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Fernando García Portada 2023

Terra ignota

Al pie de una foto

Entrevista con el músico, compositor y fotógrafo Germán Romero Pacheco a propósito de su libro Territorio de Ausencias.

Las sombras, dice el diccionario de símbolos de Hans Biedermann “están constituidas por entidades oscuras de una índole propia, misteriosos dobles del hombre que a menudo se entienden como reproducciones del alma (algunas lenguas designan con la misma palabra imagen, alma y sombra). En muchas cosmologías las almas de los muertos se conciben como sombras en el más allá con el fin de mostrar sensiblemente su impalpabilidad corpórea.” En fotografía las sombras son el núcleo de la imagen, la médula el cuerpo y su espíritu. Las sombras hacen posible la fotografía dándole cuerpo, riqueza, identidad, contenido.

El libro fotográfico Territorio de Ausencias de Germán Romero Pacheco me evoca la ventisca de una tormenta oscura donde las siluetas vibran delicadamente en las tinieblas para no despertar la luz, es un discreto paseo por el continente umbrío de una ciudad de ensueño, desconocida, entrañable y anónima, terra ignota de seres indefinibles donde la vida crece a pleno sol, humeante y se recrea misteriosa en los tonos grises del blanco y negro como una sinfonía barroca de foco suave y detalles suspendidos como preguntas en fractales indiferentes, fotos hechas a veces, con tiempos de exposición lentos en un rondó delicioso que suma la suave transición de los barridos y la gama tonal en una marea de expresionismo abstracto, monocroma con destellos de frottage en el que las altas luces son breves y escasas, explosiones como gaviotas jugueteando en el espacio denso de los sólidos tonos de la penumbra como un ocaso perpetuo. Me gusta el complejo equilibrio del libro, entre la sucia impureza de sus zonas blancas los protagonistas de las imágenes, inquietos consigo mismos surcan la natural armonía temática hermanada con un estilo definido a partir de una retórica visual directa, sin concesiones a las modas, pero serenamente inmersa en cierto automatismo psíquico, una invitación al deseo onírico. Pagina tras página el libro decanta en un aspecto general redondo, fluido como una melodía acuática. La fotografía otra vez convertida en un rito antiguo que atesora turbios destellos de miradas, amasijo de ojos, manos y rostros, la cámara como un alambique para extraer algunas gotas, la esencia de lo real, el lente de Germán Romero destilando perfume para los ojos, acua vitae y sus vapores para el recuerdo de mundos incomprendidos, la creación paciente y consciente como un juguete de negrura para la memoria, la resignificación del tiempo y su geografía como ejercicio estético.  

A pregunta expresa sobre sus inicios en la creación el autor de Territorio de Ausencias nos dice: “Yo soy músico de profesión tengo toda mi vida en la música. Desde los 5 años que descubrí la guitarra hasta el día de hoy mi vida ha estado en torno a la música. Inicialmente como intérprete como guitarrista y en un momento de vida durante mi adolescencia, decidí que lo que más me interesaba era, más que interpretar, componer. Desde la adolescencia comencé a componer música y los 17 años terminando la preparatoria me vine a la Ciudad de México a estudiar la carrera de composición en la UNAM y desde entonces mi vida ha girado en torno a la creación, en primer lugar, a la docencia a la parte de la creación y bueno desde hace algunos años también en la fotografía. En la fotografía me inicié un poco con la idea no tanto de ser profesional de la fotografía sino buscando otros caminos para crear, tal vez no como profesional pero sí buscando una disciplina que me permitiera conocerme un poco más, descubrir como piensa una mente creativa desde otra perspectiva diferente de la música.  Me inicié como empieza muchísima gente en el mundo fotográfico: compras una cámara y comienzas a tomar fotos, así hay muchas historias de fotógrafos que así empiezan sin pensarlo mucho, un día les cae la cámara en las manos, se las regalan o la compran y empiezan a tomar fotos yo así empecé, tal vez de manera no muy consciente. Cuando estaba en esa etapa pensé bueno qué otro arte puedo ejercer que sea compatible con mis tiempos de vida; con la composición y la docencia pues no me quedaba demasiado tiempo para dedicarme a otra disciplina. Entonces en esa época comenzaba la fotografía digital estoy hablando de los años 2004 o 2005 en los que la foto digital comenzaba a ser accesible a los no profesionales, antes eso era muy caro pues tener una cámara análoga y revelar y eso era muy difícil para mí, no concebía tomar fotografías y no revelarlas yo, evidentemente en esa época no tenía mucho sentido hacer fotografía con fines creativos si no tenías la disposición de realizar todo el proceso.”

