He comentado en reiteradas ocasiones, que a fuerza de ver y de escuchar en los noticieros tantos sucesos sangrientos o negativos, terminamos por considerarlos como algo ordinario. Ya no nos sorprende lo acontecido.
Ya no nos causa ningún sentimiento de rechazo o de repudio, pues lo consideramos como algo lejano o como una situación que nunca nos sucederá a nosotros o a alguien de los nuestros.
De ahí nuestra indiferencia. De ahí nuestra insensibilidad que día tras día termina por deshumanizarnos. Queremos que todo lo resuelva el gobierno, aun cuando este se muestre igual de indiferente que nosotros, quizá de ahí su posición.
Durante los últimos años, derivado de las faltas de oportunidades que hay en sus lugares de origen, miles de mexicanos y por supuesto, miles de oaxaqueños migran hacia el norte de nuestro país en búsqueda del tan anhelado “sueño americano”.
Al igual que otros ciudadanos Centroamericanos, lo hacen por diversos medios y con sus limitados recursos. Por ello, el gobierno de los Estados Unidos en la última década ha fortalecido sus programas anti migratorios en toda la frontera con nuestro país, destinando millones de dólares para levantar su barda y particularmente para equipar a su patrullas fronterizas y a sus policías.
Considero que nadie en su sano juicio, pudiera reprochar que ellos hagan dentro de su territorio lo que a su juicio consideren pertinente, aun cuando esas medidas pudieran contener un alto grado de discriminación y de intolerancia.
Como resultado de lo anterior, cada día les resulta más complicado a los conocidos como “espaldas mojadas” poder cruzar la frontera, lo que en ocasiones los tiene por días y hasta por semanas enteras, sentados del lado mexicano del Río Bravo, esperando el mejor momento para poder cruzar la frontera, a pesar de los riesgos que el hacerlo conlleva. Junto a ellos conviven niños y jóvenes que radicados en la línea fronteriza, aprovechan los espacios naturales que el río les otorga para jugar o realizar actividades propias de su edad.
Lo cual también resulta aceptable puesto que están del lado de su país, dentro del territorio que como mexicanos nos pertenece. Al respecto existen diversos tratados tanto multilaterales como binacionales que definen perfectamente los límites de cada país, así como las acciones que deberán prevalecer para una sana vecindad. Sin embargo esto no ha sido así en los últimos meses. Le platico.
Guillermo Arévalo de 36 años y de oficio albañil, apenas el pasado mes de septiembre disfrutaba con su familia de un asado de carnes a orilla del Río Bravo en Nuevo Laredo, Tamaulipas con motivo del cumpleaños de su amiga Nora Lam, cuando de repente cayó pesadamente al suelo víctima de una bala “perdida” disparada por elementos de la patrulla fronteriza.
De inmediato sus familiares hicieron las llamadas de auxilio correspondiente pero todo se iba en preguntas y más preguntas mientras Guillermo sangraba abundantemente, razón por la que optaron por trasladarlo al hospital más próximo, donde horas después murió.
Como suele suceder en estos casos las Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un comunicado donde expresaba su enérgico rechazo a los sucedido y agregaba: “El gobierno de México ha expresado de manera reiterada que el uso desproporcionado de la fuerza letal en el ejercicio de funciones de control migratorio -en la que participa la Patrulla Fronteriza- es inaceptable, por lo que es fundamental tener plena claridad sobre los hechos ocurridos”.
El pasado 10 de octubre, el joven José Antonio Elena Rodríguez murió luego de que elementos de la patrulla fronteriza le dispararan acusándolo de haberles lanzado piedras y de ser “sospechoso” de introducir paquetes de droga a los Estados Unidos.
Él se encontraba en Sonora, México. En esa ocasión fueron los Senadores mexicanos los que demandaron una investigación a la Procuraduría General de la República conjuntamente con las autoridades de los Estados Unidos para esclarecer los homicidios donde han muerto varios mexicanos.
La senadora Ninfa Salinas expuso el tribuna: “Es imperante subrayar que en todos y cada uno de los asesinatos destaca el uso excesivo de la fuerza por parte de los agentes estadounidenses, quienes se justifican bajo el argumento de que actuaron en legítima defensa.
Justificar el exceso de la fuerza y la desproporcionalidad de la respuesta argumentando que se combatía a un enemigo, es aceptar actos y legitimar acciones represoras, autoritarias y abusivas”.
El 8 de julio, el mexicano Juan Pablo Pérez Santillán murió por los disparos con armas de fuego de agentes fronterizos realizaron en el puente que comunica Matamoros con Brownsville, Texas. El argumento para justificar el uso excesivo de su fuerza fue el mismo que el anterior, que les habían lanzado piedras y que habían sido “apuntados” con un arma, misma que nunca apareció.
Por lo anterior, la Alta Comisionada de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, manifestó su indignación por el uso desproporcionado de la fuerza por parte de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos y exigió frenar la violencia en las fronteras.
De ahí que resulte urgente una ley migratoria que respete los derechos humanos de los mexicanos y que impida a la brevedad que acciones como las que le acabo de relatar se conviertan en actos impunes, pues hasta ahora las familias de las víctimas siguen clamando justicia.
Es tiempo de que como mexicanos nos unamos para alzar nuestra voz y demandar el respeto a nuestro territorio y a sus nacionales, pues resulta inconcebible que por falta de una normatividad clara al respecto, se argumente que no hay jurisdicción para investigar y para castigar a los culpables de dichos homicidios.
Ya no más asesinatos en la frontera, ya no más acciones que vulneran nuestra soberanía. Es tiempo de que nuestros Senadores pasen de los exhortos enérgicos a la creación de leyes y de tratados binacionales que garanticen el respeto a la vida de nuestros hermanos.
No se trata de sentirnos orgullosamente mexicanos sólo el 15 de septiembre o el 20 de noviembre; ¡no! Las más de 20 muertes de mexicanos por manos de agente de la patrulla fronteriza desde el año 2006, debe motivarnos a unirnos y a exigir un alto inmediato a tales prácticas bestiales.
¡Ya no más asesinatos en la frontera!
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