Utopía
El bombardeo aéreo del complejo Al-Jalaa en Gaza a cargo del Ejército israelí y que albergaba 60 departamentos residenciales y varias oficinas, como las de la agencia de Estados Unidos Associated Press y del canal de televisión de Catar Al Jazeera, mostró a la lenta y parcial comunidad internacional, a la opinión pública global que empieza a reaccionar en plazas y calles, hasta dónde está dispuesto a llegar el gobierno de Benjamín Netanyahu en su ofensiva militar no sólo contra Hamás sino contra los palestinos, para lo cual debe contemplarse lo que avizora el presidente de la AP, Gary Pruitt, “el mundo sabrá menos de lo que está sucediendo en Gaza.
Las fuerzas armadas de Israel explicaron que sus cazabombarderos “atacaron un edificio que albergaba objetivos militares, pertenecientes a la inteligencia militar de la organización terrorista Hamas”. El reporte castrense indicó, sin ofrecer pruebas, que el movimiento islamita “se esconde y utiliza como escudos humanos” a los medios de comunicación instalados en la torre de departamentos.
Por su parte Pruitt aseguró sin tapujos: “Puedo decirles que nuestras oficinas estuvieron en ese edificio durante unos 15 años. Ciertamente no teníamos la sensación de que Hamás estuviera allí”. Informó que pidió “explicaciones” al gobierno de Netanyahu y que AP contactó al Departamento de Estado de Washington para obtener más información del ataque, mientras el titular de éste, Antony Blinken, está atareado en defender el “derecho de Israel a defenderse”, a tono con lo que marcó Joseph Biden, quien desde el 20 de enero proclamó el “regreso de Estados Unidos”, como si con su antecesor Donald Trump la potencia todavía hegemónica pero en claro retroceso, estuvo de vacaciones durante 2017-21.
Los periodistas y empleados estadunidenses y catarís fueron avisados por teléfono del bombardeo para destruir el edificio una hora antes. Procedieron a sacar las pertenecías más valiosas: mochilas, documentos, laptops, equipo de fotografía y grabación. Pero los 60 minutos fueron insuficientes si se toma en cuenta que sólo dispusieron de un elevador para que en el otro evacuaran a niños y ancianos, incluso con la ayuda de los colegas. Las escaleras tampoco bastaron a pesar de que corrieron cuanto fue posible.
Solicitaron, pues, 15 minutos más a un sujeto de la inteligencia israelí. El propietario del edificio, Jawad Mahdi, intercedió en vano: “Todo lo que pido es que permitan que cuatro personas entren y tomen sus cámaras”. Luego redujo la solicitud: “Respetamos tus deseos, no lo haremos si no lo permites, pero danos 10 minutos”.
El oficial israelita sentenció: “No habrá 10 minutos… Nadie tiene permitido entrar al edificio, ya les dimos una hora para evacuar”. Y a las 15:12 horas del sábado 15 tres misiles impactaron contra el complejo Al-Jalaa, derrumbándolo totalmente en cinco minutos. No se reportó ningún herido. La AP y Al Jazeera, además de otros medios, transmitieron en vivo y en directo desde las azoteas de edificios aledaños.
“Estamos conmocionados y horrorizados de que el Ejército israelí apunte y destruya el edificio que alberga nuestra oficina y otras organizaciones de noticias en Gaza”, concluyó Gary Pruitt, porque “el mundo sabrá menos de lo que está sucediendo en Gaza”.
Por el contrario, los pueblos y gobiernos del mundo presenciaron una demostración de que los gobernantes de Israel no conocen los límites que marcan el respeto a la vida y la información, cuando de despojar al pueblo palestino de sus territorios se trata. Benjamín Netanyahu está dispuesto a casi todo para demostrar fuerza y capacidad de decisión de su gobierno, caracterizado por la corrupción y la debilidad. Lo sucedido y lo que acontece podría significar un punto de inflexión, de quiebre, en la arrogancia y expansionismo gubernamentales. ¡Ojalá!
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.