Utopía
“Yo, en lo personal, tengo muchas dudas del veredicto porque hubiera esperado ver lo que tanto anunció la fiscalía: videos, grabaciones, fotografías, estados de cuentas, depósitos y la verdad que nada de eso se exhibió. Todo fue en base a testimonios de criminales confesos que, por cierto, a la mayoría de ellos nosotros, o sea nuestro gobierno, perseguimos, capturamos y extraditamos”. Fueron las palabras textuales que dijo Felipe Calderón, el lunes 13, en Madrid, España, donde reside como víctima de “una persecución en contra mía, abierta, franca, burda, por parte del gobierno que, como suele ocurrir, utiliza las instituciones de justicia para perseguir opositores”.
Aparte de que todos los funcionarios militantes (o ex) de Acción Nacional que tienen carpetas de investigación abiertas por presuntos actos de corrupción, como es el caso del “cártel inmobiliario” en la alcaldía Benito Juárez, para no hablar de los prófugos de la justicia como Ricardo Anaya –el fracasado candidato que asesoró el “estratega” Jorge Castañeda–, lo cierto es que Felipe del Sagrado Corazón de Jesús la pasa excelente en tierras madrileñas, pues la primera aparición pública después de la sentencia de culpable por cinco delitos vinculados al narcotráfico y el crimen organizado que recibió el 22 de febrero Genaro García, su poderoso secretario de Seguridad Pública que soñó con ser presidente de México, tuvo lugar en el lujoso hotel Four Seasons, antes de un foro sobre turismo y aviación.
Desde aquellas refinadas comodidades que no tienen miles de auténticos perseguido políticos del orbe, Calderón practicó con gran soltura aquello de que “elogio en boca propia es vituperio” al sentenciar sobre sí mismo y su gobierno de la “guerra contra el narcotráfico”: “… yo soy el presidente que más ha combatido el crimen organizado en México, que no he dado ni tregua ni cuartel en el combate a los criminales y a todos los cárteles, incluyendo el llamado cártel del Pacífico”.
Lástima que lo tenga que decir el marido de Margarita Zavala. Pero es tan cierto que el concepto “daños colaterales”, del Pentágono pasó a formar parte del Ejército y la Marina durante 2012-18. Y el finado secretario de Gobernación, Juan Camilo Muriño, el amigo íntimo, juraba que los grupos criminales “se matarán entre ellos”. El malogrado Iván no entendió que la sociedad estaba en medio de la “guerra” en la que García Luna tenía sus favoritos desde que dirigía el Cisen. Falta documentar si con la anuencia del michoacano que desconoció a su señor padre.
De este lado del Atlántico, en Palacio Nacional, una voz generalmente receptiva le tomó la palabra al expresidente “Haiga sido como haiga sido” y disfrutaba disfrazarse con el improvisado uniforme de comandante supremo, tanto que le quedó grande y fue objeto de las delicias de los fotógrafos y caricaturistas que lo inmortalizaron hasta el extremo de llamarlo Tomandante Borolas. El cómico era buen actor. Y ya de pasadita que dé una explicación sobre por qué duda de la justicia estadunidense y defiende a García.
Parafraseando un extracto de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, López Obrador retó a Calderón. “El Quijote, bueno, Cervantes decía: ‘Por la dignidad y la libertad se puede arriesgar hasta la vida’. Entonces, cuando uno tiene la seguridad de que sé es inocente no se debe de permitir que nadie ponga en entredicho nuestra honestidad, es lo que debe de importar más que ninguna otra cosa, la honestidad”.
Sin duda, Calderón debe una explicación al pueblo de México.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
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