Al pie de una foto
Propagar una mentira es mentir, me digo esto mientras viajo por las intrincadas calles de la Ciudad de México en un taxi de aplicación, el conductor enajenado por el estridente tráfico escucha en la radio a un volumen muy alto el programa noticioso de un tal Iñaqui Manero y Alejandro Villalvazo en 88.9 del cuadrante. La campaña de odio y desinformación vertida por estos pseudo periodistas es escandalosamente ruin, totalmente perversa al repetir una y mil veces la falaz y supuesta falta de medicamentos contra el cáncer en hospitales del sector público sin citar al menos una investigación de órganos de control nacionales o internacionales con casos específicos.
Y es que vengo precisamente del Hospital público en el que soy tratado desde hace años de un mieloma múltiple de difícil cura y aquí en mi mochila atesoro el medicamento que recién me entregaron en la farmacia pues gracias a las políticas del actual gobierno el cuadro básico de medicamentos se amplió para que muchos disfrutemos de tratamientos de última generación imposibles de conseguir en sexenios anteriores.
Estos propagandistas políticos con piel de comunicadores están al servicio de los poderes fácticos de cualquier calibre que medran a lo largo y ancho del territorio nacional. Embozados de periodistas con su agresiva y prepotente verborrea, narrativa de víscera y escarnio me recuerdan a esas multitudes de zombis que vemos hasta el hartazgo en series de televisión y películas.
Estos mercaderes del odio no son periodistas con rigor profesional o ética, son sicarios políticos llevando agua al molino de su patrón, el señor X. Descarnados, estúpidos y siempre hambrientos, atacan solos o en multitud a una sociedad indefensa superada mil veces por el desenfrenado apetito del victimario. Los mueve una estéril hambre infinita que devastó al amparo de gobiernos anteriores al erario público dejando tras de sí, paupérrimos salarios para el pueblo, una famélica seguridad social totalmente colapsada y la privatización irracional de los recursos naturales.
El ciudadano de la mal llamada clase media sobrevive atrapado en esa ignorancia atávica que se nutre cada día con los medios de desinformación y propaganda, enloquecido en sueños de opio y consumo, enajenado en su individualismo onanista, despojado hasta de su más elemental instinto de supervivencia; mansa bestia rumiando sus pobrezas camino al matadero.
Suena al menos utópico pretender que las masas se puedan educar, cultivar, informar, ilustrar, emancipar, al menos sin una iniciativa clara para tomar por asalto el poder de los medios y/o generar los propios, pasando así de la resistencia a la ofensiva.
Pasarán quizá cientos de años antes de poder avanzar un poco en dirección de la sociedad del conocimiento, de la libertad, solidaridad, igualdad, porque para terminar con los muertos vivos tenemos primero que despertar a los vivos muertos y de estos últimos muy pocos quieren tocar el cielo con los dedos. Pensar, razonar, analizar es doloroso.
Fernando García Álvarez
Nací enamorado de la luz y desde muy joven decidí ser artesano de sus reflejos. He sido aprendiz y alumno de generosos mentores que me llevaron al mundo de las artes y la comunicación. Así he publicado mis fotografías y letras en diversos foros y medios nacionales e internacionales desde hace varias décadas. El compromiso adquirido a través de la conciencia social me ha llevado a la docencia.
Colaborador desde el 10 de diciembre de 2021.