A RESERVA.- La geometría política derecha izquierda tiene su origen en la revolución francesa, en aquellos tiempos los Feuillants, significando a la monarquía, se sentaban en la parte derecha de la cámara; mientras que los Montagnards, radicales del pueblo libre, se sentaban a la izquierda.
Los Feuilllants representaban los intereses del clero, la aristocracia y la monarquía, en cambio los Montagnards se oponían a ellos, con las consignas libertarias y de igualdad.
Hoy, la derecha y la izquierda representan un perfil diferente, muchas veces simulando una ideología que resulta fundamentalista en ambos casos. Las estructuras partidarias han desdibujado los orígenes doctrinarios, convirtiendo las tendencias geométricas de la política en postulados demagógicos para acceder a los favores del electorado.
Lo que realmente los hace diferentes son los referentes pragmáticos, que se traducen en una serie de premisas fundamentales acerca de la naturaleza del ser humano y su entorno. De manera simplista, la izquierda se define como progresista, la derecha es conservadora de privilegios de clase.
La izquierda propone igualdad con justicia social, distribución equitativa de la riqueza, un Estado laico y de amplia competencia. La derecha asienta su dominio autoritario en los dogmas religiosos; en cualquier caso, la derecha es quien más se resiste al cambio social, salvo que sea regresivo, la obediencia es la medida de su autoridad.
También cuestiona, o cuando menos sospecha, de la participación ciudadana, despreciando las libertades, sobre todo si atentan contra las estructuras anquilosadas de poder; no así cuando esas libertades son de orden económico y se suscriben en el ámbito del Estado limitado, laxo y permisivo sobre el enriquecimiento, incluso monopólico, y los inconexos principios de la libre empresa y libre competencia.
En fin, la derecha refiere postulados teórico-conceptuales y no siempre quienes militan en la derecha los saben. Por lo tanto, no es lo mismo ser de derecha que actuar como tal.
Es el caso del flamante presidente de la capital oaxaqueña, ilustre novohispano, empresario de ocupación y restaurantero por herencia; de vocación político y de corazón príncipe de la ciudad de Oaxaca. Sí señor, que para eso la gente lo ungió.
Sucede que Luis Ugartechea Begué, desde el mismo día en que rindió protesta al cargo, decidió que las leyes no estaban hechas para él. Comenzó su mandato en la ilegalidad formal, rompiendo insolentemente el orden legal, que para alguien de la realeza se considera un atentado a su soberanía emanada de la mismísima divinidad.
Gobierna faltando a todas las normas municipales vigentes; inventó una estructura municipal no sólo ilegal sino ineficiente; quebranta una y otra vez las ordenanzas municipales, la ley de ingresos y el presupuesto de egresos es alterado dependiendo de sus ocurrencias, producto de las fantasías de su majestad, en las que a veces sus fieles consejeros influyen unos más que otros.
La preferida ha demostrado ser Verónica Delia López Rivera, directora de Desarrollo Social, cargo inexistente en las Ordenanzas del Municipio, por lo que sus funciones las decide ella, pero también su pareja que no la deja ni a sol ni a sombra, ambos han puesto en jaque la dependencia, quitando y poniendo personal, cambiando una y otra vez la ubicación de la oficina en perjuicio de la ciudadanía.
Sir Ugartechea se caracteriza por otorgar facultades discrecionales excesivas a los órganos de su administración, sobre todo, a la policía para conseguir cualquier clase de fines que se proponga alcanzar; formando grupos de elite que lo resguardan como una verdadera guardia real.
Luis Ugartechea no ha logrado desentrañar la función pública de su actividad privada, sigue portando su gafete de empresario enrolado en la defensa de su gremio; totalmente confundido, ha llegado a acuerdos con sus pares utilizando su encargo público y los recursos para beneficiar a amigos empresarios de dudosa reputación y, por supuesto, violando desfachatadamente la ley.
