Utopía
El daño mayor y más profundo que sufrió la nación a lo largo de 36 años del modelo del capitalismo salvaje, popularmente conocido como neoliberalismo, no es tanto ni principalmente la privatización de los bienes nacionales para los amigos, socios y compadres de presidentes, como la reducción al mínimo del papel Estado, sino la descomposición ética que la acompañó, la individualización a ultranza de la sociedad y la disolución de múltiples lazos comunitarios que la anudaban no sólo en el mundo indígena y rural sino en franjas anchas de lo urbano. En ello, el oligopolio mediático y sus magnates tienen una responsabilidad ineludible de la que todavía no rinden cuentas.
Si algo representa tal descomposición es el dominio en zonas de la geografía nacional del crimen organizado y su secuela de asesinatos, adicciones y violencia aparentemente imparable. Y en lo que también los barones de la comunicación y la alienación social se distinguen como sus legitimadores con sus contenidos y programación de abierta justificación y promoción del modo de vida de la delincuencia organizada nacional y extranjera, trasnacional.
En lo anterior es posible localizar una parte de las razones del rezago en materia de seguridad pública a tres años de iniciado el gobierno de la Cuarta Transformación. Pero también cuenta el hecho de que fue en esta materia en donde durante la campaña el candidato presidencial Andrés Manuel prometió mucho más de lo que como gobernante podía lograr en un plazo razonable. Nada extraordinario en 2018, pues hubo otro al que no le creyeron que encarcelaría en automático a Enrique Peña después de servirle durante tres años en forma incondicional con su Pacto por México, y por supuesto que fue derrotado en forma apabullante Ricardo Anaya.
A pesar de los pesares, los primeros 37 meses de la 4T hecha gobierno, arrojan que todos los delitos federales –financieros, fiscales, de delincuencia organizada, contra la salud, patrimoniales y relacionados con armas de fuego– cayeron 32.3%, al pasar de más de 9 mil en diciembre de 2018 a 6 mil en diciembre de 2021.
Y el mayor dolor de cabeza, la migraña para los tres niveles de gobierno, el homicidio doloso que no es delito federal y en el que no existe “cifra negra”, igual que en el robo de automóviles, es decir no reportada, consolidó su tendencia a la baja con un modesto 4%. En tanto que los feminicidios disminuyeron 7% en diciembre respecto al mismo mes de 2020, mientras la violencia familiar también mantiene una reducción constante en los últimos meses de 2021, con -17.3%. Veremos cómo reaccionan los grupos feministas que sobresalen por su antiobradorismo a la vez que eran aliados de Silvano Aureoles Conejo, el pillo perredista que endeudó y desgobernó a Michoacán.
Cierto, el panorama es contradictorio, como todo en la vida, cuatro delitos del fuero común sufrieron incrementos, de acuerdo al reporte de Rosa Icela Rodríguez donde “necesitamos mejorar el trabajo”: la violación creció 28.1% al pasar de 16 mil 544 delitos a 21 mil 189; el robo a transeúnte se incrementó 9.3%, pues pasó de 68 mil 144 delitos a 74 mil 452; el robo en transporte público e individual subió 12.6%, de 27 mil 784 a 31 mil 290, y extorsión arrojó 12.3% más, de 8 mil 380 a 9 mil 407.
En el camino por recorrer la intervención directa e indirecta de la ciudadanía es vital para prevenir los ilícitos, aislar a los presuntos criminales y coadyuvar a su detención, como parte del fortalecimiento del muy dañado tejido social.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.