Sí, es increíble como la evolución de la fotografía ha ido abriendo nuevas rutas, técnicas, estilos, lenguajes de expresión, mientras conversamos veo ciertas imágenes del libro e inevitablemente recuerdo las palabras de Cartier-Bresson; La fotografía es, en un mismo instante, el reconocimiento simultaneo de la significación de un hecho y de la organización rigurosa de las formas, percibidas visualmente, que expresan y significan ese hecho.

German continua “Posteriormente tuve la ocasión de realizar un viaje a Canadá para una residencia y de pura casualidad puede comprar una cámara de esas pequeñas que tenían funciones semi automáticas y sin saber nada de fotografía me lancé a tomar fotos en recorridos por las montañas rocosas con mi camarita nueva y pues me la pasé muy bien y ya decidí que eso era lo que iba a hacer como arte, como camino alternativo. Aun así, tardé mucho tiempo en tomármelo un poco más en serio tomaba fotos cuando estaba de viaje, cuando daba cursos en algún lugar donde me invitaban aprovechaba y me quedaba un par de días más a fotografiar, en viajes familiares también tomaba fotos y poco a poco comencé a estudiar, a investigar, empecé a buscar en internet fotógrafos, a buscar libros que me ayudaron a mejorar mi técnica y me fui involucrando más en este proceso. Descubrí la fotografía de profesionales y por alguna razón llegué a Alfred Stiglitz el gran impulsor de la fotografía norteamericana de principios del siglo XX ahí comencé a involucrarme con la historia de la fotografía, conocí grandes fotógrafos como Walker Evans, por ejemplo, o Dorothea Lange esos fotógrafos que estaban inmersos en la fotografía documental de la depresión de 1930 en EUA y considero que ahí empecé a educarme más.”

Incansable en su búsqueda estética Germán Romero ha sido recientemente galardonado de manera unánime con la Medalla Bellas Artes 2023 otorgada por Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de Yucatán por su destacada trayectoria y aportación al legado cultural. Entrando en materia del libro el autor nos dice que hace aproximadamente 10 años se mudó de nuevo a la CDMX, fue en ese momento que encontró un espacio adecuado para hacer fotografía con aspiraciones artísticas más ambiciosas, siendo Territorio de Ausencias el resultado de su experimentación en la fotografía callejera, tema que al principio “realizaba con mucha cautela y poco a poco fui encontrando la manera de hacerlo, los recursos, la técnica y también una compañera, mi esposa que me acompaña muy frecuentemente a todos lados, me cuida las espaldas cosa muy importante en la Ciudad de México para hacer fotos de calle. Y bueno un día cuando cumplí 50 años, eso fue hace 6 años, decidí que era hora de empezar a hacer proyectos más formales. En algún momento después de caminar por el centro de la ciudad en un recorrido que he realizado muchas veces del monumento a la Revolución al Zócalo y viceversa ya al final del día vi las fotos que tomé y dije creo que ya tengo un tema, este tema es la gente que pasa desapercibida en la calle, esta gente que forma parte del paisaje a la que nunca damos importancia y sin embargo hacen su vida en la calle o sea esa es gente que su vida transcurre en la Ciudad de México en el centro histórico de la Ciudad de México y decidí que iba a dedicar un año hacer esto, a salir a la calle cada vez que tenga la oportunidad. Yo no me dedico a la fotografía de tiempo completo mi vida transcurre en la universidad, pero puedo salir el fin de semana, puedo escaparme los puentes, puedo darme mis tiempos y decidí que iba a dedicarme un año completo absteniéndome de publicar fotos en mis redes, esto como un ejercicio de oficio. Acabándose el año tenía la primera serie, mi primer ensayo de documentalismo de la Ciudad de México.”

