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O A X A C A Clima de Hoy
Fernando García Portada 2023

¿Más mezcla maistro?

Al pie de una foto

El pulque es la baba verde de los nahuales 
Bailemos, cantemos. Ábrese la flor y sea el canto
El pulque es la baba amarilla de la Serpiente Emplumada

Tamoanchan, Tribu 1970, El que come y el que canta, Tomo dos

¿Más mezcla maistro? ¿O le remojo los Adobes? Diría empuñando una “catrina” o jarro de pulque el chalán al maestro albañil para expresar su satisfacción por el jornal cabalmente terminado. “Mesmamente, ansina pues´n” me dije a mí mismo cuando, al llegar a la avenida Reforma el pasado domingo 27 de noviembre poco después de las 8 de la mañana, los nutridos y entusiastas contingentes del pueblo mexicano desbordaban ya las calles de la colonia Juárez y anexas a lo largo de casi 10 kilómetros hasta la plaza de la Constitución de la Ciudad de México. Estaba indudablemente ante una fiesta política sin parangón en la historia de nuestro país, el gran huateque de los invisibles, el mitote sagrado de los espíritus con salario chiquito que impulsan a la izquierda militante y rebelde.

Traté de moverme entre la densa multitud que como universo de cardúmenes nadaba en un océano de algarabía, música de bandas, pancartas, mantas, banderas, consignas y gritos de alegría, busqué por unos minutos al contingente de mi alcaldía, la Miguel Hidalgo sin éxito, así que decidí avanzar documentando con mi cámara esa amorosa reunión tan entrañable, generosa y familiar de compañeros de lucha, hermanos de causa, compatriotas aglutinados por el ideal cada vez más tangible de una patria libre, soberana y justa. Soñadores incansables, guerreros invencibles y orgullosos representantes de nuestras milenarias culturas originarias.

Varios contingentes de las alcaldías de la Ciudad de México permanecen fijos en algunas esquinas para dar la bienvenida con porras a los animados grupos de diversos estados del país que marchaban orgullosos, muchos de ellos con sus vestidos típicos; huipiles, enaguas, rebozos, sombreros, huaraches, penachos y grupos de música que desde los últimos rincones de la patria habían llegado para manifestar al ritmo de mil sones coloridos su apoyo a la revolución de conciencias dirigida, no por el líder mesiánico que acusa la oposición reaccionaria de derecha sino por el hombre más perseguido, denostado y acosado por las corporaciones empresariales y sus esbirros mediáticos de la prensa sicaria, me refiero a Andrés Manuel López Obrador presidente de México por la voluntad popular quien también es el luchador político más querido por la gente sencilla del pueblo.

El resumen la agenda política nacional se leía en los infinitos mensajes de carteles, pancartas y playeras; “soy acarreado por mi conciencia”, “No somos acarreados ni venimos por una torta, venimos por nuestros huevos y el placer de borrar al PRI, nos vemos en las urnas en 2024”, “Más sabe el diablo por viejo y Monreal es un traidor pendejo” ,”Soy pata rajada pero no vendido”, “Es un honor marchar con Obrador”, “Presidente no estás solo”, “Antes marchaba para exigir democracia, hoy para celebrarla”, “Acarreado no. 1 000 000”,” El INE sí se toca y manosea por el PRIAN ¡hipócritas!”,” Me canso Ganso y no transo”, “Esta india bien informada apoya al patarajada de Macuspana, que dios lo proteja del odio”, “Con AMLO hasta el tope”, “No somos uno no somos cien, pinche chismoso cuéntanos bien”, “Menos pluri zánganos”, “Soy indio pata rajada y soy chairo, pero no pen…, tonto”. Ebrio de ingenio leía con un ojo al gato y otro al garabato mientras encuadraba en el visor de la cámara tratando de no tropezar o chocar con los compañeros pues yo quería moverme más rápido, pero iba lento, al parecer tenía cola que me pisaban.

El diablo se fue a tomar,
Y le dieron pulque curado; 
De tan sabroso que estaba, 
Hasta se quedó tirado,

“El aguamielero” chucho navarro, San Luis Potosí 1968, El que come y el que canta, Tomo dos

Embebido por el diáfano brillo de la diversidad cultural puesta de manifiesto por la larga marcha de la democracia, caminé con la rapidez que me permitía la multitud y entonces ocurrió algo más sorprendente de todo lo que había vivido hasta ese momento y que no era poco. Frente a la Alameda a un costado del Hotel Hilton me encontré de frente un carismático burro, sí un rucio muy bien plantado, de mirada tierna, modales refinados y que muy relajado se dejaba acariciar por la muchedumbre, recordando a “Platero” el personaje del escritor Juan Ramon Jiménez decidí llamarlo así y me encaminé a lo que parecía una muy animada tertulia matutina porque, estimado amigo apenas pasaba de las 9 de la mañana. A unos pasos estaba muy ocupado el dueño de “Platero” sirviendo en unas fresquísimas pencas de maguey color esmeralda el fragante “caldo de oso” a los caminantes.

