Diario Ejecutivo
No se entierra la verdad encerrando a periodista
Julián Assange es el ícono global de la libertad de expresión de este milenio que comienza.
Julián Assange es el ejemplo de la persecución política y de la tortura sicológica ejercida por quienes mantienen el poder.
Julián Assange, en la cárcel, es una prueba viviente de la hipocresía de las naciones (como Estados Unidos y Gran Bretaña) que dicen defender la democracia y la libertad de expresión pero encarcelan a un periodista por haber publicado información que sus gobiernos no querían difundir.
Criminalizan al periodismo libre.
Los largos años de cárcel y exilio son el símbolo de una lucha por el periodismo libre, que tanto pregona la democracia occidental, pero que tanto reprimen los gobiernos de esa supuesta democracia, en aras de los Poderes Político y Económico.
Julián Assange está preso en una cárcel de la Gran Bretaña y Estados Unidos lo acusa de casi una veintena de delitos (principalmente espionaje) por la filtración de miles de documentos relacionados con las guerras de Irak y Afganistán a través de Wikileaks.
Julián Assange es un hombre libre (hasta se casó entre rejas), a pesar de estar preso.
Por eso, su padre, John Shipton, pide (exige, demanda) su libertad física inmediata, porque no se puede encarcelar al periodismo.
John Shipton, junto con el medio hermano de Julián, Gabriel, están en México, como invitados especiales en las fiestas patrias. Pero también para presentar el documental Ithaka (producido por Gabriel), en el cual se narra la lucha para conseguir la liberación de Julián.
El sábado en la noche John y Gabriel estuvieron en la presentación de ese filme en el Centro Cultural Los Pinos. Ahí, en público y en privado le hice varias preguntas al padre de Assange.
Sus respuestas pueden sintetizarse en lo siguiente: los medios y los periodistas no se han dado cuenta de que la permanencia de Julián en la cárcel es una afrenta a ellos mismos. Por eso, urge una mayor solidaridad para lograr su libertad.
Es cierto, muchos corporativos mediáticos no sólo no han apoyado a Assange y su lucha por una verdadera libertad de prensa sino que algunos incluso lo atacan (o lo atacaron) para defender la censura, la tortura emocional y los grandes abusos que han cometido (y cometen a diario) los gobiernos y muchos grandes corporativos.
En mi mal inglés y su nulo español, John me explica que son muchos los intereses para mantener encarcelado a Julián. No les interesa la verdad, quieren seguir manteniendo secretos. No les interesa el periodismo. Les interesan los negocios.
Los grandes corporativos mediáticos no se han dado cuenta de que mientras Assange esté en la cárcel se estará encarcelando a la libertad de prensa. No se dan cuenta de que los propios medios se inhabilitan a sí mismos para publicar información que sus gobiernos consideran clasificada y mediante la cual esconden las atrocidades que han cometido.
Primero en público le pregunto si al no apoyar a Assange los medios se están dando un balazo en el pie. Luego en privado le cambio la metáfora y le inquiero sobre si los medios se están ahorcando a sí mismos al no permitir la libertad de expresión.
No asiente directamente, pero sonríe asintiendo y me aprieta el brazo.
En el documental se narra cómo incluso Donald Trump estuvo a punto de firmar el indulto para Assange en sus últimos días como presidente estadounidense, pero se lo impidieron intereses del más alto nivel. Más altos que el mismo mandatario pelirrojo y despeinado.
Muy diferente al actual presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en quien John y Gabriel han depositado esperanzas, por las muestras de apoyo que ha expresado abiertamente hacia Julián.
Sí es cierto, muchos conglomerados mediáticos globales apoyan (o apoyaron) la persecución de Assange y no se dan cuenta de que a quien persiguen es a la libertad de prensa y al periodismo libre. La mayoría de los gobiernos también. Por eso la esperanza.
Periodismo libre, libertad para Assange, es la idea que circula en el Centro Cultural Los Pinos. Algunos lo gritan y levantan el puño izquierdo. John lo hace y yo me sumo.
Julián Assange está lejos, en otro continente, en la prisión de HMP Belmarsh en Gran Bretaña, pero desde el Centro Cultural Los Pinos le llega la solidaridad del pueblo mexicano. Esa solidaridad con la que su papá me aprieta el brazo.
Julián Assange está enfermo y esa enfermedad fue la que le impidió ser deportado a Estados Unidos, porque así lo decidieron las autoridades jurídicas británicas.
Pero fue un impedimento no una exoneración. Mientras tanto pesan sobre condenas por más de 100 años de prisión.
¿Por qué? Por ser periodista, por difundir información de atropellos a los derechos humanos por parte de quienes nunca fueron investigados, ni siquiera acusados. Mientras él… él sí fue acusado y sentenciado.
John sonríe cuando le digo en mi mal inglés: Fridom for yur son.
Le pido que me deje tomarme una foto con él y asiente. Posamos. Y me dice que me quite el cubrebocas. Me lo quito y lo dejo de papada. Y suena un click.
Sonreímos los dos.
Pero hay coraje e indignación por lo que le hacen a su hijo y hay solidaridad de millones de mexicanos y hay esperanza, porque no se puede enterrar la verdad encerrando a un periodista.
No, el periodismo no debe ni puede criminalizarse en aras de los Poderes Político y Económico, aunque estén legalmente instituidos en el mundo.
Afuera del Centro Cultural Los Pinos son las once de la noche y el aire de otoño huele a justicia que algún día ha de llegar para Julián Assange, mientras adentro se escuchan sones. Llego al metro, en donde el filósofo del ídem, me dice al oído: sin Julián no estamos todos.
Roberto Fuentes Vivar
Columnista y periodista fundador del UnoMásUno y la Jornada. Estudió Periodismo en la reconocida escuela Carlos Septién García y cursó la Licenciatura en Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente es periodista independiente, conocido como “El Filósofo del Metro”.
Colaborador desde el 6 de marzo de 2022.
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