Utopía
Nicholas Palmeri, director regional de la DEA para México, América Central y Canadá –el cargo y la oficina más importante que tiene la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos en 69 países–, fue destituido en marzo del año pasado en el más completo sigilo, por actos que rayan en la corrupción en los vínculos que sostenía con los abogados de las organizaciones criminales en nuestro país, eufemísticamente llamadas cárteles o carteles.
De acuerdo a la información disponible, el funcionario sostuvo “contactos inapropiados” con abogados de narcotraficantes, como vacacionar en sus casas, en Miami, acompañado de su esposa Y aun así pretender el pago de la DEA de los gastos que realizó, esto durante una gestión muy bien sellada por el deterioro de la cooperación entre EU y México, y un flujo sin precedente de cocaína, heroína y el poderoso y por ello peligrosísimo fentanilo.
Durante la reciente visita de Joseph Biden para la cumbre de los tres líderes de Norteamérica, éste solicitó al presidente Andrés Manuel mayores y mejores acciones para evitar la introducción de fentanilo a USA vía México, para que el creciente consumo no cause más de 100 000 muertes cada año, pero sin mencionar el lamentable papel de la DEA, bajo la conducción de Nicholas Palmeri. Como siempre, los gobernantes de USA exigen a otros lo que son incapaces de hacer en su propio país, por ejemplo, hace muchas décadas no se conoce la detención y sentencia judicial de un capo de los narcóticos, como si éstos los distribuyeran simples burreros.
Recuerdo que en 1995 fui sometido a una rigurosa revisión por agentes de la DEA en Texas y tras no encontrar nada en el automóvil, hicieron la pregunta que era previa a todo:
–¿A qué viaja a Estados Unidos?
La respuesta los enterneció: –A enterrar a mi madre.
–Lo siento mucho, usted disculpe.
Al día siguiente, en casa de mi hermano Juan presencié un operativo porque un joven lanzó un paquete al jardín, llegaron tres agentes de la DEA para recogerlo y hacerme preguntas. Pero cuando les mencioné que estaba de visita y allí vivía un participante de la guerra de EU contra Irak por la invasión a Kuwait en agosto de 1990, escuché más disculpas.
Y cuando enteré al dueño de la casa de lo sucedido, la respuesta fue sin matices:
–Se hacen pendejos, saben muy bien que la droga la venden enfrente.
Desde entonces tengo pésima opinión de la agencia del imperio que hace de su presunta lucha antinarcóticos que sólo administra y lava decenas de miles de millones de dólares, un instrumento para presionar a gobiernos insubordinados porque no colaboran en su geopolítica imperial.
Con información de la AP (Associated Press) investigaciones internas generaron más señales de alerta sobre Nicholas Palmeri, por ejemplo, las quejas en torno al laxo manejo de la pandemia, por lo que dos agentes enfermos tuvieron que ser trasladados fuera de México. Otra, divulgada la semana pasada, encontró que el funcionario aprobó el uso de fondos de lucha contra las drogas para “fines inapropiados” y buscó un rembolso para pagar su fiesta de cumpleaños. Así de “profesional y serio” fue el jefe regional de la DEA durante 14 meses sin que sus jefes de Washington se dieran por enterados, debido a que el señor Nicolás no es la excepción sino una constante en la desacreditada DEA por atrabiliaria, corrupta e ineficiente.
Todo en un momento en que sus operaciones extranjeras en expansión abarcan oficialmente 69 países, con miles de millones de dólares de presupuesto, pero que están bajo el escrutinio de una revisión externa ordenada por la administradora general de la DEA. Recursos que tendrían mejores resultados en la prevención de las adicciones y para fortalecer la salud pública.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
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