“También durante ese año descubrí un espacio que me fascinó, es un espacio que está a las afueras del metro Hidalgo llamado el Parque de la Solidaridad ubicado donde estaba el Hotel Regis que en el terremoto de 1985 se vino abajo, ahí hicieron un parque que con el paso del tiempo tomó una vida inusitada, es un espacio pequeño que tiene cuatro cuadrantes, cada cuadrante tiene una vida particular, en uno de ellos siempre había espectáculos callejeros de payasos en otro cuadrante estaba el sonidero y a un lado los ajedrecistas. Era un paisaje realmente típico de la Ciudad de México los ajedrecistas por un lado y a un metro gente bailando con el sonidero. Me pareció un espacio fantástico porque ves parejas de todo tipo bailando, parejas heterosexuales, gays o en todo tipo de condición y nivel socioeconómico interactuando. Conviviendo de manera tan saludable, los une el baile, en otro cuadrante estaban los usuarios de drogas, y en el otro la comida callejera, me fascinó este ambiente porque además alrededor están los que hacen patineta, los que patinan, entonces me dediqué otros meses más a estar yendo frecuentemente a esa zona y al final de esas 2 etapas de documentación callejera vi las fotos dije ya casi tengo un libro, un libro sobre la Ciudad de México, sobre la gente de México sobre la vida de la ciudad, la existencia de esa gente que hace su vida en las calles, que le da una vida inusitada, que le confiere a la Ciudad de México un aura muy particular, que yo solo he visto en la Ciudad de México que únicamente he visto aquí en el centro histórico.”

En segundo plano el zumbido incesante de los comensales, estamos en el Café la Habana y los autos veloces sobre la avenida Bucareli son como una letanía que nos ahoga de tiempo en tiempo, sin embargo, transcurre la muy interesante charla que acompañamos con un café más negro que mi conciencia. Permitamos que el autor continue:

“Me di cuenta de que tenía un libro casi terminado y todavía dediqué unos meses más a salir a tomar fotos con ese enfoque exclusivamente. La captura de fotos me tomó 3 años entre 2016 y 2019. Cuando un día salí a la calle no encontré nada nuevo, mi vista se agotó. Finalmente salí una vez más a raíz del consejo de un amigo fotógrafo, Chucho Cornejo que me dijo; salga una vez más maestro, salga y busque algo más, y lo hice en los días previos de la pandemia y ya no encontré mucho, me dije, no pues yo creo que aquí ya se cerró esa primera etapa de lo que yo estaba viendo en la Ciudad de México y decidí cerrar el libro y el siguiente paso que es hacer la curaduría fue igual de placentero, de una enorme cantidad de fotos se tenía que decir cuál era el tono final del libro. Ese trabajo lo hice a la par con mi esposa que había sido testigo de muchas cosas.”

 Ya para terminar la entrevista pregunto a Germán Romero, ¿por qué un libro de fotografía en blanco y negro? A lo que responde: por mi vínculo con lo clásico, porque así me formé y estaba interesado en insertarme en la tradición clásica de la foto de calle en blanco y negro, porque la foto que me nutrió básicamente era la foto norteamericana del siglo XX y luego también la fotografía mexicana como la de Héctor García o Francisco Mata Rosas los muy grandes fotógrafos de calle mexicanos, toda esa foto es en blanco y negro y tiene la ventaja de que te permite concentrarte en lo que quieres, en lo que deseas comunicar.”

Germán Romero destacado músico, maestro, compositor y poeta de la imagen, enamorado del tráfago urbano y sus habitantes ensoñados con la torva negrura de sus multitudes, almas nómadas, nos ha legado en Territorio de Ausencias una cierta, asombrada mirada de tizne y alquitrán como pinceladas en el pentagrama, todas las tinieblas y las telarañas de luz de aquella ciudad eclipsada por la cerrazón de las sombras, sus amorosas tribus antiquísimas y sus plazas públicas para mojarse bailando entre tormentas de olvido. Es también una canción de cuna para tararearse dulcemente entre el asfalto, cemento y las luces de neón mientras nuestra nostalgia transeúnte inunda el corazón con los trinos más profundos del silencio.

“Quien ve mis fotos, ve mis pensamientos”

Duane Michals

Fernando García Álvarez

Nací enamorado de la luz y desde muy joven decidí ser artesano de sus reflejos. He sido aprendiz y alumno de generosos mentores que me llevaron al mundo de las artes y la comunicación. Así he publicado mis fotografías y letras en diversos foros y medios nacionales e internacionales desde hace varias décadas. El compromiso adquirido a través de la conciencia social me ha llevado a la docencia.

Colaborador desde el 10 de diciembre de 2021.

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