Al pie de una foto
Crónica guajira de una jornada electoral en el Estado de México
Los indios shuar, los llamados jibaros, cortan la cabeza del vencido. La cortan y la reducen, hasta que cabe en un puño, para que el vencido no resucite. Pero el vencido no está del todo vencido hasta que le cierran la boca. Por eso le cosen los labios con una fibra que jamás se pudre. Celebración de la voz humana, Eduardo galeno, El libro de los abrazos
Transcurría con timidez el domingo 4 de junio de 2023, el sol despuntaba apenas, todo era silencio, incluso se podía escuchar entre escasos verdores el trino de algunas canoras, porque en el fondo de aquellas inacabadas e inacabables barrancas cubiertas de tabique y concreto aún subsisten algunos árboles a la vera de un río de aguas hediondas, pútridas, espumeantes de mugre. Bajando desde el mercado “Los cuartos” a la orilla de la autopista Chamapa-Toluca me deslicé por tortuosas disparejas y agujeradas calles estrechas, de inclinadas pendientes que han logrado engañar con sus piruetas y machincuepas de tierra y asfalto a los satélites del GPS.
Después de unos largos minutos de extravió en el laberinto de rampas y despeñaderos toqué fondo en la hondonada de la colonia Minas Palacio en Naucalpan de Juárez Estado de México a primera hora, mi reloj marcaba las 7:30 horas, el astro rey era una pequeña sombra amarilla y las casillas electorales aún estaban cerradas, no se percibía mucho movimiento dentro de algunas de la media docena de casillas que en el transcurso de mi jornada como observador estaría visitando con regularidad en la zona de las colonias Izcalli Chamapa, Minas coyote y Ampliación olímpica por citar algunas. Tierra, patria y bandera de microbuses, peseros y combis que han tenido sus momentos estelares en la pantalla chica (del teléfono celular) cuando sus pasajeros logran atrapar algún asaltante para propinarle un surtido rico de dulces chingadazos.
Esperaba afuera de la casilla 3006 en la calle de Gardenia esquina con Azucena cuando ciertos vapores aromático espabilaron mi atención, rápidamente con una ojeada ubiqué a unos metros el enorme bote de tamales que junto a una olla de atole champurrado perfumaban el ambiente. La panza es primero, así que me encaminé a disfrutar de un delicioso tamal oaxaqueño con su respectiva bebida de maíz y cacao. “El mole para los tamales rojos lo preparo con chile guajillo, meco, costeño y chipotle”, me dijo doña Mari, la vendedora quien afirmó ser de la sierra oaxaqueña, “allá por Pinotepa Nacional”, y tener muchos años viviendo ya en esas “cañadas de rompe y rasga”.
Junto con mi tamal se acabó la paciencia de muchos electores tempraneros que hacían fila ya. Empezaron a chiflar y reclamar por el retardo en la apertura de la casilla, incluso alguno se retiró enojado, no sin antes recordarles a los funcionarios de casilla su progenitora, mientras estos diligentes y angustiados trataban de organizarse pues ahí estarían 3 casillas, una ordinaria y 2 complementarias. Finalmente, a las 8: 38 se abrió la casilla y los votantes lentamente procedieron a ejercer el sufragio que los seguiría teniendo acogotados o los liberaría de un sometimiento de casi 100 años ejercido por la misma pandilla de crápulas que ha sometido históricamente a todo el país.
Con el transcurso de la mañana la fisonomía de los barrios fue cambiando sobremanera, se instaló un enorme y ruidoso tianguis que invadió con su comercio y algarabía inmisericorde avenidas y aceras volviendo casi imposible la circulación en las calles de por sí estrechas, mal trazadas, terrosas y cubiertas de baches del centro de Minas Palacio. El desplazamiento para visitar las otras casillas en general se convirtió en un periplo tortuoso y agobiante pues a las 12 horas el termómetro ya marcaba los 30 grados centígrados.