Se trataba de un generoso hidalguense (¿o ingenioso Hidalgo?) muy elegante de huarache, camisa de bordado Ñañhu y sombrero, quien me dijo ahí mismo, se había desplazado desde Ixmiquilpan en el vecino estado de Hidalgo con varios cientos de litros de pulque y sus respectivas xhomas para dar aliento, alma y alimento al marchante sediento, porque los actos dejan la poderosa impronta de lo real ante la venalidad del verbo por más elocuente que este sea. En la imagen que precede esta crónica puedes descubrir si acaso falto a la verdad.     

Dicen que para ser carne
solo le falta un grado.
aunque lo tomes tu blanco.
O lo prefieras curado,
el pulque de los Magueyes 
contiene gran alimento
pues te fortalece el cuerpo
y te perfuma el aliento

“El pulque”, julio Ornelas Sánchez 1990, El que come y el que canta, Tomo dos

Decidido, presto y muy dispuesto me acerqué a la fila con el sincero afán periodístico de dar fe de la autenticidad y elevada calidad del agua de las verdes matas, el “Chamaquero” que se escanciaba dejando a su paso hebras de plata y nube, sin límites, preguntas ni distinciones dando así una ejemplar lección de fraternidad, democracia y pluralidad.

Debes saber ¡Oh distinguido lector! Que la penca en la que me sirvieron el Tlachicotón tiene el nombre de xhoma en los tinacales de las llanuras de Hidalgo, tierra de los mejores caldos, exquisitas mieles vegetales y cuna de la charrería en México. Esta vez no fue la excepción, al degustar la bebida de color níveo con vetas amarillas y doradas, de cuerpo elástico y firme pero acuoso, distinguí en boca a priori la discreta y aromática presencia vegetal (apenas astringente), ya en el paladar los equilibrados sabores de nuez, piñón y tomate verde, en nariz los estimulantes aromas de levadura, polen, miel y madera verde, al final en garganta un retrogusto con poco picante y agridulce de sabores entre rábano tierno y xoconoxtle. Y no es broma lo que te diré, esta bebida de los dioses es tan fina, exquisita y antigua como un blanc de blancs de Borgoña.

Entre voces resonantes taño el espejito,
el espejito de Tazcatzóncatl:
La cabeza blanca se vuelve añeja: el pulque se
hace fuerte y maduro.

“Macuilxóchitl”, canto de cinco flores.

Una vez saciada la sed en feliz convivencia con mis iguales en una comunión de mujeres y hombres libres, puro pueblo llano de manos callosas por el trabajo y pies llagados por la dureza del suelo en las veredas de montes y valles,  jornaleros peregrinos de mil batallas a los que el sátrapa Claudio XXX líder de la derecha y sus lacayos llaman: indios de patas rajadas, obreros desechables, peladitos, prescindibles, gatos, ninis, chaira salvaje, los nadie, hambreados, perrada, naquiza perniciosa, guarachudos, acarreados, mantenidos, holgazanes, ñeros barriobajeros, mugrosos, prietos y morenacos, seguí mi camino por avenida Juárez coreando a voz en cuello consignas y demandas, mentando madres a la prensa vendida, intercambié saludos y opiniones con quienes se han reencontrado en la militancia política, con quienes han descubierto en la acción directa un nuevo horizonte vindicando su existencia.

El larguísimo y robusto cauce, millonaria marea humana se fue deteniendo poco a poco como una corriente de magma volcánico en eje central y madero así que tomé un atajo por la calle de López y luego Independencia hasta el zócalo que ya estaba lleno a reventar. Desde el Auditorio Nacional en Polanco hasta el Centro Histórico las huestes del México profundo saturaban las calles al grito de queremos más justicia y la queremos ahora.

El jefe del ejecutivo que encabezaba la marcha tardó 5 horas en hacer el recorrido, siempre arropado por el amor, agradecimiento y apoyo su gente que como yo hemos tenido la suerte de vivir esta epopeya republicana para contarla a la luz de la historia y seguir peleando palmo a palmo por un país mas equitativo donde quepan todos los hijos de la patria. Admiró profundamente y respeto al jefe del ejecutivo por su tesón e indomable valentía, tiene una fortaleza física, intelectual y psicológica encomiable. Llegue al Zócalo entusiasmado y satisfecho, pero estaba molido por el cansancio.

Reí para mis adentros pese a el cáncer con el que dialogo diariamente y al que advertí -sí me matas, te mueres- logré llegar a la meta, busqué un poco de sombra cerca de ahí en la calle de Mesones y me dejé caer al piso como marioneta con los hilos cortados.

Fernando García Álvarez

Nací enamorado de la luz y desde muy joven decidí ser artesano de sus reflejos. He sido aprendiz y alumno de generosos mentores que me llevaron al mundo de las artes y la comunicación. Así he publicado mis fotografías y letras en diversos foros y medios nacionales e internacionales desde hace varias décadas. El compromiso adquirido a través de la conciencia social me ha llevado a la docencia.

Colaborador desde el 10 de diciembre de 2021.

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