LIBROS DE AYER Y HOY
El uso faccioso de niños para promoción política viola el capítulo sobre derecho a la intimidad de la Ley General de los Derechos de niñas, niños y adolescentes -artículos del 76 al 81-, y por lo tanto debe aplicarse un castigo.
Recientemente, igual que otros, el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera, exhibió varios promocionales, algunos de página entera, en donde se acompañaba de niños y en páginas de ciudad de algunos diarios, aparece cargando niños que dan la cara. Todo bajo un tinglado demagógico, si se parte de que en la Ciudad de México hay bullying, pobreza, niños en situación de calle, trabajo infantil y trata en menores de edad.
En el marco de las fiestas septembrinas, el turno fue para los adolescentes -hasta los 17 años-, que fueron exhibidos también en anuncios diversos para apoyar con su presencia una promoción del gobierno federal. Habría que ampliar la situación al uso de indígenas, jóvenes y personas de la tercera edad o con discapacidad, con fines de promoción en los que las personas utilizadas jamás están sometidas a consentimiento.
Se ha hecho común que los políticos se exhiban con gente del pueblo para aparentar una falsa aceptación. Esas campañas de promoción se concentran en personas que atraen la sensibilidad pública, como es el caso de niños sonrientes, indígenas vestidas a la usanza de sus regiones y viejos abrazando a un funcionario, para agradecer, quizá, una exigua pensión.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) considera el uso de niños para promoción política, un trato comercial y dado que se exhibe su imagen debe plantearse una situación jurídica al respecto. Lo mismo pasa en anuncios mercantiles de modelaje, actuaciones en series o programas de televisión, situación poco revisada por los organismos encargados de proteger a la niñez, el DIF y las autoridades que menciona la ley señalada arriba.
¿Dónde está la Suprema Corte que salió muy girita a apoyar la llamada reforma educativa, por el “interés superior de la niñez” y en estos casos ese hace la omisa? Ocho años tenía el poeta nacional de Francia Arthur Rimbaud cuando empezó a escribir sus poemas en prosa. Pero fue entre los 16 y los 19, cuando concluyó su obra monumental encuadrada por algunos dentro del surrealismo, que todavía asombra al que lo lee.
Si viviera aquí, escribiría de nuevo Una temporada en el infierno (Editorial Tomo S.A. de C.V. 2003) al comprobar como vive la niñez mexicana, más de 18 millones de los cuales, de casi 33 millones que existen, están en la pobreza. Joven superdotado, tuvo una vida libre pese a ser de origen burgués y sus experiencias quizá hermanan a muchos niños y jóvenes mexicanos que han sido de todo para sobrevivir.
En su adolescencia y juventud, “escribió poesías en Bruselas, dio clases de inglés en Londres, fue maestro ayudante en un colegio de Escocia, preceptor en Stuttgart, descargador de coches en el puerto de Marsella, actor en un circo en Dinamarca y Suecia, empleado en una empresa en Chipre…”, además de su basta obra literaria. Casos extraordinarios como los de Rimbaud se dan en cualquier país y México no es la excepción; un joven mexicano el físico de 20 años, Yair Israel Piña, acaba de ser admitido en la NASA como investigador, por su descubrimiento de un dispositivo radiactivo cuando estaba en la prepa. Riqueza que no ven los políticos cuando usan a los niños solo para sus promociones personales.
Rimbaud murió de cáncer en la rodilla a la temprana edad de 37 años ( el próximo 20 de octubre se cumplen 162 años de su nacimiento) ; dicen que para entonces ya era muy rico, pero nada se compara con lo que dejó en sus libros, además del mencionado que contiene también Iluminaciones, están Cartas, Relicario, El barco ebrio, entre muchos. La magia del genio. Y se acordó de nosotros el gran poeta en su texto Infancia. Va solo una frase:
“..mas noble que la fábula mexicana…”
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