Libros de ayer y hoy
+ Jueces de distinto nivel critican al Senado, pero se callan ante el abuso permanente del amparo.
El legendario juez Domicio Ulpiano de cuya sabiduría se inició el derecho romano, lanzó al mundo su precepto jurídico más completo: la justicia da a cada quien su derecho. Con esa máxima pondría en su lugar en este momento, a un poder judicial tan controvertido, que aún en situaciones tan mentadas como la de los dos años a favor del ministro Arturo Zaldívar, enseñó la oreja de lo más feo.
Ninguno de los integrantes de ese poder salió para defender al presidente de la Suprema Corte, independientemente de su postura respecto a esos años anexos. Se exhibió en muchos de ellos la avaricia por los puestos. Ministros y magistrados están molestos no tanto por lo que consideran inconstitucional, sino porque esos dos años les resta a todos posibilidades de subir en un poder de altísimos salarios.
Protesta judicial por todos lados, pero se quedaron callados cuando los juececitos encabezados por Juan Pablo Gómez Fierro, dieron amparos completos en pocos segundos. La otra oreja la enseñaron panistas y ciudadanistas, cuyo colmillo para administrar empresas partidistas que los mantienen desde hace años, brilló por su ausencia.
Y en evidencia quedó el líder de los segundos Dante Delgado, al echarle la culpa al régimen de “atropellamientos” e “invasión de atribuciones”, cuando de pronto el Consejo de la judicatura salió a la palestra para aclarar que la iniciativa de reforma del Poder Judicial la hizo el conjunto de ministros y se sabía desde el 2020. El ridi total.
Cossío en un litigio ilegal y el artículo 97 centro de controversia
El ex ministro José Ramón Cossío Díaz que siempre está a la vista cuando de defender a la derecha se trata, y lo ha hecho a favor de Calderón sobre todo, acudió con la Constitución en la mano para recalcar el párrafo cuarto del artículo 97 que habla de la no reelección de presidentes de la Corte.
Pero se evade, y lo ha hecho en otras ocasiones, cuando se le recuerda que como ex ministro no puede ser litigante porque es ilegal. Y solo responde que no litiga, “solo doy asesoría cuando me preguntan”.
No es la primera vez que el artículo 97, uno de los que se dedican al Poder Judicial, está en el centro del huracán. Ya hubo hace años una disputa en torno a la beligerancia que se dio a ciertos ministros para investigar casos de violación de garantías. El capítulo sobre ese poder les da a los ministros una larga vida de 15 años en la función, pero el 97 es el que acapara los mayores beneficios, uno de ellos la inmovilización de los salarios y la prevalencia del pleno para ser el que nombre cada cuatro años al presidente de la Corte. Eso significa que sin decirlo le dan al presidente cuatro años de vida.
De ahí que haya ardido Troya con los dos años que le agregó el Senado a Zaldívar, al aprobar las dos legislaciones judiciales que fueron abordadas por los ministros. Lo que no ha quedado claro es que papel tienen en una legislación reglamentaria, en este caso de la Carta magna, los artículos transitorios.
Es cierto que están sujetos a usos específicos y tiempos, pero una intención especial en relación a su origen, deben de tener, en una ley reglamentaria de la propia Carta magna, para que se les agregue un artículo de esos.
La judicatura da mucho de qué hablar, en la realidad y en la ficción
La frase completa del gran jurista Ulpiano es: “La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su propio derecho”. Un libro suyo, “Las instituciones”, nutrió en buena parte la famosa compilación jurídica que hizo posteriormente Justiniano.
Como la justicia no siempre se da como debe de ser, es claro que la frase tiene un grado de aplicación de acuerdo al caso. Eso es lo que se plantea en la novela La Judicatura de Fernando T. Mendoza (LD Books 2020) narrativa de crimen y corrupción, en el que el poder judicial se aborda como parte importante, en un maremágnum de situaciones que llevan al crimen.
En casi todas las situaciones adversas y extremas, la judicatura se expresa no solo en lo que le toca a partir del crimen y su investigación, sino de diferente forma, algunas en “sus vericuetos” y en otras en sus “tejes y manejes”.
En los puntos de vista de Orlando Ortiz en La Jornada Semanal y de Guillermo Aviña Rivera en Mundo de hoy, ambos coinciden en una novela que parece real tan cerca está de lo que nos acontece y en la maestría con la que lo describe Mendoza; tal como si fuera un documento.
La novela ha tenido mucho éxito porque se sale de los cánones de la novela policial tradicional, aunque la violencia que exhuma deja el sobresalto de una lectura que pese a ello, se realiza “de una sentada”.
Teresa de Jesús Gil Gálvez
Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.
Colaboradora desde enero de 2017.