Libros de ayer y hoy
Una masacre más en Estados Unidos, con un arma de las que tienen libre uso en ese lugar. Con más de 310 millones de armas de uso común que circulan, es difícil impedir su aplicación, más cuando las leyes de ese país son poco restrictivas al respecto.
Se ha dicho que ya es común que en el país del norte las armas que tienen sus ciudadanos superan el número de los mismos. Se mencionan 120 por cada 100 habitantes. Los comentarios sobre los trágicos sucesos ocurridos en Pontiac, Michigan el martes 30 de noviembre, en los que el adolescente Ethan Crumbley asesinó a cuatro de sus compañeros de clases, demuestran la visión limitada que se tiene de lo que es realmente el país en donde viven.
El culpable está detenido y será juzgado como adulto y dos juezas intervinieron para detener a los padres como homicidas culposos, pero la situación se detuvo ahí. Hasta el momento de escribir esto el crimen giraba en torno del señalamiento personal y no se veía ninguna reacción directa al armamentismo en aumento que hay en ese país.
Grandes empresas que proveen de armas al mundo, que por cierto acaban de reclamar que México se esté moviendo para impedir su notable incursión dentro del país, siguen incólumes. En el norte todos pueden tener armas al grado de que unos padres ven como normal tener un arma y darla a su hijo para que la puede usar, así la madre lo quiera detener después, según consta en mensajes. Pero el mal ya estaba hecho.
Se impone dentro el uso de armas, tal como el gobierno las usa fuera
La normalidad de las armas en Estados Unidos, es una normalidad que se ha impuesto a la ciudadanía, en la misma manera que en sus diferentes guerras, ha impuesto esas armas, pero de mayor calibre en sus momentos de conflicto. Lo ha querido imponer en México, donde el pasado año ya se hablaba de 15 millones de armas, 85 por ciento de las cuales eran ilegales y con las que se cometían el 67.4 de los homicidios.
La revista Mexicana de Política Exterior de la Secretaría de Relaciones Exteriores, publicó un amplio reporte especial en julio de 2020, en el que menciona cifras y tipos de armas que hay en el país. Se refiere a su ingreso y la forma como muchos de los 25 mil ciudadanos que pasan la frontera, cerrada transitoriamente por la pandemia y abierta de nuevo, venden al crimen o a otras personas paquetes de balas que meten a escondidas en el paso por la franja.
En el mundo ha bajado la tendencia ciudadana a tener armas en sus casas. A diferencia de un sistema de flexibilidad que al menos en México se empezó a aplicar desde 1856, el permiso de armas se ha ido restringiendo en las propias leyes de países. Se menciona solo a tres de ellos abiertos, Estados Unidos casi libre en su totalidad, Guatemala y México. Este lo contempla en su artículo 10 constitucional y en su reglamentaria Ley Federal de Armas de Fuego y Explosiones, delimita usos y tipos, así como cantidad. Normalmente un ciudadano solo puede tener una para su defensa a menos que tenga ocupaciones que precisen un número mayor.
Las armas cercanas y el peligro permanente
Miles y miles de casos se podrían contar. En el país del norte se cree que un tercio de los hogares tienen familias en constante contacto con armas. Se compran y no se guardan con seguridad. En 2020 según datos de la BBC de New York, hubo 369 disparos hechos involuntariamente por niños, de los que resultaron 142 muertos y 232 heridos.
La cercanía de armas se convierte en una obsesión, algo que se está removiendo en interior. Quizá eso pensó Kurt Cobain cuando se dio un balazo en la sien o el movimiento quizá inconsciente que llevó a Alec Baldwin a empuñar una pistola que se disparó.
Y la que se movió en la mano del que mató a Brandon Lee y a Antonio Velasco, el mexicano muerto con la pistola al parecer inocente que empuñó Flavio Peniche como lo han recordado medios en estos días trágicos. Las armas están por todos lados, son la gran amenaza del presente. Por eso los cantantes de Voz de mando no se tibian para hablar de sus 500 balazos y describir en sus versos cantados a lo que ha llevado el uso de las armas:
Muchachos de arranque
saben del peligro
ya están bien curtidos
se hicieron a tiros
al que se atraviesa
tumban de cabeza,
si es que bien les va
Teresa de Jesús Gil Gálvez
Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.
Colaboradora desde enero de 2017.