EXPRESIONES.- No es noticia nueva el que miembros de la Sección 22 del Magisterio estén ligados con la guerrilla; ya en 1996, cuando apareció el EPR en Los Loxicha, emergió la figura del maestro Rafael Vicente Rodríguez Enríquez, quien se distinguió por su gusto de secuestrar para obtener ganancias para sus movimientos guerrilleros.

El que ahora dos maestros militantes de la Sección 22 y otros dos “adherentes” sean señalados como partícipes en el secuestro de los niños Álvarez-Benfield, familiares cercanos de la pareja gubernamental y del flamante “empresario” Gerardo Gutiérrez Candiani, nuevamente pone en la mira la filiación anarquista, rebelde y violenta de una organización, que como la Sección 22, se agarra del pretexto educativo-sindical para mantenerse en la impunidad a través de la legalidad negociada.

No dudamos que con base en la presión política que ejercerán, los inculpados o algunos de ellos sean amnistiados, como en su momento lo hizo el ex gobernador José Murat, lo que confirmaría la complicidad que ha fortalecido a la Sección 22, convirtiéndola en lo que es ahora, una gran industria del chantaje y la presión política que pisotea la ley o negocia con ella.

Evidentemente que no todos los maestros están involucrados con la guerrilla, pero la suciedad de su dirigencia sindical también salpica a todos sus miembros irremediablemente por seguir los lineamientos, acciones y estrategias de presión hacia el gobierno.

La guerrilla clandestina y la Sección 22 son parte de lo mismo; la infiltración es evidente y el daño a la educación, mucho mayor.

En estos momentos, aunque sus panegíricos digan que no están sucios porque cuatro miembros de la Sección 22 son acusados y aprehendidos por secuestro, la polución del movimiento magisterial oaxaqueño es innegable.

Oaxaca de Juárez, Oax., miércoles 22 de mayo/2013

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