Libros de ayer y hoy
El mes de febrero es breve pero sustancioso. Cuántas cosas tiene en su interior este segundo mes del año, que hoy se presenta disímbolo en el clima, nutrido de esperanzas, pero también por una inquina que se extiende en los prolegómenos políticos. Como nunca se han adelantado vísperas en la búsqueda de un poder que asegura a un mal triunfador, las mieles de un presupuesto. Pero por el contrario, para otros, la posibilidad de hacer con esa gran riqueza que tiene México, un mundo diferente al que vivimos por décadas.
Es la hora del cambio y este mes tiene en sus fechas, tres conceptos que redimidos, pueden dar otro rostro al país: el cumplimiento de la Constitución que este día 5 cumple 106 años de haber sido promulgada, la exaltación del amor el día 14, que aunque se disfraza de vaivén comercial, puede redundar en una bella expresión de afecto y solidaridad. Y finalmente, el 24 del mes se festeja a la Bandera, que no es solo la expresión fincada en tres significativos colores.
Es un símbolo, como lo son los demás símbolos que tenemos, representación de la esencia de un país, de lo que somos como gran comunidad con todos los valores que tiene una patria, una tierra, una riqueza que debe de ser de todos, la alegría de ser de un lugar con gran historia ancestral y la posibilidad de rescatarnos como realmente debemos de ser: justos, con una riqueza equilibrada y alegres por vivir bajo un manto trigarante y protector.
En días que serán bellos, la ambición acecha. Hay que estar alerta
Como nunca la ambición se ha disparado. Todos los días aparecen nuevos organismos y los nuevos nombres que quieren escalar las alturas. En broma se dice que más de 130 millones quieren ser el presidente del país en este momento, aunque algunos todavía estén en la cuna. Pero vemos los frentazos a diario, como el de ese Colectivo por México (porque México es la palabra que más se explota) agarrado en un personaje como Cuauhtémoc Cárdenas que tiene cola histórica, que en último momento se zafó.
Alguien lo llamó a una cordura que no ha desplegado en muchas décadas. Y vemos como simples observadores de lo que provoca el poder a los que se exhiben, al hijo de uno de los presidentes más elementales que ha tenido México, Miguel de la Madrid, o la carantoña que presenta el pobre Silvano Aureoles ofreciendo paraísos sin ningún vestigio de que pueda concretar. O a Alejandro Murat, con la ambición de seguir, o a la señora Beatriz Paredes en su silla de ruedas y a la hijita Claudia Ruiz Massieu.
Está la herencia que sigue utilizando el nombre de Luis Donaldo Colosio a quien quieren elevar a mártir para que produzca votos. La lista es larga y por lo general decepcionante, con nombres de catadura impronunciable, y decenas y decenas echando mano de presupuestos de partidos que son dinero del pueblo o de fortunas que surgen por ahí generosas, porque saben lo que sacarán si hay triunfos.
Cobijados en un símbolo, se ha hecho de todo a favor y contra México
Dos de las tres fechas señaladas arriba, los días 5 y 24, Constitución y Bandera, se apegan a la vida nacional como parte que son del país. El día 14 llamado Dia del amor y la amistad, en realidad, como se dijo, tiene raigambre comercial, y se inspira para variar, en un evento religioso y el nombre de un clérigo, San Valentín.
Pero en el concepto más amplio en comunidades, es una celebración alegre, de fiesta y para ampliar la solidaridad y el afecto en las relaciones. La Constitución y la Bandera son otra cosa y ambas tienen una larga historia, para bien y para mal, que se difunde en fechas especiales.
De los anales y los datos históricos, se sabe que la bandera mexicana fue lanzada al mundo en 1821 por Agustín de Iturbide. Y en ese recorrido que el lábaro comparte con el escudo y el himno nacional, como los símbolos de la esencia de la patria, la bandera ha tenido una historia larga y complicada y a veces sometida a bromas. Estas, expresadas en esa obsesión que han tenido los gobernantes por modificar al águila, esa ave real que es absurdo que tenga nuestra bandera porque el águila es un pajarraco símbolo del poder y la dominación y lo han usado los imperios para imponer o reprimir.
Pese a ello, ahí sigue y en su momento tanto Benito Juárez, como Porfirio Diaz, Venustiano Carranza y más para acá hasta Vicente Fox, se ensañaron en el pájaro cambiando poses, posturas y expresiones.
Teresa de Jesús Gil Gálvez
Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.
Colaboradora desde enero de 2017.
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