Es difícil no estar de acuerdo con argumentos que se esgrimen de uno y otro lado: frente a Trump ganamos; no, frente a Trump perdimos. Cada posición tiene un razonamiento fundado.
El poeta Alberto Ruy Sánchez escribe: “Es una victoria tan cara que casi parece una derrota”. Alejandro Hope, especialista en seguridad, reflexiona: “Es una buena noticia, sin duda, como buena noticia es que la víctima de un secuestro sea liberada luego del pago de un rescate”.
Para el caricaturista ‘El Fisgón’ fue “un triunfo diplomático que evitó la guerra comercial”. La escritora Soledad Loaeza dice que “no hay nada que celebrar: Trump nos puso de rodillas como ningún presidente de Estados Unidos lo había hecho”.
Palabras van, palabras vienen: El triunfo, dicen algunos, fue evitar el aumento en los aranceles e impedir que México se convirtiera en el tercer ‘país seguro’ como lo quería Trump, además de impulsar un plan de desarrollo integral con Centroamérica como lo proponía AMLO.
La derrota, dicen otros: Trump se salió con la suya, aplicar a México su propia política migratoria; Trump logró que México aceptara comprar más productos agrícolas; se unieron los temas de comercio y migración como no lo quería el gobierno de México.
Y, lo peor, pronto tendremos noticias de esa bestia insaciable llamada Donald Trump. Perdimos ganando. Ganamos perdiendo. El mal menor.
Quizá cuando Usted esté leyendo este post ya se haya celebrado el mitin por la unidad nacional; sin embargo, no hay unidad nacional, el resultado de las negociaciones en la Casa Blanca y sus diferentes lecturas y posiciones, hace esto más evidente.
¡Vaya momento!