Oaxaca es de Ugartechea y dispone de su destino. De ninguna manera busca el bienestar general o el desarrollo de su pueblo; la educación, el arte, la cultura y la ecología lo tienen sin cuidado, un discurso de vez en cuando es suficiente, incluso la simulación de crear comités sin legitimidad que seducen a ingenuos en busca de chamba; para él, la presidencia es un negocio que le salió bien y, además, su ego se fortalece con las loas y caravanas de su corte.
Resulta inusitado que frente a estos desplantes, los miembros de su cabildo, propios y extraños, actúen como séquito, guardado deshonroso silencio, bajando la cabeza y hasta aplaudiendo la opaca actuación del príncipe. Sin argumentos en el debate ni defensa a sus principios políticos; lo que resulta poco saludable para un órgano colegiado que se dice democrático, las ideas no son referente y menos aún las acciones.
Qué lástima que la “pluralidad coaligante no enriquezca la participación y menos defienda la legalidad. Las y los concejales de oposición priista, son todo un caso, una oposición oscura, amagada y vapuleada. ¿Ese silencio tendrá algún precio?
Asistencialismo sin el DIF Estatal
A poco más de 30 días de cumplir un año de gestión, el gobierno estatal no da pie con bola, ni acciones concretas ni obras visibles, eso sí muchas visitas de representantes de instituciones públicas y privadas, nacionales e internacionales; firmas de convenios e interminables consejos, que dicho sea de paso, a la gente no le sirven para nada.
El gobierno de Gabino Cue Monteagudo se ha promovido como el gobierno de los derechos humanos; se viste de izquierdoso cambiando nombres de instancias, que sugieren que sólo agregando a la denominación la palabra “pueblos”, por sí mismas se vuelven eficientes; incluso, a través de un decreto ha nombrado una Comisionada de Derechos Humanos que duplica funciones y violenta la ley al no quedar precisada su competencia.
Sin embargo, la ciudadanía no ha encontrado verdaderamente garantizados todos los derechos humanos, toda vez que el criterio para limitar el poder del Estado es el respeto a la ley; de no ser así se violenta flagrantemente la seguridad y la certeza jurídica. El gobernante debe estar sujeto a la ley, porque es la ley la que hace al gobernante. Si se dice defensor de las libertades ciudadanas, tendría que ser congruente y defenderlas en todos los campos, no sólo en algunos de ellos a su gusto.
Buscando acciones reales, aterrizadas en beneficio de la gente, encontramos la tan publicitada campaña de uniformes y útiles escolares, que según la propaganda serían gratuitos. Esta acción por demás populista, sin duda asistencial, podríamos asegurar que debería estar a cargo del DIF; pues no, a falta de políticas públicas y proyección de gobierno es que el propio gobernador en un acto proselitista desplaza a su esposa como presidenta del DIF estatal.
Pero ni siquiera la entrega de vales para uniformes es confiable, el padre o la madre se llevan una desagradable sorpresa cuando llegan a canjear sus vales y se les informa que deben pagar una cantidad en efectivo mayor a 300 pesos para la entrega; si no la tienen pueden dejar sus vales y les “obsequian” calcetines o alguna prenda con valor mucho menor.
El gobernador “ciudadano” Gabino Cué nuevamente se adjudica acciones asistenciales haciendo a un lado al DIF y otorgando esa función a su mano derecha, Benjamín Robles, quien en escuelas primarias, cínicamente se refirió al programa de uniformes y útiles, ocasionando el murmullo entre madres de familia, que textualmente comentaban que los útiles eran una tomada de pelo y que los uniformes acababan pagándolos; a pesar del descontento, el funcionario, prometió consultas y lentes gratuitos a nombre del gobernador del Estado.
Las señoras presentes se cuestionaron la veracidad de la promesa, ya que acto seguido invitó a que los presidentes municipales hicieran el gasto. O sea, un saludo con sombrero ajeno.