Utopía
El todavía gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, fue invitado el fin de semana pasado por el presidente Andrés Manuel para representar al Estado mexicano ante el español, previo beneplácito del gobierno del “socialista” Pedro Sánchez y por supuesto la venia del Senado mexicano, y el líder del Revolucionario Institucional reaccionó como burócrata mayor de un partido muy venido a menos, después de que en forma orgullosa y hasta pedante lo denominaban “invencible”. Y arrebataba cuando lo vencían en buena lid.
Para Alejandro Moreno Cárdenas, conocido como Alito, “Absolutamente nadie puede utilizar las siglas del PRI para negociar posiciones”. También dijo en sus redes sociales que la invitación a Ordaz Coppel fue a título personal y como militante priista, antes de aceptar el cargo de embajador, debe presentar su solicitud para sumarse a un gobierno surgido de un partido distinto y el Consejo Político Nacional decidirá si lo aprueba.
No, no es un arrebato de respeto a los procedimientos institucionales en un partido que los desconoce gracias a la autoritaria voluntad presidencial en tiempos “del partido prácticamente único”, como lo llamó Carlos Salinas, el autócrata que removió de sus cargos a la mitad de los gobernadores priistas e impuso su voluntad en la maquinaria tricolor, salvo cuando pretendió cambiarle el nombre por el de partido de la solidaridad. Durante su gobierno asesinaron a 600 militantes políticos disidentes. ¿Y el oligopolio mediático? Callaba, aplaudía y recibía muchísimas prebendas.
Es sólo el frío cálculo político de las consecuencias que puede generar el hecho de que el sinaloense ocupe el cargo en una de las principales embajadas mexicanas, en un país con empresarios trasnacionales que son de los principales inversores en México, con todo y el distanciamiento entre La Moncloa y Palacio Nacional, después de que no se dignaron en contestarle a AMLO una “respetuosa solicitud de perdón” por las atrocidades cometidas hace 500 años y durante tres siglos, contra los pueblos originarios. No se molestaron y filtraron el texto a los medios y echaron a andar ataque de autoridades e intelectuales pro-monárquicos, como el plagiador Arturo Pérez-Reverte.
El Revolucionario –la voz popular lo cambió por “rovolucionario”– denunció por medio de su presidente Moreno que no permitirá “las intenciones del gobierno de Morena para dividir ni a la coalición Va por México ni al PRI”.
Intenciones que serán salvadas al ser aprobada o rechazada la propuesta presidencial por el CPN, o bien Alito tiene el control en sus manos.
En política las intenciones no cuentan tanto como los resultados. Y por supuesto que López Obrador hace política desde el amanecer y todos los días, ese es su “noble oficio”, como dice.
Mas no estaría de más contemplar que también Antonio Echeverría García, gobernador de Nayarit proveniente de Acción Nacional, fue invitado por Obrador a integrarse a su equipo de gobierno. Y todo indica que contempla a otros que están en vías de entregar las riendas a los sucesores. Tampoco sobra que Moreno Castañeda aprenda a distinguir la diferencia sustancial que existe entre Estado y gobierno, incluso en la concepción marxista que es la menos lineal.
Salvo que su interés sea más ideológico que político, lo que no se corresponde con la voracidad por ocupar las presidencias de las más importantes comisiones legislativas en San Lázaro, donde los dirigentes morenos ya les leyeron la cartilla: “No se les va a marginar, pero tampoco se les va a sobrevalorar”.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
