Diario Ejecutivo
Desde el mediodía del viernes, la noticia comenzó a circular en las redes sociales: fue capturado Rafael Caro Quintero, uno de los narcos más buscados en Estados Unidos y quien había sido liberado en el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Por la tarde, el gobierno de México confirmó la noticia y explicó que la aprehensión, en el municipio de Choix, Sinaloa, fue por parte de elementos de la Secretaría de Marina, apoyados por un perro entrenado que localizó a quien fue en su tiempo el capo de capos.
Por la misma tarde se informó que un helicóptero de la Marina se desplomó, en otro municipio de Sinaloa, Los Mochis, y en el accidente fallecieron 14 personas y sólo hubo un sobreviviente. La versión oficial indica que se trató de un operativo conjunto con la Fiscalía General de la República: y que el narcotraficante “fue localizado entre matorrales por un elemento canino, de nombre Max, cuyo adiestramiento de búsqueda y rescate permitió su ubicación, habiendo sido puesto a disposición de la FGR”.
Desde ese momento comenzaron las lucubraciones: que Caro Quintero había atacado al helicóptero, que se había registrado un enfrentamiento armado, que en el transporte aéreo viajaban quienes habían detenido al narcotraficante, que el detenido iba a ser trasladado directamente a Estados Unidos, que la detención había sido negociada entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y su homólogo estadounidense y muchas otras especies más que circularon en redes sociales.
Las especulaciones continuaron el sábado: que la agencia antidrogas estadounidense (la DEA) había participado en la aprehensión del delincuente, que fueron efectivos gringos o que laboran para autoridades gringas quienes realizaron la detención, que la Marina solo obedeció órdenes de los estadounidenses.
De hecho, la directora de la DEA, Anne Milgram, se colgó la medallita del operativo: “Nuestro increíble equipo en México trabajó en conjunto con las autoridades mexicanas para capturar y arrestar a Caro Quintero, acusado en EE UU de torturar y asesinar al agente especial Kiki Camarena”.
Sin embargo, el embajador estadounidense en nuestro país Ken Salazar, la desmintió. Fue muy claro: “No hubo participación directa de la agencia en el terreno, por lo que una posibilidad factible es que la agencia apoyara en labores de inteligencia. La aprehensión del narcotraficante Rafael Caro Quintero fue realizada exclusivamente por el Gobierno mexicano”.
Haiga sido como haiga sido, el capo de capos fue detenido y su captura ha ocasionado elogios en Estados Unidos, en México y hasta algunos miembros de la oposición recalcitrante reconocen la acción del gobierno mexicano, aunque eso sí, aseguran que fue ordenada por Joe Biden en la reunión que sostuvo la semana pasada con el presidente mexicano en Washington.
De hecho Salazar explicó que “la detención de alguien que durante mucho tiempo aterrorizó a los ciudadanos mexicanos y está implicado en la tortura y muerte de un agente de DEA es un hito no sólo para nuestros gobiernos, sino también para la gente de nuestros países. La exitosa operación mexicana ejemplifica lo que podemos lograr al trabajar juntos para salvaguardar a los ciudadanos de México y Estados Unidos”, dijo el diplomático.
Caro Quintero fue el primero de los grandes capos mexicanos de la droga que se internacionalizó y que fue pionero en los medios, cuando algunos comenzaron a hacer apologías del personaje, al grado de que difundían cómo era querido por los sinaloenses y hasta se divulgaron algunos corridos en su honor.
Después de él comenzaron las grandes apologías de los narcos (porque cada uno era más importante que su antecesor: que si el Mayo Zambada, que si el señor de los Cielos, que si el Mencho, que si Beltran Leyva, que si el Z-40, que si los Arellano Félix, que si Cárdenas Guillén, que si el Chapo Guzmán).
La realidad es que las apologías de los narcos alcanzaron su cúspide cuando Joaquín Guzmán Loera (El Chapo) fue incluido en la lista de Forbes de los mexicanos más ricos.
Pero también la realidad es que Caro Quintero es el personaje por el que el gobierno estadounidense ha ofrecido mayor recompensa, 20 millones de dólares, cifra muy superior a los dos millones que prometió por el colombiano Pablo Escobar Gaviria, a los 15 millones que da por Nicolás Maduro y a los cinco millones en que tasa a los hijos del Chapo Guzmán.
A Caro Quintero se le atribuyen la creación del Cartel de Guadalajara y la muerte del agente de la DEA, Enrique Camarena, y su piloto, Alfredo Salazar. Fue detenido en Costa Rica, en abril de 1985, pero puesto en libertad el sexenio pasado, en agosto de 2013, porque tribunales federales, con sede en Jalisco, dejaron sin efecto las sentencias impuestas en los juicios por delitos contra la salud y por los homicidios de cuatro personas, entre ellos el del agente Salazar. Dos años después, en 2015, se emitió una nueva orden de captura.
Ahora que ha sido nuevamente aprehendido, la DEA intentó colgarse la medallita.
Pero quizá lo interesante es que la famosa DEA, nunca (o casi nunca, que yo sepa) ha hecho grandes operativos para capturar, aprehender, detener, a los narcotraficantes estadounidenses. ¿Será que no existen?
Dice el filósofo del metro: Fuera de Estados Unidos todo es Narcotitlán.
Roberto Fuentes Vivar
Columnista y periodista fundador del UnoMásUno y la Jornada. Estudió Periodismo en la reconocida escuela Carlos Septién García y cursó la Licenciatura en Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente es periodista independiente, conocido como “El Filósofo del Metro”.
Colaborador desde el 6 de marzo de 2022.
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