Una marea humana invadió el espacio público, familias enteras que sin importarles morir atropelladas compraban, vendían, bebían cerveza y comían opíparamente en los puestos instalados con soberbia casi a media calle, los comercios además de olores picantes, sabrosos, especiados, arrojaban al ardiente viento, pregones, voces, gritos y el todopoderoso clamor de bocinas que hacían gala del reguetón, corridos tumbados, guarachas y cumbias, de fondo el impenitente rugir de los autos que en largas, lentísimas filas se movían subiendo y bajando por las grises colinas como ejércitos de hormigas en lo que al parecer era el ombligo del caos dentro del Estado mas grande de la republica en cuanto a población, extensión y dinero del presupuesto.
Precavido yo había llevado en la maleta de la cámara un equipo básico de supervivencia que contempla hasta un pequeño botiquín con vinagre y pañuelos para los gases lacrimógenos pues imaginé que huestes de golpeadores con matracas y palos reventarían la elección como era la folclórica costumbre de antaño, para mi sorpresa todo era una constante calma chicha, casi modorra, eso sí vigilada muy de cerca por discretos grupos de 3 o 4 personas todos ellos ciudadanos del barrio que entre rabiosos, impotentes y preocupados manoteaban y maldecían cuchicheando. Así mismo algunos visitantes como yo hacían presencia libreta y celular en mano para tomar nota de lo ocurrido. Un verdadero cara a cara en el que el otrora invencible PRI y sus operadores estaban arrinconados, ya sin el respaldo de esa aceitada maquinaria de trampas y fraudes que les proveía el gobierno estatal y federal.
La tecnología y organización jugó un papel muy importante en la contienda política al parecer MORENA había aprendido algunas cosas después de que le robaran las pasadas elecciones, se reportaba cada movimiento enviando la ubicación geo referenciada con fotografía de los hechos, con limitados recursos el activo más importante de la izquierda fue la convicción y actitud combativa de su gente que pese a la agotadora jornada aguantó presión y dio ejemplo de valor y civilidad hasta el último momento sin caer en provocaciones ni amedrentarse, incluso los vi recoger la basura al final de la jornada.
La tarde se fue como arena entre los dedos, a las 15 horas a través de las redes sociales de la internet ya se sabía que el triunfo se inclinaba hacia la izquierda pese a la no tan copiosa y esperada participación ciudadana, la asistencia había descendido entre medio día y el principio de la tarde, pero tan pronto el sol empezó a descender en el horizonte, los electores en nutridos grupos reaparecieron con energía renovada en las urnas. Fue muy agradable y esperanzador ver como en las 3 casillas con el número 2998 instaladas en la escuela primaria Nezahualcóyotl ubicada en la avenida Circunvalación los muy alegres funcionarios de casilla aplaudían ovacionando a los primerizos, nuevos electores “¡Feliiiiz votoooooo!” coreaban a los jóvenes electores.
Se registraron, al menos en esta zona muy pocos incidentes graves, entre ellos un par de hechos en los que la compra de voto se hizo presente con su tufo podrido, las casillas se cerraron y la policía estatal se negó a remitir ante el juez a los culpables sorprendidos en flagrancia con los fajos de billetes en las manos, y es que las cadenas de corrupción, ignorancia y complicidad son largas y poderosas, el reto mayor será crear conciencia cívica en una parte de la ciudadanía que no termina de aprender a razonar de manera crítica.
Y esto tristemente me consta, por ahí de las 17 horas mientras esperaba el cierre de las casillas me senté a comer en una fondita de la calle de Azucena, disfrutaba de unas deliciosas gorditas de papa cuando alguno de los comensales, muy robusto, ebrio y mal encarado, platicando a voces muy altas, a manera de provocación (seguro me identificó ajeno al barrio, cámara en ristre y libreta en mano) diciendo “¡A mí me vale v3rga lo que diga la gente, que me den mi varo y yo voto hasta por su chingada madre! O me van a decir que ustedes son unos santos, a esos pinches revoltosos de mi3rda se los va a cargar la chingada”. Di un sorbo a mi bebida y me retiré de puntitas cual bailarín de ballet.
