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Tere Gil Portada 2022

Novela policial de equipo. Unidad es la solución

Libros de ayer y hoy

Las opiniones son tantas sobre la actual circunstancia elevada falsamente a peligrosa inseguridad y caída del sistema, que llama la atención que esas voces, algunas muy versadas, no estuvieran presentes cuando las cosas se iniciaban, hace algunos años.

Muchos de esas voces, sobre todo de opositores, son las que claramente carecen de calidad moral para dar opiniones y censurar, cuando fueron los que aprobaron los momentos iniciales de lo que vive el país y los avalaron. El PAN entre ellos.

Eso se ha dicho muchas veces, con los fines que perseguían además. La prueba está en el señor Genaro García Luna. Y ahí están los archivos. ¿A quién debe juzgarse, de entre ellos, al que peca por la paga o el que paga por pecar? Según preguntaría la eximia Sor Juana ahora aplicado a esos malandros.

Hay que aclarar a quienes corresponde la responsabilidad inicial de un crimen en una federación que es tripartita y acatar la propuesta oficial, apoyada por varias voces versadas:  unirse en los momentos sombríos, pese a diferencias. Lo importante es el país y es al que debemos prestar nuestra atención.

Los nuevos momentos del país y del mundo con nuevas fórmulas

La vida es como una novela policíaca, que tiene que renovarse ante nuevas circunstancias. Y todos podemos y debemos entrar. En el caso particular puede parecer una osadía cuando se ha pasado por la vida como un simple aficionado. ¿Qué es después de todo ser periodista o escritor? El ejercicio de un diletantismo permanente abarca tantas cosas, que la maestría queda relegada para mejor momento.

En el caso de la ficción policial, yo no sé si habrá verdaderos maestros en un género tan diverso y cambiante. Hay teóricos, que hemos leído, analistas, críticos y algún ensoberbecido asistente a los muchos encuentros sobre el tema que se dan el mundo. Pero desde el modesto espacio de la afición, alguien puede recontar los crímenes resueltos mientras los de la vida real abruman por su impunidad.

El libro Mis crímenes con la señora Miller (Groppe 2015) en el que uso el verdadero apellido de Agatha Christie – entre otras cosas porque prefiero a las mujeres que usan sus propios apellidos-, se compone de 10 pequeños ensayos que pretenden recalcar aspectos de una novelística y de una mujer sobre la que se han escrito más de 20 biografías.

De ese entorno comparativo con otros y diversos autores, se concluye que hay algunos resabios que se arrastran a la época actual, como las formas de resolver el crimen, la pronunciada introspección, el laberinto al revés y el uso de la simulación, entre muchos.

Pero lo que más me ha llamado la atención en estas décadas y que hoy se profundiza, es la existencia permanente del pensador solitario frente al estado, lo que evidencia la desconfianza en las instituciones, así se trate de autores emergidos, como Miller, de la época victoriana.

Autores modernos como Henning Mankel, Leonardo Padura, Vázquez Montalban, Andrew Martin, y centenares más, siempre terminan uncidos a un personaje -que no es sino el alter ego del autor-, desencantado, solo, abandonado, pero eficaz para resolver un crimen que equipos profesionales no pudieron desentrañar. O no quisieron. Stieg Larson llega al extremo en la Trilogía Milenium, de dejar la solución en una mujercita geni, mil veces agredida y su amigo, un periodista.

Toda la mafia sueca desentrañada por dos desconfiados cerebros. Los escritores cubanos, muy ufanos con su novela socialista cuya solución criminal es cuestión de equipo según argumentan, no pueden prescindir del pensador solitario. Que les duran a esos investigadores Scotland Yard, el FBI, la KGB, etcétera, ya no digamos la pobre FGR, con policías evadidos.

La burla y el señalamiento se exhiben permanentemente en las opiniones de Poirot- Miller, contra el inspector Japp jefe de Scotland Yard, tan inepto, que tiene que recurrir al genio de la autora. La violencia instalada en las sociedades actuales hace necesario dejar de lado al detective unipersonal y poner en las manos de los expertos ahora si, en equipo, apoyados por una sociedad organizada, la solución de los crímenes y la exigencia de justicia.

Es lo que se debe de buscar en Ayotzinpa, en Tlatlaya y en los terribles casos de Tanahuato. Y meterse de lleno en el crimen organizado. La desconfianza en las instituciones actuales, en recuerdo de aquellas anteriores avaladoras de la impunidad, salta a la novelística y son varios los autores que ya plantean una ficción policial diferente. ¿Cuál será su destino? Ya lo veremos, en momentos en que la oposición con cara angelical e interior oscuro se alebresta. Los que están con el sexenio, por fortuna, no están mancos.

Teresa de Jesús Gil Gálvez

Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.

Colaboradora desde enero de 2017.

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