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Roberto Fuentes Vivar Portada Ok

Misma lengua, diferente lenguaje. Visita a México del canciller español

Diario Ejecutivo

¿Qué sucede cuando dos personas hablan la misma lengua o idioma, pero con diferente lenguaje? Definitivamente no se entienden.

La pregunta viene a colación porque el canciller español, José Manuel Albares, estuvo en México y habló un lenguaje muy diferente al del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Primero que nada, hay que aclarar lo que es una lengua (o idioma): La Real Academia de la Lengua Española la define como: “1.-Sistema de comunicación verbal propio de una comunidad humana y que cuenta generalmente con escritura. 2.- Sistema lingüístico considerado en su estructura. 3.- Vocabulario y gramática propios y característicos de una época, de un escritor o de un grupo social”. También se refiere al “órgano muscular situado en la cavidad de la boca de los vertebrados y que sirve para gustar y deglutir, así como para modular sonidos”.

Mientras que lenguaje es: 1.-Facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos. 2.- Sistema de comunicación verbal. 3.-Manera de expresarse. 4.- Estilo y modo de hablar y escribir de cada persona en particular. 5.- Conjunto de señales que dan a entender algo. 6.- Código de signos (lenguaje formal). Una acepción más sintética: “el lenguaje es la facultad humana que nos permite comunicarnos y ocurre en un plano mental”.

Así pues, el ministro español de Asuntos Exteriores no entendió el lenguaje del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando habló (durante la estancia del funcionario hispano en México y desde hace varios meses) de una pausa en las relaciones entre los dos países. (Tampoco entendieron muchos mexicanos que hablan otro lenguaje o, de plano, no quisieron atender ni mucho menos comprender.)

No sé muy bien qué quiere decir pausa. En cualquier caso, mi visita hoy en día lo que hace es acelerar esa relación, que no es nada nuevo, se acelera ya desde hace muchos años”, dijo el canciller Albares.

Para él, de acuerdo con su lenguaje, parece ser que las relaciones entre su país y el nuestro:

1.- “Deben acelerarse” (no entiendo cómo se acelera una relación; Creo que una relación puede cortarse, estrecharse, enfriarse y hasta pautarse, como sucede con muchas parejas que deciden alejarse temporalmente, mientras analizan sus diferencias. Pero ¿acelerarse? Quizá se refiera por ejemplo a cuando las parejas deciden pasar del cachondeo al sexo).

2.- “Deben dar certeza jurídica a las empresas españolas que producen electricidad, porque hay preocupación por la posible retroactividad de la reforma eléctrica propuesta por el Ejecutivo mexicano”. (Quizá por eso el funcionario ibérico, representante de un gobierno socialista, en su gira, visitó la Cámara de Senadores, para expresar la “preocupación” de los consorcios españoles y hasta les dijo a los legisladores que en nuestro país hay siete mil empresas españolas que generan 300 mil empleos directos y un millón indirectos).

3.- “Debe acelerarse la ratificación, lo más pronto posible, del nuevo acuerdo global entre México y la Unión Europea, que representa una oportunidad para reforzar la alianza geoestratégica entre ambas partes… Toda empresa mexicana es bienvenida en España, como espero que toda empresa española sea bienvenida en México”. (Aquí sí entiendo el término de acelerar las relaciones o concretamente el acuerdo para que las empresas energéticas españolas sean bien recibidas aquí, cuando en España ya son repudiadas por los propios habitantes según la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía, una de las que más ha denunciado los abusos en el precio de energía eléctrica).

4.- “Rechazamos las críticas contra empresas españolas, son palabras que se repiten y se repiten, pero que no tienen ningún fundamento”. (Nuevamente mi no entender: se trata de relaciones entre países, entre gobiernos, entre ciudadanos o solamente entre las empresas españolas y un gobierno extranjero).

5.- Si bien en la visita de Albares se firmaron (con el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard) cuatro acuerdos de cooperación política, cultural, científica y en materia de feminismo, el lenguaje del visitante fue acelerar “lo antes posible” las relaciones entre el gobierno mexicano y las empresas españolas. Dejó muy claro su mensaje: el gobierno español apoya a las empresas españolas, aunque no sean profetas en su tierra porque el pueblo español tiene que pagar el precio más alto de la historia por la electricidad: 700 euros por megavatio hora.

Un lenguaje común es el que hablan el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP), porque ambos estuvieron de acuerdo cuando José María Aznar (del PP) decidió privatizar Endesa, la empresa eléctrica estatal, para favorecer los intereses privados como los de Iberdrola, consorcio que actualmente enfrenta un proceso en su contra, acusada de espionaje, cohecho, falsedad documental y atentado contra la intimidad, además de que ha sido señalada por actuar también contra dirigentes políticos, periodistas y activistas del medio ambiente.

El lenguaje que utilizó el canciller español en México fue el de las empresas que dan voz a un gobierno.

Por el otro lado, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, habló un lenguaje diferente: refrendó su planteamiento de hacer una pausa en la relación con la nación ibérica, en particular con sus empresas. “El objetivo de pronunciarse por una pausa es para que políticamente se internalice que la relación con España se caracterizó por el abuso de empresas españolas en nuestro país, y aunque cuesta mucho trabajo que se acepte, que se comprenda, México no es tierra de conquista”, dijo y explicó que las relaciones entre ambos pueblos y entre la sociedad son cordiales y van a continuar fortaleciéndose. Desde luego que no dijo acelerándose.

Así las cosas:

El presidente mexicano habla con el lenguaje de la sociedad mexicana, que en buena parte está en contra de la depredación que han hecho las empresas españolas en México durante los más recientes 20 años.

El canciller español habla con el lenguaje de las empresas que son defendidas por su gobierno aún en contra de su propia sociedad, que está cansada de los abusos de los consorcios.

Dice el filósofo del metro: el lenguaje dice lo que la lengua oculta.

Roberto Fuentes Vivar

Columnista y periodista fundador del UnoMásUno y la Jornada. Estudió Periodismo en la reconocida escuela Carlos Septién García y cursó la Licenciatura en Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente es periodista independiente, conocido como “El Filósofo del Metro”.

Colaborador desde el 6 de marzo de 2022.

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