SIN DERECHO A FIANZA.- El primer día enero asumieron su cargo los nuevos presidentes municipales, con ello se inicia una nueva administración; una renovación de la esperanza del pueblo de que esta vez sí se eligió bien; de que ahora sí le irá mejor al municipio; de que esta vez no se robarán tanto dinero…
Algunos mirarán con escepticismo; dirán que, “con ese cabildo no se podrá gobernar”, y tendrán razón. Es notorio cómo ha evolucionado la actitud de los regidores de oposición en las últimas décadas. Antes, cuando era costumbre que gobernara el PRI, los dos o tres regidores emanados de la izquierda, cuestionaban los actos del presidente. Ahora también… sólo que, critican, se oponen y demandan a cambio de prebendas y de dinero.
Ya no se conforman con recibir unos cuantos fajos de billetes, ahora quieren camionetas, terrenos, cargos para sus parientes o sus “detalles”, permisos para negocios, y lo de moda: que les cedan obras para que las negocien con sus constructores o para que ellos mismos, sin tener conocimientos, las ejecuten, si no, no firman. Claro, no todos son así.
En tiempos de campaña, platicaba con un simpatizante de un partido, el tema era su candidato. Le señalaba que no creía que fuera un buen aspirante ya que se le conocía como luchador, pero para obtener cargos en el Ayuntamiento, pues ya había sido regidor, pasando con pena y sin gloria.
Le dije que si perdía ese aspirante, no dudaba que aceptaría el lugar que le correspondía en el cabildo, con lo que mostraría su naturaleza moral. Me aseguró que no. Pero su candidato sí será regidor.
Le expresaba a mi interlocutor que quien desea regir los destinos de un pueblo no debe aceptar una regiduría. No es ético. Me parece humillante incluso. Además, eso indica que en realidad no le importaba gobernar, sino obtener un “hueso”.
Por otro lado, el candidato perdedor, lo más seguro es que no perdone al triunfador, por lo que intentará obstaculizarlo como pueda y, como es natural, los regidores de su partido lo secundarán (hasta que los compre el presidente).
El lector de inmediato encontrará ejemplos en su comunidad, ya sea el gobierno del PAN, del PRI o del PRD. En sus respectivos gobiernos hay regidores que se opusieron a algún proyecto (o a todos) sólo por obtener dinero o canonjías; no era su objetivo el bienestar de la ciudadanía.
Ya que, como se ha comprobado que los perdedores aspirantes a la presidencia carecen de la vergüenza o la dignidad necesaria para renunciar a un cargo menor al que deseaban, se debería legislar sobre el asunto.
Tal vez podría ser difícil establecer como norma en la Ley Electoral que el candidato perdedor no pueda acceder como regidor en el próximo cabildo, pero los partidos sí podrían hacerlo en sus estatutos. Le ahorrarían la vergüenza al perdedor de ser considerado un “busca hueso”, y al Ayuntamiento, un rebelde sin causa.
En el mismo caso están quienes aspiran a ser candidatos de su partido. Antes de que comiencen los tiempos, se mueven de todas las formas imaginables: pagando inserciones en la prensa o “cebollazos” con sus amigos columnistas o articulistas; con declaraciones de sus adeptos; con la intervención de sus padrinos, creando organizaciones de “membrete”, etcétera.
Cuando observan que el “deseo de las bases” no le benefició, amenazan con irse a otro partido, con obstaculizar al designado… hasta que les dicen que serán parte de la planilla, con lo que sus aspiraciones por gobernar se calman de inmediato. Algunos, dada su pequeñez política (o su amor al dinero), saben que no podrán acceder a la candidatura, por lo que hacen escándalo sólo para asegurar una regiduría.
Sin embargo, al ser regidores, también funcionan como los candidatos perdedores de la oposición, no perdonan que el presidente (si ganó) les haya quitado la gloria. Son funcionarios que no servirán al pueblo. Por eso, a los exaspirantes a candidatos, los partidos deberían excluirlos de la planilla que contenderá.
Y al que amenace con lo que sea, que se le expulse y ya. Es vergonzoso tener un tipo de militante así, en cualquier partido. Claro, son buenos deseos de año nuevo…
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