Libros de ayer y hoy
Aumenta el número de denunciantes violentos, que han entendido mal la tolerancia. El gobierno no aplica protocolos
Son muchos los grupos e individuos que están haciendo exigencias a partir de la violencia. Exigen solución a sus denuncias, mientras cometen un delito o una infracción.
La posición de este gobierno de no reprimir se ha tomado como una especie de tolerancia que no ha sido entendida. En otros gobiernos ya se hubiera reprimido a muchos grupos que exigen como si su problema fuera único, con la toma de edificios, casetas, vías; atacan con instrumentos peligrosos, piedras, golpes, bombas molotov, palabras ofensivas, por demandas de situaciones que no han sido creadas en estos tiempos.
Suelen pedir en la inmediatez, el saber de un familiar que desapareció hace décadas, denunciar crímenes que acuñaron la historia, el sistema y el comportamiento adquirido, lo cual es calar en la hondura.
Un estado tiene una responsabilidad limitada en hechos y a casos comprobables que marcan su límite. ¿Deberá ser responsable el gobierno de Francia de los crímenes de los monarcas absolutos?, Rusia de los de los zares, y más cercano, de la miseria y muerte que extendieron en los peones los hacendados antes de la Revolucíón.
Son crímenes que marcaron a los países pero que exorcizó la historia o en el caso de México, la Revolución.
La insistencia violenta demerita demandas, desacredita y pierde efecto
La crítica de medios al gobierno, que se escuda en la libertad de expresión, no puede ser violenta ni difamatoria como se ve a diario en medios digitales, radio y televisión.
El caso de Carlos Loret de Mola se suele poner como ejemplo extremo, con otros, que se dedican en su actividad a generar golpeteos. Como ejemplo de los hechos violentos que hemos visto en demandantes, está el tráiler que le echaron encima a la Guardia Nacional los normalistas, al grado de que hasta el propio diario de derecha Reforma lo puso como principal en su edición del 5 de febrero.
Recientemente se dieron a conocer las cifras perdidas por las muchas tomas de casetas de esos grupos 4 mil 121 millones en 2020, que en algunos casos han convertido esa situación en un negocio.
La toma de vías ha causado grandes pérdidas en los transportes de mercancías y la toma de edificios por feministas y por grupos indígenas en el Instituto Nacional Indigenista, ha destruido expedientes y pérdida en la utilización justa de esos espacios para solucionar problemas.
Los edificios y enseres agredidos por la violencia femenina, han sido pagados en su reparación con dinero del pueblo. En los pasados tres años, la ciudadanía ha sido testigo de muchas demandas justas, que en el momento no se pueden resolver, como es el caso de los 43 de Ayotzinapa en el que las autoridades han puesto mucho esfuerzo.
Ahora, los padres y grupos de normalistas se suman a la toma de casetas, agresión y escándalos, de lanzamiento de piedras y agresiones como las ocurridas en Chiapas.
Las exigencias son en la gran mayoría justas y un alto porcentaje de la población las apoya, pero cuando las cosas toman otro derrotero, la duda empieza a surgir ¿es la lucha por las demandas o por ambiciones políticas? Esa pregunta se le puede hacer, por ejemplo, al llamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que ha sido omiso o detractor de toda participación y su respuesta ha sido negativa.
Difícil recuperar el pasado, castigar, hacer justicia y reparar daños
El aumento de las demandas violentas, no ha fijado una nueva política de estado. No se aplican protocolos. En la justicia también hay una lógica, aunque esa lógica haya sido aprovechada en el pasado para no responsabilizarse de cualquier acto que no correspondiera a un período.
Dentro de las posibilidades de la prescripción de delitos y de la existencia de algunos que no prescriben, debe haber una situación que lleve a solucionar casos. Lo mismo en sucesos de responsabilidad de los gobiernos actuales.
El derecho a manifestarse y expresar ideas, debe ser pacífico según la Constitución, pero las demandas rebasan esas órdenes. Ha habido verdaderos secuestros como el ocurrido en Chiapas con la retención del presidente de parte de grupos de la CNTE, o las agresiones criminales como las de las mujeres violentas en las manifestaciones feministas.
Algunas de esas expresiones han causado lesiones graves, sobre todo a mujeres policías. De esa violencia no se hacen responsable los medios que denuncian la violencia que se ejerce sobre ellos.
En los crímenes del pasado que son clásicos y se resuelven con una sanción vital, está el Edipo Rey (Salvat editores 1971) En la obra de Sófocles con ese nombre, Edipo es desterrado por haber dado muerte a su padre Layo cuya paternidad ignoraba y haberse casado con su propia madre, Yocasta.
El pasado desde la perspectiva de los clásicos puede redimirse a través del castigo pero aquí acabamos de ver como se buscó impedir a todo trance, la sanción a ex presidentes.
Teresa de Jesús Gil Gálvez
Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.
Colaboradora desde enero de 2017.