sino que le brinda el apoyo para realizar sus proyectos personales y de gremio.

No se trata de una utopía pensar que la transformación de México y Oaxaca pueden ser, la de México está en camino, la de Oaxaca hay que construirla de inmediato, estamos a escasos dieciséis meses para que decidan un candidato por el que podamos votar confiados en que encabezará la transformación real de Oaxaca.

Lo indispensable y pertinente para transformar Oaxaca, no está sólo en modificar la forma de educar y transmitir las reglas que se deben cumplir desde nuestro hogar, los desempeños honestos de nuestros funcionarios, de nuestros maestros, del desempeño de la sociedad misma, basada en el cumplimiento estricto de los principios éticos de igualdad, honestidad, honradez y amor al prójimo, sino en el empeño férreo de nuestra voluntad en todos nuestros actos cotidianos para lograr esa tan urgente transformación.

Sabemos que en lugares como Oaxaca, Campeche, Guerrero o Coahuila las cosas deben cambiar con mayor profundidad, porque desde hace décadas han tenido una y otra vez la desgracia de estar en manos de desgraciados que sólo han perseguido beneficios personales, familiares y de grupo gansteril, que siguen transitando en la impunidad, con bienes y riquezas mal habidas que van desde hospitales, acciones en compañías petroleras o residencias y departamentos en los Estados Unidos.

En esos lugares hace décadas que no conocen otro gobierno que no sea el del PRI. Esos estados de la República viven situaciones que no pueden llamarse gobierno, que no podría ser de otra manera, porque los personajes gobernantes están empeñados en enriquecerse a costa de la miseria del pueblo.

Debemos encontrar a las mujeres y hombres, ciudadanos libres y de buenas costumbres que los enfrenten, los expulsen y generen un saneamiento en sus estados.

Cuidemos que no vuelvan a engañar al pueblo, ni parientes ni compadres, ni exparejas, ni familias acaparando puestos y sin perfil, ostentando el poder por el poder mismo. Ojalá no se repitan las tómbolas para decidir candidatos a puestos de representación, que se le de la oportunidad a los mejores, a los más sensibles y capacitados. Pero es el pueblo el que debe despertar, no más votos a familias ni mafias.

Y también reiteramos nuestro deseo de que los periodistas, columnistas o analistas, sean internacionales, nacionales o locales, se apeguen siempre a la verdad, que no distorsionen la verdad, que recuerden siempre la máxima cierta, muy cierta, la verdad los hará libres.

*Doctor en Derecho y Doctor en Educación.

 

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