Diez tendencias de mercadotecnia 2025
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+ Arturo Herrera Gutiérrez, titular de la SHCP, desmintió dos veces a la ASF, antes de que dicha entidad aceptara su error. El costo de cancelar el NAIM fue 65.8% menor a lo que la propia ASF dio a conocer en una primera revisión.
Ciudad de México. 9 de mayo de 2021.- La Auditoría Superior de la Federación (ASF) informó que cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional del México (NAIM) costó 113 mil 327.7 millones de pesos y no los 331 mil 996 millones que calculó en un primer análisis.
En febrero, la ASF dijo que cancelar el también llamado Aeropuerto de Texcoco tuvo un costo 232 por ciento mayor a lo previsto por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador; es decir que ascendió a más de 331 mil 996 millones de pesos. Pero dos días después, y luego de críticas de la administración federal, el organismo reconoció que existían inconsistencias en la cuantificación realizada en el marco de la auditoría, por lo que anunció una “revisión exhaustiva”.
La tarde de ayer, la ASF publicó un informe donde precisa el costo generado por frenar la obra hasta el 31 de diciembre de 2019. Detalló que los costos por la aplicación de recursos ascienden a 127 mil 089.3 millones de pesos, de los cuales 93 mil 204.0 millones corresponden al concepto de “Inversión ejercida en la construcción del proyecto y terminación anticipada de los contratos”.
Otros 33 mil 885.3 millones de pesos se atribuyeron a los costos por la “Liquidación, recompra, prepago, gastos de operación, pérdidas en cambios y otros”.
De acuerdo con el análisis de la ASF compartido, de esos más de 33 mil millones de pesos “descontados de 15 mil 006.4 millones de pesos de ‘INGRESOS FINANCIEROS’ obtenidos de las inversiones de los recursos captados, se determina un ‘COSTO NETO DE CONSTRUCCIÓN DEL NAICM Y TERMINACIÓN ANTICIPADA DE LOS CONTRATOS’ de 112,082.9 millones de pesos”.
El análisis de la ASF suma a esa cifra otros mil 244.8 millones de pesos de “Intereses por pagar devengados”’ al 31 de diciembre de 2019, detalló que esa cantidad “corresponde a un costo devengado pero no pagado”, por lo que el “Costo del esquema de financiamiento, construcción y terminación anticipada de contratos del NAICM al 31 de diciembre de 2019” se determinó en 113 mil 327.7 millones de pesos.
Estos datos son resultado de las reuniones de trabajo que mantuvo la ASF con el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) entre febrero y marzo.
El 6 de mayo, ante las versiones que circularon en la prensa, citando a la ASF, sobre que el costo de cancelar el NAIM había costado 331 mil 996 millones, Arturo Herrera Gutiérrez, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) salió, por segunda ocasión, a desmentir la información.
Herrera Gutiérrez dijo que el costo de cancelar el NAIM no fue de 331 mil millones de pesos, sino 75 por ciento menos. El funcionario federal emitió un mensaje desde su cuenta oficial en Twitter donde destacó que las notas periodísticas que aparecieron este jueves y sostienen que los costos de cancelación del Aeropuerto ascienden a 331 mil millones de pesos están erradas. “Esta información es incorrecta. Las minutas de trabajo que tenemos con la ASF arrojan una cifra de poco más de una tercera parte de lo señalado”, afirmó Herrera Gutiérrez.
El 23 de febrero pasado, el Secretario Herrera Gutiérrez había aclarado también un error cometido por la ASF al calcular el costo de la cancelación del NAIM. Esa noche y en un video difundido en las redes sociales, expuso que, al revisar el reporte de la Auditoría Superior, “cuando menos el 75 por ciento de lo reportado respecto a la cancelación del NAICM, es erróneo. Cometieron errores básicos de contabilidad financiera, algo sorprendente en una institución tan profesional como la ASF”.
“El monto dado a conocer sorprendió a propios y extraños por la cantidad tan elevada y por diferir tanto de los números que se habían esgrimido con anterioridad”, dijo entonces Herrera.
