Utopía
Impresiona la facilidad con la que Joseph Biden habla sobre el peligro de la tercera guerra mundial a raíz de la invasión de Ucrania por fuerzas militares rusas. Se trata de una declaración capaz por sí sola de multiplicar las tensiones derivadas del conflicto en el Viejo Continente y de incrementar el peligro que anuncia, así sea para efectos propagandísticos en una disputa en la que la primera perdedora como siempre es la verdad, pero ahora en un mundo híper comunicado y en el que jurídicamente todos los europeos tienen garantizado el derecho a la información y la libre expresión de las ideas.
Al pronunciamiento de Biden le siguieron las de sus voceros y él mismo ahora repite con frecuencia: Estados Unidos trabajará con nuestros aliados para defender cada pulgada de territorio de la Organización del Tratado de la Atlántico Norte, como lo verbalizó el lunes 14, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, después de que misiles rusos alcanzaron una base de entrenamiento militar cerca de la frontera de Ucrania y Polonia, que es miembro de la OTAN, donde dieron capacitación militares estadunidenses, se realizaron ejercicios de la alianza y donde se informó que 35 soldados murieron.
Sullivan advirtió que cualquier ataque contra territorio de la OTAN provocará la activación del artículo 5 de la alianza, que establece que un ataque contra uno de sus socios es considerado un ataque contra todos. Esto no es ninguna novedad y por supuesto que Vladimir Putin lo tiene claro, pues gobierna al país más extenso del orbe desde 2012, convirtiéndolo en el presidente de Rusia que más tiempo ejerce al frente del Kremlin.
Sin embargo, la gran batalla que se libra en Ucrania es en buena medida propagandística y económica, aunque también en el campo de batalla con ucranianos de 18 a 60 años de edad que no pueden abandonar el país porque “defienden a su patria” (Volodymir Zelensky) y en Occidente, México incluido, los presentan como “patriotas ejemplares” (Televisa).
Básicamente económica, pero la histeria antirrusa llega a expresiones y niveles aberrantes en los centros de educación superior y culturales europeos, sobre todo la desesperación de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono para imponer dictatorialmente el bloqueo económico y financiero a los aliados de Rusia que votaron en contra, se abstuvieron o ausentaron de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y que sumaron más de 40 naciones, incluidas las muy pobladas e importantes China, India, Pakistán y Bangladesh. De tal suerte que Biden y socios chantajean al gobierno del presidente Ji Xinping, y a los de Irán y Venezuela buscan seducirlos prometiendo levantar el bloqueo que los agobia.
Más impresiona aún que una voz tan importante y que es preciso guarde los equilibrios y prudencia, la del secretario general de la ONU, por desgracia se integró al irresponsable juego de Washington, al postular el lunes 14, “la perspectiva de un conflicto nuclear, antes impensable, ahora vuelve a ser una posibilidad”, al alertar que la invasión de Rusia en Ucrania también puede resultar un huracán de hambruna en muchos países.
Advertir de lo segundo es harto pertinente. Y lo primero como posibilidad es sumamente remota porque con el arsenal nuclear que poseen las grandes potencias, también Israel, India y Pakistán, no existe la más mínima posibilidad de que existan vencedores y vencidos. Y los márgenes para que la vida humana persista son inexistentes.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.