Libros de ayer y hoy
Y se cumplen cinco años de aquel triunfo. No era imposible obtenerlo porque de hecho en 2006 el triunfo fue para Andrés Manuel López Obrador, pero “haiga sido como haiga sido”, el asunto se convirtió en un fraude. Eso queda para la historia.
La celebración de estos cinco años está exenta de política según han dicho las autoridades, menos de alusión preelectoral en la que están apretando los órganos respectivos. Pero regresar al sitio al que se acudió después del triunfo, a festejar los más de 30 millones que se votaron, también es histórico.
Cuando las ambiciones se posan sobre la silla presidencial y las maniobras se multiplican, es bueno recordar aquellas palabras de antaño que ahora parecen lejanas, pero que que aquí están. En cinco años han quedado otros triunfos, logros, frustraciones, entorpecimientos, luchas ideológicas, agresiones, un aumento de incorporaciones sobre todo de gubernaturas, un aeropuerto, próximamente un gran tren en la zona maya y centenares de cosas.
Antes, en aquella campaña, hubo meses de tensión en medio de la esperanza, de circunstancias límite que llevaron a muchos resultados -el principal fue la obtención del triunfo- y que dejaron en el camino renuncias, logros, palabrería sin fin, angustia, calumnia de opositores, enfrentamientos, discordia, persecución y más y que exhibieron el verdadero rostro de lo que es México. Eso podrá verse próximamente con la nueva campaña.
El cambio exhibió los rostros diferentes que tiene México
Varias fueron las actitudes que remarcaron el carácter de los que realmente se involucraron: la defensa de un sistema, de una forma de ser y de persistir para rescatar el arquetipo que se ha delineado en muchas décadas; la propuesta de un cambio que pretende zafarse de las amarras que aún lo ligan a ese sistema; la toma de posición interesada no exenta de descaro y un sector ecléctico, soberbio, que se parapetó en la displicencia, pero que en el fondo coincidía con la primera posición. Esto último se vio sobre todo en algunos sectores intelectuales, en comentaristas y periodistas.
Las que no se anduvieron por las ramas fueron las empresas de medios escritos y electrónicos, con apoyos evidentes a candidatos. La vieja soga que pende sobre el periodista que se involucra en la noticia, fue hecha de lado porque está claro que en estos menesteres todo mundo está contagiado, tiene su corazoncito y se exhibe de diferentes maneras. Fue el caso de los comunicadores que trabajaban para aquel sistema.
En el camino -que habrá de recorrerse todavía, con los días y los meses- se han visto, aparte, gestos de gran pulcritud, entrega verdadera a una esperanza, gran movilización ciudadana, defensa a ultranza de principios y un anhelo de que México sea diferente. Templar a la nación, fue el sueño, cueste lo que cueste.
Nikolai Ostrovski: Así se templará México
Los grandes escritores reflejan su vida en sus grandes obras. Se ha dicho que toda obra literaria, es una autobiografía. En Así se templó el acero (Editorial Porrúa 2006, muchas editoriales y ediciones) Nikolai Ostrovski reflejó toda su breve vida en páginas que fueron leídas por millones en el mundo y que inspiraron películas.
Es sobre la existencia dura de un muchacho de origen campesino que se enfrenta a la iniquidad zarista desde su nacimiento y después va forjando su existencia a la par que la Rusia se despierta de su vasallaje y organiza una gran revolución. El alter ego de Nikolai, Pavel Korchaguin, “Pavka”, se suma a esa revolución y después se integra a los primeros komsomoles que organizó el partido comunista soviético con los jóvenes rusos.
Estos organismos creados desde 1918 duraron hasta 1991, cuando fueron disueltos en la época Gorbachov, con la Perestroika. Pero a lo largo de su vida en ellos, Ostrovski relata lo difícil de la situación que enfrentó la entonces URSS por iniciar una nueva vida y despegarse de las rémoras que afectaban con sus traiciones y sabotajes la lucha de un pueblo que quería liberarse.
El escritor va marcando, además, su propia fatalidad, ya que desde 1920 contrajo una grave enfermedad, además de que fue herido en un enfrentamiento. Ambas circunstancias lo llevarían a la muerte a la temprana edad de 32 años. Antes, desde pasados los 20 ya padecía parálisis y con los años quedó ciego. Pese a ello, siguió militando en los komsomoles y escribió su primera novela que fue una revelación extraordinaria, Así se templó el acero, publicada en 1934 dos años antes de su muerte.
En 1935 recibió la Orden de Lenin. El temple extraordinario de este genio, su gallardía para enfrentar la enfermedad es el símil también de su novela, como se templa un país, una comunidad y la vida de un hombre. Ante las vicisitudes que enfrentó México en aquella elección y que seguirá enfrentando hasta el fin de este proceso, quizá valga recordar una de las frases de Pavka más repetidas de este libro extraordinario: “Toda la vida y la fuerza han sido entregadas a lo más hermoso del mundo ¡a la lucha por la liberación de la humanidad!”
Teresa de Jesús Gil Gálvez
Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.
Colaboradora desde enero de 2017.
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