El funcionario federal también explicó que en el reporte de la ASF aparecieron los costos asociados por la liquidación de la Fibra E, un instrumento emitido en 2018 por 34 mil millones, los costos por cancelación por 50 mil millones, más los costos de los bonos en circulación por 168 mil millones.
“Ninguno de estos costos existe. En primer lugar, como mencioné estos bonos ya habían sido emitidos, de tal forma que ya eran deuda del Estado mexicano. Los bonos fueron emitidos en cuatro series, dos de esas series fueron emitidas en septiembre de 2016, las otras dos series en septiembre de 2017 y finalmente la Fibra fue emitida en marzo de 2018”, expuso el Secretario de Hacienda.
Después de que la Auditoría reconoció errores en los datos que compartió sobre el NAIM en la revisión de la Cuenta Pública 2019, Agustín Caso Raphael fue separado temporalmente de su cargo como Auditor Especial de Desempeño.
Este artículo fue tomado de la agencia Sin Embargo: https://www.sinembargo.mx/08-05-2021/3973351
Ratifico mi amor por ella: la crónica es en realidad un género que se nutre de muchos géneros, es como esas hermosas flores, enredaderas portentosas, que envuelven a muchos árboles y se nutren de su savia bienhechora. Es un saprofito luminoso que ha desplazado a otros géneros literarios y periodísticos, para aposentarse, señera, en un ámbito que estereotipó esquemas y viola constantemente las normas justas del arte y de la información.
Todo lo que se ha dicho de la crónica, cae en este momento en la duda. Se le atribuye su nombre al latín crónica, derivada del nombre Cronos, dios del tiempo, pero los que definieron desde la antigüedad su eficacia, lo hicieron con un esquema lineal, siguiendo un orden temporal, cuando en la realidad todos sabemos que es imposible.
El tiempo siempre se escurre de diferentes maneras en los acontecimientos y la misma presencia de las cosas, delineadas y construidas desde antaño, hablan de un pasado y avizoran un futuro. No podemos hacer una crónica de un río que se sale de cauce, sin mencionar las causas que lo produjeron -eso fue anterior-, ni decir lo que sucederá en el futuro con sus aguas.
El uso de la crónica solo como fuente histórica, también ha demostrado sus dudas. La fama de este género parte de ahí, siempre engarzada a la definición secuencial. Pero muchas veces hicieron caer a la historia en graves incongruencias.
En realidad buena parte eran especies de los modernos boletines noticiosos que alertaban sobre un acontecimiento y contaban las vivencias de los personajes, con una descripción precaria. Las grandes crónicas que menciona la historia, junto con sus autores, seguían esa línea, aunque su valor literario es extraordinario. No me extenderé en nombres porque son demasiados.
Son miles, por no decir millones de crónicas que se escribieron en el pasado para hacer referencia a acontecimientos históricos o de la vida de reyes y notables personajes. Pero muchas en realidad eran una lista de acontecimientos que se querían resaltar, sin ningún seguimiento formal ¿Habrá dicho realmente don Guadalupe Victoria: “¡Va mi espada en prenda, voy por ella!”?
A la crónica se le equipara al artículo, a la reseña, a la columna, pero ella, como un extractor indecente que se legitima después, se nutre de todos ellos. Es más, se apodera de partes del cuento, del relato, del ensayo, la nota informativa, el reportaje, la entrevista y le da un llegue a la novela y a la poesía. He leído crónicas que ya las quisiera el mejor poeta, el mejor cuentista.
La reseña, definen algunos, es un relato breve sobre acontecimientos lineales, panorámicos; con esa definición, la reseña no sería otra cosa que una crónica chiquita. En la actualidad tesis, ensayos, investigaciones se meten con la crónica, delinean sus partes, pero lo que están haciendo ¡es una crónica de la crónica! Está, como un hado burlón, exacerba esa discusión, para enterarse qué segmento no le ha sido adjudicado todavía y luego luego lo incorpora a su modo de vivir, para sustraer alguna savia que le faltaba. Estamos ante un monstruo.
