Abanico
La búsqueda de la felicidad no es nueva. Aristóteles escribió sobre la eudaimonia o arte de vivir de manera virtuosa hace más de 2 mil años y cada vez más personas están enfocadas en lo que pueden hacer para ser más felices.
Sin embargo, no existen grandes métricas objetivas para la felicidad. Las encuestas y análisis de texto con palabras positivas son las métricas más empleadas hasta ahora. También se opta por preguntas a amigos y familiares e, incluso, se indaga qué hacen las personas felices de manera diferente. Hay estudios causales para hacer que las personas no tan felices repliquen conductas de quienes poseen mayor bienestar y luego se verifica si funciona. En suma: la ciencia de la felicidad aparece como bastante incipiente.
Recientes estudios develan que existen muchos mitos alrededor de la felicidad. Así, se presupone que ciertas cosas nos conducirán a la felicidad, pero muchas de ellas no logran incidir en ella. Son espejismos.
Uno de esos factores míticos es el dinero. Las personas a menudo eligen su trabajo en función de qué salario va a ser el más alto, pero más dinero sólo nos hace más felices si vivimos por debajo del umbral de la pobreza, por extraño que esto parezca.
Ahora, los bienes materiales también son engañosos. Creemos que una casa o un coche nuevo nos hará sentir bien. Y si lo hará: aunque por un período muy corto de tiempo. Luego nos acostumbraremos más rápido de lo que pensamos y dejará de impactarnos positivamente.
Otro espejismo de la felicidad es que las buenas calificaciones nos harán más felices. Pero no es así. En la primaria y secundaria quienes tienen las mejores notas también poseen los niveles más bajos de autoestima y los niveles más bajos de optimismo en muchos casos.
Y si esto no da la felicidad, ¿cuáles caminos nos llevan a ella?
Una gran cosa que a menudo descuidamos es la importancia del tiempo libre. Ashley Whillans, profesora de la Escuela de Negocios de Harvard, muestra que cuanto más dinero renunciamos para obtener tiempo, más felices somos. El problema es que a menudo perdemos tiempo para obtener dinero.
Otro gran predictor de felicidad es el tiempo que pasas con otras personas y el tiempo que pasas con las personas que te importan.
Asimismo, somos más felices cuando estamos orientados a los demás, preocupándonos por los demás más que por nosotros mismos. Las personas que dan más a la caridad y las personas que pasan más tiempo como voluntarios, tienden a ser más felices que las personas que no lo hacen.
Finalmente, un camino hacia la felicidad es a través de ser más consciente. No es ningún secreto que los monjes budistas y otras personas que practican la atención plena tienen una cierta alegría tranquila sobre ellos.
En sí, los caminos que llevan a la felicidad son tomarse el tiempo para la conexión social, tener un tiempo libre, descansar y ser conscientes.
También vale enfatizar que el logro no necesariamente conduce a la felicidad en la forma en que pensamos. Sin embargo, la oración, también llamada meditación en movimiento, si tiene efectos positivos en cada uno.
En suma: la felicidad no es inaccesible pero viste de cotidianeidad y humildad y está más cerca de lo que creemos.
Ivette Estrada
Periodista y escritora mexicana. Creadora del Método ADM de comunicación estratégica. Considera que las palabras construyen realidades, reputación y recuerdos. Fue Premio Nacional de Periodismo en Crónica. Tiene publicados ocho libros y es experta en Relaciones Públicas, Personal Branding y creación de publicaciones diversas.
Colaboradora desde el 27 de junio de 2022.
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