OAXACA, OAX., abril 3.− En un contexto oaxaqueño de “contradicción permanente” por su “juego entre tradición y modernidad”, durante 15 años la revista “Luna Zeta” ha mantenido como “eje la integración del periodismo cultural, las artes y el pensamiento crítico”, expone el director de la publicación, Abraham Nahón.
“En Oaxaca se ha carecido de apoyo para la consolidación de un pensamiento crítico que nos ayude a dialogar con las obras y creaciones que se están gestando”, sostiene en vísperas de la presentación del número del 15 aniversario de “Luna Zeta”.
La actividad la efectuarán este viernes 4 de abril, a las 19 horas, en el Instituto de Investigaciones en Humanidades de la UABJO (avenida Independencia 901, Centro Histórico), con la participación de Shinzaburo Takeda y los integrantes del consejo editorial del medio.
“Todo se ha volcado a la producción y exhibición de arte, pero en Oaxaca nos ha faltado construir un pensamiento crítico”, insiste Abraham Nahón.
De los fundadores de “Luna Zeta”, revista creada en 1998, sólo queda Abraham Nahón, pero luego se fue conformando “un equipo muy compacto y sólido” integrado por él, Jorge Pech, Judith Romero, Alfonso Gazca y Juan Carlos Rosas.
El número del 15 aniversario, el 32, está dedicado principalmente a examinar la génesis y el desarrollo de la gráfica en Oaxaca, con énfasis en lo que se intensificó a partir de 2006, a través de los colectivos Alalimón, Bicu Yuba, Lapiztola, Penélope, Tlacuache, ASARO, Gabinete Gráfico, Okupa Visual Project, TAGA (Taller Gráfica Actual), así como los talleres Bambú, La Ceiba Gráfica, La Huella Gráfica, “Fernando Sandoval”, “Francisco Limón” y “Raúl Soruco”.
−¿Ya existen las publicaciones que necesita Oaxaca, sobre todo las nuevas generaciones?
−Existe un oferta amplia. Pero si la analizas críticamente, encontrarás pocas diferencias en todas esas publicaciones. Hay una carencia de pensamiento crítico porque están sometidas a muchas limitaciones: pago muy bajo a los colaboradores en un Oaxaca deprimido en lo económico y laboral, periodistas que no tienen tiempo para profesionalizarse porque escriben en dos o tres diarios y entregan determinado número de notas.
Además, “hay escasos espacios críticos porque es muy difícil gestar un pensamiento con otro sentido de temporalidad y conceptualización”, enfatiza Abraham Nahón.
Diría, añade, que “en Oaxaca apenas comienzan a despuntar algunos proyectos críticos; en este sentido, esperemos que las siguientes generaciones sean más contundentes en su propuesta”.
−Desde una perspectiva paralela al camino de “Luna Zeta”, ¿cómo ves la vida cultural de Oaxaca en este momento: sana, medio enfermita?
− Oaxaca vive un proceso contradictorio que incluye la folclorización y mercantilización de las manifestaciones artísticas y estéticas y, a la vez, un impulso genuino y sólido, con sentido y una propuesta, de éstas y de las culturas vivas.
Si se considera que en Oaxaca la “única industria que se ha desarrollado es la cultural, eso implica un riesgo, pues en ese carácter hay un proceso contradictorio y complejo: la industria cultural no sólo está gestada por quienes utilizan y usufructúan la misma, sino también, precisamente, por la sociedad, los constructores y creadores de la cultura que, en el desarrollo mencionado, se confrontan con las propuestas mercantilizadas y folclorizadas”.
Y aquí no hay que olvidar que “la riqueza cultural de Oaxaca está sustentada en realidad −sin esa retórica oficial−, en sus pueblos indígenas, afrodescendientes y su sociedad mestiza. No es posible pensar en la pintura de aquí, por ejemplo, sin esa contextualidad, sin el sentido de la sociabilidad y lo que anima a representar algo”.
A Oaxaca, concluye, “hay que pensarla desde una contradicción permanente con la modernidad: Oaxaca es el juego entre ésta y la tradición”.
−En el medio cultural y artístico oaxaqueño, ¿está ocurriendo un cambio generacional fuerte?
−Hay que entender esto desde la naturaleza de cada proyecto. La revista “Luna Zeta” no nació como un taller literario ni financiada ni promovida por alguna institución del Estado.
“Desde la propia naturaleza como nace, vas consolidando un proyecto distinto. Hay revistas institucionales de calidad, pero se mueven en otro eje. Respecto a las independientes hay que debatir incluso este término. Porque si bien todas las publicaciones necesitamos a veces apoyos institucionales y nosotros obtuvimos ya la beca del Fonca y otras estatales, durante cierto tiempo también hemos estado vetados y censurados por nuestra postura política abierta y crítica”.
En 2006, por ejemplo, “fuimos de las pocas revistas en que apareció una confrontación directa a los actos violentos del ex gobernador Ulises Ruiz: hicimos dos números dedicados al conflicto”.
En relación con el cambio generacional, “creo que sí lo hay. Porque todos aquellos que contribuimos −desde el periodismo, el quehacer editorial, la gráfica o las instituciones culturales− en proyectos o movimientos que se han ido gestando desde hace 20 o 15 años, generamos un proceso que es como un río.
“La intención ha sido aportar, no buscar un beneficio propio, procurar que finalmente haya un detonante social en forma de pensamiento. De hecho, los procesos sociales son así, como un río que puede ir creciendo o decayendo: y en el sentido cultural, yo creo que en Oaxaca está sucediendo lo primero”.