Las grandes crónicas que sirvieron de base a nuestra historia si bien se fincaron en ese alegre contar de historias de valientes o de zangoloteos sorpresivos, algo tenían de valioso para que eliminada la paja, figuren como parte fundamental que ha dado sentido a un país. Están las clásicas producto del asombro, que escribieron los españoles, Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo y otros, pero hay una que puede catalogarse como el sustratum del conocimiento de nuestros antiguos moradores y lo que verdaderamente hicieron los españoles.
La crónica se mezcla con la historia, con investigación, con datos y aportes directos que no pueden poner en duda su sustento. Me refiero a la Historia General de las cosas de la nueva España, de Fray Bernardino de Sahagún, el más grande portento que dio ese ciclo y que por fortuna se guarda en 12 tomos, por desgracia en España. Sahagún pulula en la crónica matizada con relatos, consejas pueblerinas, aparejadas con datos de gran valía que han llevado a ese fraile a ser considerado el padre de la etnografía.
En años posteriores mientras el cronista se enseñoreaba de la vida del país y del periodismo, surge el poeta Guillermo Prieto, cronista de los avatares de Juárez y defensor suyo cuando, traicionado por el coronel Antonio Landa, iba a ser fusilado en una prisión del palacio donde el presidente ejercía, en Guadalajara. Cuenta la crónica escrita por el propio Prieto y repetida miles de veces, como tiró al benemérito hacia atrás para protegerlo y lanzó una de las arengas más grandes de la historia. Se destacan las frases dichas ante los soldados: “¡Los valientes no asesinan, quieren sangre, bébanse la mía!”.
Crónicas de otros señalan que tanto el poeta como los soldados enternecidos por el salvamento de Juárez, lloraron a lágrima viva. En una crónica reciente de Bertha Hernández, sobre lo que queda de aquella prisión, la excelente cronista de Guadalajara remata un relato sobre el caso diciendo: “Pero si el paseante se asoma hoy a un pequeño patio sembrado de naranjos, verá el relieve que congela en bronce de la más alta calidad, real y metafórica, el momento en que Juárez sobrevivió gracias a un poeta metido a político”.
Para unos es un ensayo para otros un relato, pero como ambos se subsumen en la crónica, es una de las crónicas más bellas e ilustrativas que se han escrito. La Visión de Anáhuac se inicia con aquella frase que se atribuye a Humboldt: “Viajero: has llegado a la región más transparente del aire”. Y a partir de ese primer apartado, las luces nos deslumbran: “el aire brilla como un espejo”, “una luz resplandeciente que hace brillar la cara de los cielos”, diría el fraile Navarrete. “La extraña reverberación de los rayos solares en la masa montañosa”, decía Humboldt.
Para el escritor español, Rafael Lemus, el género de la pequeña y extraordinaria obra de Alfonso Reyes está sometida a duda, no solo en su estructura, sino en el mensaje que envía ese Reyes discreto casi sin opiniones, hablando de un México que entonces no existía y aprobando de alguna manera al extranjero. Se pregunta: ¿Qué es, un ensayo, un poema en prosa, una estampa histórica, o un texto político que habla de la situación de México en 1915, mientras finge hablar de 1519?
Mi respuesta profana sería que se trata simple y llanamente de una crónica de crónicas. Una crónica que se retroalimenta con unas de su género, una especie de caníbal portentoso que presenta la dimensión justa de lo que fuimos, éramos -y somos- visto desde los ojos sorprendidos del invasor... y de Reyes.
Esta es mi postura sobre la crónica de las que llevo centenares escritas. Todas son imperfectas, a todas les añado algo, me agarro de sus aliados o de sus sometidos, de sus vasallos, y escribo y escribo como si solo estuviera caminando por una senda sencilla, sin saber que me encontraré al final, con un monstruo.
Pongamos todo en perspectiva
– Carlos Villalobos
Diario Ejecutivo
– Roberto Fuentes Vivar
La ciudad y sus personajes
– Rodrigo Aridjis
Perspectiva Social
-Karina Sánchez