CRÓNICAS DE LA ÍNSULA
Con el nombramiento del nuevo director del IEEPO enviado desde las oficinas centrales de la SEP de la Ciudad de México se pone otra vez de relevancia la inconsistencia del simple sentido común para acometer algunos temas. Lo primero que sueltan es que el nuevo director, a pesar de sus credenciales académicas y de servicio público, por ser fuereño no sabrá tomar los hilos de nuestra peculiarísima realidad oaxaqueña. Nuestro quesillo es prolegómeno aparte, sólo apto para los artesanos de la política aldeana.
Humildemente opino todo lo contrario, él puede tener éxito en mejorar la educación de Oaxaca precisamente porque no está atrapado en la madeja de intereses de quienes se supone conocen el manejo del IEEPO, esto últimos son buenos pero para depredar. Puede tener éxito si lo intenta, si no viene nomás por su premio.
Funcionarios y sindicalistas, hermanastros
En síntesis los funcionarios, ex funcionarios o burócratas oaxaqueños “expertos” en la cuestión educativa acá son aquellos que durante casi cuatro décadas junto y en complicidad con las camarillas de la S 22 han llevado el sistema educativo de nuestra entidad a la desgracia en que está hoy, conviviendo felizmente dentro de los espacios de poder y económico del IEEPO que se repartían para sus beneficios personales, familiares, de sectas y hasta empresariales.
Hijos del mismo tronco gubernamental, burócratas y sindicalistas están hermanados en su magnífica heredad del IEEPO, de ahí que aun tácitamente esos expertos oaxaqueños “asesores” de la SEP y del bisoño Aurelio Nuño no dejen de apoyar a sus hermanastros de la S 22.
No sería impreciso afirmar que la mediocre estrategia de la SEP para afrontar a la 22 el año pasado al sólo despojarla del IEEPO haya sido diseñada con base en esa asesoría erosionada por los intereses y complicidad de esos hermanos burócratas que tampoco quieren perder la ubre compartida con los conspicuos de la gremial.
Fracasar no por fuereño
Lino Celaya primer director del IEEPO, en el sexenio de Heladio Ramírez; Hernández Fraguas, Alfonso Gómez Sandoval, Ramón López Flores, directores generales con Diódoro Carrasco; Froylán Cruz con Murat; Mendoza Kaplan, Abel Trejo con Ulises Ruiz; con Gabino Cué ha estado Bernardo Vásquez Colmenares, Manuel Antonio Iturribarría, Gilberto Sánchez Ortiz (un día), Moisés Robles y parece que finalmente el enviado del centro federal Germán Cervantes Ayala, cerrará la más larga lista de directores del IEEPO de las historias sexenales.
Excepto este último que cuenta con una abultado currículum en la administración pública de la educación y hasta ha sido profesor, todos los demás directores del IEEPO han sido políticos sin formación en asuntos educativos. Algunos aunque terminaron su función frente al Instituto siguieron maniobrando ahí, es el caso de Abel Trejo gente de Ulises que siguió con cierto manejo en los primeros años de Gabino Cué; o Alfonso Gómez Sandoval, ex director del IEEPO que fue pieza clave como Secretario General de gobierno de Gabino Cué en la coordinación con la SEP para la instrumentación de la reforma educativa en Oaxaca.
El nuevo director del IEEPO no fracasaría por ser fuereño sino por ponerse a dormir con el enemigo que lo rodea. Pero entonces, ¿con quién replantear el trabajo? Hay personal para tal tarea, pero no está tan a la mano. Oaxaca o cualquier otra población en estas terribles condiciones de civilización merecen un esfuerzo genuino de rescate de su educación elemental.
Notas al margen. Guelaguetza. Cual cursis reinas de pueblo ahora el magisterio oaxaqueño convertido en su graciosa majestad decidió no impedir la realización de la Guelaguetza de los Lunes del Cerro en señal de “buena voluntad”. El daño ya lo hicieron. Fueron canceladas cientos de reservaciones de cuartos de hotel; los boletos de la Guelaguetza se ofrecen al por mayor en las redes sociales por quienes ya no vendrán a Oaxaca bajo el riesgo de sufrir a las hordas magisteriales; artesanos que no podrán dar la salida anual de su producción; “chachacuales” que no podrán fortalecer su economía con sus ventas. Las gradas lucirán llenas, sí, pero de burócratas y acarreados. Igual que en 2007 que vivimos una Guelaguetza similar a la que se hará mañana, cuando le preguntamos a una vendedora por qué no tenía clientes, nos dijo que ese acarreo no les ayuda pues la gente que así concurre “no tiene gusto”. O sea no compran. Además, los impuestos por metro cuadrado que cobra en la zona el no menos voraz ayuntamiento de Oaxaca tampoco incentivan. Pero al final dirán, “éxito total, lleno completo”, que se los crea a ver quién.
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