LIBROS DE AYER Y HOY
Evocaciones de un Universitario del doctor en derecho, maestro y escritor Héctor Rodríguez Espinoza, nos lleva por coincidencia, a la interrogante que se ha venido planteando en los últimos tiempos : ¿como fuimos perdiendo parte de nuestra esencia y que podemos hacer para recuperarla? Con diversas voces, artículos y pronunciamientos se habló recientemente de la Doctrina Estrada y la nueva actitud gubernamental de intervenir en los asuntos internos de otros países.
Se mencionan tantos asuntos que fueron nuestro emblema y que en el devenir perdimos.
Al evocar, pensamos en la constitución ideal, en las garantías individuales y sociales plenas.
En personajes como próceres. Y lo que vemos son importantes derechos humanos vulnerados, ajustes de leyes para intereses propios, personajes en el poder que carecen del sustrato que tuvieron gobernantes del pasado, líderes del partido oficialista y de otros partidos, que son simples caricaturas, etcétera.
La evocación es por un pasado que se nos escapa y la urgencia de recuperar lo que tuvo de valioso.
Porque no todo lo fue. Rodríguez Espinoza es un destacado maestro de derecho de la Universidad de Sonora que se propuso desde hace años, recuperar la memoria de una parte de esa casa de estudios y lo hizo de la manera más agradable y simpática, a partir de una información fundada pero también de la anécdota, de la broma, del chiste y de las vivencias de todo tipo.
Es emotiva la forma como recoge esa pequeña epopeya de los impulsores y creadores de una escuela de derecho henchida de amor por la norma y el caminar junto con maestros que tenían el espíritu idealista que permitía decir en otros tiempos que nuestras leyes eran de las mejores del mundo.
Aunque los gobiernos, como ahora, no las aplicaran. Pero el autor se contuvo para no eliminar la crítica.
A través de muchas voces que van apareciendo en el libro, esa crítica dicha con mucha pulcritud exhibe los poderes fácticos del estado, sus conservadurismos, la prevalencia de más de un 90 por ciento de hombres en la universidad en sus primeros años ( el porcentaje se ha ido equilibrando con el tiempo).
Esa misma crítica arropa a importantes intelectuales de dimensión nacional como el jurista Ignacio Burgoa -desechada su visita a la UNISON por los poderes priístas de la entidad encabezados por el entonces gobernador Ignacio Soto, por su posición opositora-, y destaca la ocupación de ese partido oficial en la casa de estudios – está presente o pretende estarlo actualmente en muchas de origen público-, como sucedió con la presencia del político oaxaqueño Norberto Aguirre Palancares en la rectoría, más tarde funcionario de Díaz Ordaz.
Otros que estuvieron en esa rectoría fueron el gobernador también priísta Luis Encinas Johnson y Moisés Canale, después candidato perdedor del PAN a la gubernatura, et al.
El viejo trampolín de las universidades como lo vemos ahora con el muy campante José Narro Robles.
Entre las anécdotas el jolgorio trasciende cuando se exhibe al junior gobernador Álvaro Obregón por haber ordenado “un desagravio a la bandera” que había recibido parte de los naranjazos agrios que los maestros -reprimidos como lo hizo recientemente Aurelio Nuño con la CNTE-, le habían tirado al gobernante un 15 de septiembre.
Se reproduce la fina ironía del escritor ya fallecido Sergio Valenzuela Calderón, quien hizo suyo el caso en uno de sus libros.
La historia se extiende ante las bromas de la gente que observa como, por estas fechas, las brigadas del gobierno salen a cortar las naranjas de los árboles cercanos.
No quieren que la anécdota se repita. El autor, también director de una importante red noticiosa, se autonombra un instrumento para dar espacio informativo a un período de más de diez años a partir de la fundación de la Escuela de Derecho -ahora Departamento-, en noviembre de 1953.
Van surgiendo los aportes que hizo la UNAM, las luchas, las promesas y las mentiras de los rectores-políticos, las propuestas, la toma de conciencia de los estudiantes.
Una de esas luchas lleva a la eliminación de la pena de muerte. Y hay documentos importantes que recoge la obra, como el del ex rector ya fallecido el también oaxaqueño Alfonso Castellanos Idiáquez cuando era director de la Escuela de Derecho, acerca de la libertad de expresión una garantía y derecho humano al que la Suprema Corte otorga algunas licencias con tal de que prevalezca con claridad.
Evocaciones de un universitario, se encuadra en 1956 los años del inicio estudiantil de Rodríguez Espinoza como parte de una segunda entrega de memorias ( Escuela de Derecho, Universidad de Sonora julio 2015) y se explaya en los nombres más diversos, en los apodos, en las posturas actuales de muchos de los mencionados, algunos abogados reconocidos, funcionarios públicos y maestros.
Los une el recuerdo, la evocación. Quizá por ello el jurista abre su libro con un famoso tango que evoca el pasado, Volver, de Carlos Gardel y A. Le Pera.
Va un retazo de nostalgia:
guardo escondida
una esperanza humilde
que es toda la fortuna
de mi corazón
Vivir con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx