Utopía
No les falta razón a los que más en privado que en público sugieren al presidente Andrés Manuel que no le dé tanto vuelo, seguimiento y espacio en las mañaneras al tema de las corruptelas de Ricardo Anaya Cortés, el Niño Maravilla, como le decían los diputados del Revolucionario Institucional por su eficaz y decidido apoyo a las llamadas reformas estructurales de Enrique Peña. De la misma manera que apodaron a Diego Fernández de Cevallos el Jefe Diego, en reconocimiento al papel que desempeñó en la Cámara de Diputados en la consumación del presunto fraude electoral de 1988 a favor de Carlos Salinas y de las políticas privatizadoras de los bienes nacionales.
A esta altura de la soterrada contienda ante-pre-presidencial para junio de 2024, el empresario inmobiliario y político queretano aparece como el favorito de la oposición con un bajísimo porcentaje; predominan los ciudadanos que no se pronuncian por ninguno, de acuerdo con la encuesta realizada por Reforma, el diario más militante al lado de la oposición partidista y plutocrática que pese a avances innegables pero limitados, no acaba de “volver en sí” tras la contienda de julio de 2018.
No exageró, por ello, Rafael Barajas (Fisgón) cuando le respondió al doctor Carlos Elizondo Serra-Mayer –“ese cobraba en Pemex”, dijo recientemente el columnista Enrique Galván Ochoa: “cobraba”, no trabajaba–, “es un candidato de chiste” y el ahora académico del Diablo Fernández –José Antonio Fernández Carbajal, el de FEMSA (Coca Cola y Oxxo), salió en su defensa sin matices. Antes lo hizo apasionadamente Javier Lozano, el mismo que fue priista, panista, nuevamente priista y de la Coparmex –hasta que lo desemplearon como vocero en menos de 24 horas–, cuando en 2018 fue su más severo crítico y lo denunció ministerialmente asociado a Ernesto Cordero Arroyo. Lozano Alarcón o al revés, reculó en La Octava, con Hernán Gómez Bruera, porque siempre está con el que le dé chamba.
Los testimonios periodísticos sobre el presunto enriquecimiento ilícito de Anaya Cortés son tan abundantes que contempla al que presentó Ricardo Alemán Alemán –gran amigo de Raúl Fraga Juárez– señalándolo como “repartidor de moches” –el que parte y reparte se queda con la mayor parte– ante Carlos Loret en el matutino Despierta: https://www.msn.com/es-mx/noticias/mexico/el-d%C3%ADa-que-ricardo-alem%C3%A1n-acus%C3%B3-frente-a-loret-a-anaya-de-repartir-moches/ar-AANKaJV?oc (.) Y vaya que Ricardo y Carlos no se distinguen por su honestidad y ética profesionales.
Abundan los testimonios, pues. Son éstos los que en circulación deben ser puestos y no tanto los que López Obrador brinda a su audiencia, integrada en buena medida por su millonaria base social que gracias a las denuncias presidenciales ya conoce más al pequeño personaje, proyectado involuntariamente desde Palacio Nacional.
Mas el problema central es que la Fiscalía General de la República y el doctor Alejandro Gertz Manero hagan su trabajo ministerial en forma sólida y profesional, pronta y expedita para que el juez disponga de las pruebas suficientes para juzgar al afamado Ricky Riquín Canallín. Por lo pronto la audiencia se pospuso para octubre y será presencial. Ya veremos que pretexto inventa el “exiliado” en Atlanta, Georgia.
Se trata de un personaje no sólo señalado por muchos como corrupto sino también cínico y que por el momento cuenta con el apoyo de toda la oposición partidista y plutocrática (Claudio X. González), pero que dejó en el corto camino de su meteórica carrera muchos traiciones y atropellos sobre los que muy bien podrían ilustrar Gustavo Madero, Margarita Zavala, Felipe Calderón, Luis Videgaray, Enrique Peña…
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.