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Exponen cincuenta artistas en la muestra “Noche de Rábanos” de la galería Azomalli

OAXACA, OAX., diciembre 27.—La galería Azomalli (Gurrión 110, Centro), dice su directora, Isabel García Echeverría, está abierta a cualesquiera expresiones estéticas: “no me importan los currículums y ridículums, porque pienso que cada artista es responsable de lo que propone”.

Como en esta ocasión, precisamente, cuando se monta ahí la exposición, que cumple ya su novena edición, intitulada “Noche de Rábanos”, en la cual más de cincuenta obras de igual número de creadores se exhiben desde este 26 de diciembre y hasta el próximo 9 de febrero.

Es la noche después del abúlico día 25, el corredor turístico Macedonio Alcalá se encuentra atestado, convertido en esnob cosmopolitismo donde todos los gatos son pardos; en Gurrión 110 —a un costado del templo de Santo Domingo—, empero, baja la afluencia, mas la galería Azomalli se va colmando de artistas emergentes y sumergidos, novatos y empapados, y sus invitados.

Algunos turistas despistados, con la cámara de tecnología de frontera colgándole del cuello, leen el letrero que dice “Noche de Rábanos”, y como algo han oído, se entusiasman, se asoman… y se van. No atinan a entender que plástica y tradición es cultura.

Isabel García, en cambio, lo entiende perfectamente. Por eso dice que la propuesta para participar en la exposición de marras es una sola: retomar la tradicional Noche de Rábanos oaxaqueña de la noche del 23 de diciembre y utilizar la grana cochinilla, si bien algunos años se han permitido las técnicas mixtas, con la idea de “fomentar parte de lo que es nuestro” a través de creaciones de diferente tipo.

A cada artista se le otorga su bolsita de grana y “cada quien juega como quiera con ella y su obra”.

Lo demás es consecuencia de asumir con claridad la función del oficio y la relación con los creadores, pues “el artista propone y el galero como promotor cultural, tiene la obligación de exponer al que quiera y con la expresión que desee”.

Más claro: “la responsabilidad del autor es su propia obra y la del galero, mostrarla”.

Así, en esta ocasión, la novena muestra “Noche de Rábanos” convoca a más de cincuenta artistas extranjeros, la ciudad de Oaxaca, el Distrito Federal, Guadalajara, Baja California y Miahuatlán de Porfirio Díaz: los jóvenes herederos del célebre miniaturista Roberto Ruiz, en específico.

—Te agrada en especial la Noche de Rábanos.

—Soy una nostálgica de mi tierra. Estuve expatriada muchos años y las fechas que más me atraían eran la de la Guelaguetza, sobre todo por sus músicos, y la de la Noche de Rábanos.

Aún hoy. Y eso me hace reflexionar sobre mí misma, mi infancia, mi adolescencia. Me atrae algo tan bello como es labrar un rábano para crear una obra, aunque sea efímera.

Y también, desde luego, le agrada asistir al Zócalo a la Noche de Rábanos del día 23 de diciembre; sin complejos, exactamente como igual antes iba al tequio y, con nativos, nacionales y extranjeros, se ponía a rascar en la tierra lo que podía y cortaba rábanos para que después los labraran.

Porque Isabel García entiende que, parafraseando a Serge Gruzinski, desde la “mundialización” del siglo XV, prácticamente es lo mismo el proceso de lo global a lo local que de lo local a lo global.

De ahí que también, sin prejuicios, el 14 de febrero de 2014 inaugure la próxima exposición en Azomalli, “Corazón de Madera” —”o algo así”— para que los artistas convocados “lo intervengan, calen, rayen, perforen, corten, pinten y hagan lo que se les pegue la gana”.

 

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