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Jaquelina Rodríguez

Activistas de humo

Luciérnaga Vespertina

Me han contado que recientemente hubo una llamada de atención con respecto a una falta que algunas estudiantes de preparatoria atribuyeron a la profesora de literatura en una “escuela X” del país. La mujer-maestra atentaba según la acusación “contra su propio ser, al generar violencia de género” en el salón de clase. Toda acusación debe tener un fundamento, y este fue que durante el curso “no se leía literatura escrita por mujeres”.

La profesora compareció ante las autoridades pertinentes de su escuela para dar respuesta a tan vergonzante y ridícula acusación. ¿Qué decir en su defensa? En la actualidad la violencia de género  es una falta grave en nuestra sociedad que se castiga por la ley. Por otro lado, las palabras son un látigo envenenado las más de las veces por la ignorancia y la simulación. Un látigo que hace daño y muchas veces causa la muerte existencial, moral y laboral.

Algunos alumnos y personas suelen criticar al sistema educativo y a sus actores, pero sin conocimiento de causa, en este caso en particular se trata del desconocimiento de los programas de estudio. El programa de estudio para las escuelas del sistema incorporado a la UNAM se actualizó en el año 2018 en que entró en vigor con la generación que iniciaba la preparatoria. Anteriormente se abordaba la disciplina desde una perspectiva histórica.

Es decir, se estudiaba la historia de la literatura desde la antigüedad hasta la época actual enfocándose especialmente en la literatura de Occidente, para lo cual nunca hubo alguna objeción. Debemos ser honestos en tanto que este programa era sumamente ambicioso para cumplirse en un año escolar que se reduce a nueve meses descontando periodos vacacionales, días festivos, horas dedicadas a conferencias y otras actividades propias de la escuela, así como también a exámenes departamentales por parte de DGIRE (Dirección General de Incorporación y Revalidación de Estudios, UNAM) y exámenes de CENEVAL, hoy DOMINA.

Aquel programa quedó en el pasado, en la historia. A partir del año 2018, los profesores fueron conociendo la nueva propuesta para cada una de las materias que se imparten en la Preparatoria Nacional y por ende en las escuelas incorporadas. Cada profesor avanzó con los alumnos en el conocimiento y reconocimiento del nuevo programa. Así que su implementación sugería un análisis a fondo.

Este análisis nos ha permitido ver que el nuevo programa no sólo es repetitivo entre un grado y otro, sino que replica en parte, el anterior. Es decir que cambian los títulos de las unidades con nombres más sugerentes, como “Literatura y experimentación”, “La identidad nacional y la otredad”, “El hombre y la naturaleza”, “La ciudad literaria”, “El compromiso social y la denuncia” y “La expresión femenina”, en el caso de Literatura mexicana e iberoamericana correspondiente a tercer grado de preparatoria.

En un análisis de ambos programas vemos que la nueva propuesta guarda veladamente la lógica de la anterior dado que para algunas unidades repite la bibliografía sugerida en el programa de 1996, por ejemplo, la unidad “Literatura colonial mexicana del siglo XVI” empata con la unidad del nuevo programa: “La identidad nacional y la otredad”. En la universidad existe la libertad de cátedra, sin embargo, también existen exámenes estandarizados que evalúan el desempeño del alumno y, sin engañarnos, también el del profesor. Estos exámenes no sólo evalúan el contenido sino también la cronología de las unidades. Así pues, en enero se evalúa mediante ese examen estandarizado las primeras 3 o 4 unidades del programa, mientras que en abril se evalúan las restantes. Es por ello, que a pesar de la libertad de cátedra los profesores deben ser cuidadosos en seguir el orden cronológico indicado por la universidad.

La sexta y última unidad, que rara vez se logra cubrir aún en este nuevo programa, está dedicada a la escritura y expresión femenina (tristemente la última). La selección de lectura propuestas por DGIRE para algunas de las seis unidades está conformada por textos escritos, en su mayoría, por varones, ¿por qué? ¿No creen conveniente mejor dejar la última unidad para dedicarla a la escritura y expresión masculina, y de esta forma dedicar las cinco primeras unidades a la lectura en su mayoría de literatura escrita por mujeres? ¿Existe un desbalance en el programa? ¿Acaso, en un afán de ser inclusivos estos actores de la educación priorizan por una parte la expresión femenina, pero por otra la relegan a un segundo plano?

Entiendo que el propósito es la inclusión, en el sentido de reconocer la creación artística y participación social de unos como de otros (mujeres como hombres). Regresemos a nuestro caso, ¿la profesora en cuestión se inclinó más por la lectura de literatura escrita por varones en un afán de marginar a su propio género? Obviamente no, claramente siguió las referencias y sugerencias del programa. Contenidos dictados por expertos en el área. ¿Cuáles son sus criterios para la creación de contenidos disciplinares? No lo sabemos.

***

Soy consciente del “nuevo” despertar femenino, me alienta a la búsqueda, al reconocimiento, a la inclusión y a la reflexión. Entonces me di a la tarea de buscar el origen de ciertas ideas con respecto a la valoración de la mujer como individuo y ciudadana. Llegué pues a Virginia Woolf y su ensayo Una habitación propia que aguardaba silencioso pero firme en el estante de un artesanal librero blanco dedicado exclusivamente a la literatura escrita por mujeres.

Esta escritora inglesa, nacida a finales del siglo XIX (1882) y para quien la literatura fue “un instrumento de liberación propia”, se entregó a la escritura en un análisis profundo y estilo particular. Así como ella, yo estoy “sentada a orillas de un río” de asfalto interminable, ardiente, severo al trato y frágil al tiempo, río en el que se ha convertido lo que alguna vez fue la antigua ciudad de México Tenchtitlán, y “perdida en mis pensamientos” sobre el significado de la educación, de la enseñanza de la literatura, de la mujer y de la vida.

En este ensayo tan particular Virginia Woolf inicia su reflexión sobre dos términos en cuestionamiento, la mujer y la novela en su estilo tan particular, nos sonríe diciendo que no hablará de las escritoras que la precedieron ni de las grandes teorías literarias. Su exposición es profunda sin demagogia intelectual ni erudición académica. A través de la agudeza de pensamiento y su sutil estilo literario nos advierte que la historia, así como los personajes y los lugares que contará son ficticios, pero lo que devela cada parte de esta historia que nos narra es un devenir histórico, en el que el juego del poder económico, social y político han determinado la condición de la mujer como la del hombre.

A quienes promueven el activismo social no como moda política ni escaparate mediático, sino como principio verdadero de búsqueda y liberación, les invito esta porción del arte literario escrito por una mujer activista que en su tiempo perteneció al partido laborista inglés en un afán de encontrar las respuestas a las preguntas sobre una existencia inefable y contradictoria. Los dejo con Virginia Woolf caprichosa como una dama y sensata como una mujer.

[1] De acuerdo con la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, Organización de las Naciones Unidas 1993, en su artículo primero, por Violencia de Género se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.

www.inesle.gob.mx/Investigaciones/2018/08-18 Violencia de Gene… · Archivo PDF

Jaquelina Rodríguez Ibarra

Estudié literatura porque en los libros he aprendido a vivir. Por las mañanas dedico el tiempo impartiendo clases de literatura en la Prepa Vizcaínas y editando la revista Jardín de Letras que cada verano presenta los textos escritos por los jóvenes que gustan de las letras. Por las tardes edito la publicación digital Terciopelo Negro; también leo, escribo y sueño.

Colaboradora desde el 6 de agosto de 2021.

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