El cierre del proceso electoral en promedio fue a las 18 horas como lo indica la ley y los resultados del escrutinio se empezaron a dar a conocer a partir de las 19 horas en las cartulinas oficiales signadas por los representantes de los partidos políticos y la autoridad electoral que se pegaron afuera de los domicilios que albergaron las casillas. En todas las casillas que visité ganó la fórmula MORENA-Partido del Trabajo-Verde en proporción de 2 a 1 (es decir por el doble de sufragios) sobre la coalición PRI-PAN-PRD-Nueva Alianza. Vi innumerables, entrañables muestras de genuina alegría en los ciudadanos que se arremolinaban a ver los resultados mientras la tarde languidecía dulcemente, algunos, muy pocos con la rabia contenida, negaban repetidamente con la cabeza para después retirarse rumiando su resentimiento.
Extenuado pero eufórico regresé a las alturas del mercado “Los cuartos” a un costado de la autopista Chamapa-Toluca en busca de transporte que me regresara a la Ciudad de México. Sin embargo, el destino hizo encontrarme en medio de una escena enloquecedora en ese cruce de vías; las calles estaban congestionadas y el atasco del tráfico era de pesadilla, autos particulares, camiones de carga, motocicletas y vehículos de transporte colectivo se embestían para ganar unos centímetros de avance, nadie cedía un ápice como manada de bueyes tratando de cruzar un río infestado de cocodrilos.
Y es que como en casi cualquier lugar de este bendito Estado el desgobierno ha permitido el triunfo de los intereses económicos sobre la salud y bienestar de las mayorías por lo que las empinadas, sucias y estrechas calles están invadidas por comerciantes insaciables con lo que la circulación ágil y ordenada es imposible al grado que todo se convierte en una estampa estática donde los altísimos decibeles de ruido son los únicos que se mueven con rapidez. Un par de policías de tránsito charlaban animadamente riendo a carcajadas a unos metros, mientras choferes y caminantes peleaban maldiciendo a gritos.
Querido amigo lector te confieso que siempre he sido un hombre afortunado, después de una hora de angustiosa espera, alguna alma caritativa se apiadó de mí ofreciendo llevarme en su auto, el reloj marcaba las 22:36 horas. Ya instalados en la comodidad del vehículo y ambientado con excelente música mientras nos deslizábamos a gran velocidad en la autopista, este buen samaritano me dijo: En el “Establo de México” nada es en realidad lo que parece, bajo el aparente desorden hay un verdadero desmadre. Reímos un buen rato especulando como se podría mejorar las condiciones de vida en zonas tan depauperadas como este laberinto de caos y violencia en que han convertido a gran parte del país los otrora poderosos gerentes del grupo “Atracomulco”.
A los mexiquenses insurrectos mis felicitaciones y a la maestra Delfina Gómez ganadora de la rifa del elefante reumático mis mejores deseos por un buen final a la venturosa empresa de enderezar agravios y desfacer entuertos cuasi centenarios, mucho hay que hacer contra viento y marea porque los cipayos del viejo régimen parcialmente vencidos no están aniquilados, sería prudente a manera de los jíbaros cerrarles la boca cosiéndoles los labios con una cuerda tejida de justicia, trabajo y verdad. Ni perdón ni olvido, recordemos aquel; voto por voto casilla por casilla.
Fernando García Álvarez
Nací enamorado de la luz y desde muy joven decidí ser artesano de sus reflejos. He sido aprendiz y alumno de generosos mentores que me llevaron al mundo de las artes y la comunicación. Así he publicado mis fotografías y letras en diversos foros y medios nacionales e internacionales desde hace varias décadas. El compromiso adquirido a través de la conciencia social me ha llevado a la docencia.
Colaborador desde el 10 de diciembre de 2021.
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